En términos generales, la población migrante tiene un imperioso objetivo dentro de los circuitos migratorios, que es la de integrar a la familia recursos que solventen o ayuden a complementar los ingresos y así asegurar la sobrevivencia o el bienestar de los suyos en los lugares de origen. Ante este contexto de la migración y el objetivo de la misma, fuera del circuito se presentan alternativas de investigación que pueden alejarse del sentido que los migrantes dan al hecho de asentarse de la familia, de los circuitos sociales habituales y de su lugar de origen.
Parecería concreto el hecho de la respuesta económica de la migración que son las remesas, pero no es proporcional, ni en monto o volumen, ni en correspondencia y menos en el costo social que estas involucran, no en términos abstractos para la sociedad nacional sino en escala local, familiar incluso individual.
Dentro de las alternativas de investigación están las descriptivas en las que se involucra la visión alejada del sentido de la migración la cual solo responde a mencionar el dato de los montos que regresan a los espacios de origen, otras más mencionan los usos que las familias receptoras dan a esos recursos, otras mencionan como se componen esos recursos (remesas familiares, remesas colectivas y en especie) y una vez más el uso que se le dan; existen otras alternativas que permiten distinguir cómo es posible que llegue a las localidades este capital; de las aportaciones valiosas que tienen el estudio de la migración-remesas están aquellas que han logrado distinguir tanto agentes causales como consecuentes y en estas presentar las implicaciones secundarias pero trascendentes para y por enviar, recibir y manejar las remesas.
Es importante mencionar que existe toda una serie de información tanto oficial como funcional que muestra la complejidad y características que tiene el contra flujo económico; uno de estos por supuesto es Banco de México que han logrado conjuntar algunos otros aspectos de las remesas y no solo la cantidad de dinero y transacciones que se realizan en las unidades de tiempo, han logrado distinguir un sencillo cambio en la escala espacial para la recepción de las remesas en México.
En un ejercicio de análisis hay que recordar que las remesas existen porque en México no han sido constantes, homogéneas y fortalecidas las condiciones que evitan la migración (condiciones estructurales, históricas, desigualdades en los mercados, conducta social, condiciones ambientales) caso que existe en innumerables partes del mundo pero no por ello se debe menos preciar esta circunstancia (hay formas para elegir migrar), como otro tanto de cosas se normaliza la migración, nublando así a los elementos o factores causales y sobre identificando sus características componentes.
La migración se convierte en la estrategia económica familiar, local, social y regional para la obtención de recursos (para un grupo más o menos extenso de la población) y pierde el perfil de ser “opción” porque no se han construido de manera amplia esas posibilidades para seleccionar, por lo que se estructura un marco relativamente claro de dependencia de los recursos que provienen del extranjero, quizá es por lo que paulatinamente llegan más recursos desde el extranjero a más familias en México.
Los estados estrella hasta 2018 en la recepción de remesas son Michoacán, Jalisco y Guanajuato definitivamente por arriba del resto, en una segundo nivel encontramos al Estado de México, Puebla, Oaxaca Guerrero, CDMX y Veracruz que han desplazado a SLP, Durango y Zacatecas como receptores de remesas quizá por el volumen de población que se han integrado a la migración y a que en los otros tres su proceso migratorio aleja a la siguiente generación más del origen. En el último nivel encontramos a Hidalgo con el resto de entidades, “todas” muestran un ciclo evidente en donde abril-junio de cada año se incrementa la llegada de remesas (ocasionalmente octubre-diciembre) esta alza en la recepción determina la persistencia de la migración por “las mismas razones”, en la mayoría de los estados de la primera categoría (con más de 110 años de historia migratoria) mayores desigualdades en la segunda y baja migración internacional para la tercera, sin que esto represente más o mejores opciones.
En la comparación entre Hidalgo, Oaxaca y Chihuahua, con un relativo perfil agrícola, intermedios niveles de urbanización, presencia de grupos indígenas e historias migratorias distintas; Oaxaca se ha alejado de los otros por el monto de remesas, con un marcado ciclo en la recepción lo que definiría una mayor dependencia y deterioro de sus condiciones; Hidalgo con montos medios y un ciclo claramente marcado, lo que representa un baja integración a la migración internacional, quizá por su cercanía a la CDMX y peso relativo en la región centro y Chihuahua con baja recepción de remesas, sin ciclos marcados expresa una independencia de la migración como la entendemos.
En los tres casos hay cambios en la recepción a partir de la segunda mitad del 2015 donde se suavizan los ciclos, entre Hidalgo y Chihuahua se acercan los montos el primero a la baja (al igual que para Oaxaca) para el segundo se incrementan y por medio de una estrategia estadística, Chihuahua sería el único que proyecte mayor recepción de remesas en el futuro. Los elementos a conectar en los nuevos análisis de las remesas se relacionan con la instrumentación para acercar los recursos económicos a las familias, es la inclusión financiera que merece unos párrafos independientes, pero basta decir que pretende ser una iniciativa para cambiar los medios de traslado del contra flujo económico de la migración e integrar a un sujeto más al proceso, con un costo significativo para el migrante remitente.
En la misma frecuencia que la inmediata anterior sobre los costos, hay que recordar cuales son los que en el pasado los migrantes han pagado, el alejamiento o desintegración de las familias, las complicaciones, vulnerabilidades a las que se sometieron en el traslado, en su parcial integración a una sociedad que frecuentemente rechaza o utiliza y por supuesto aquellos que han sido normalizados, la falta de empleos cercanos, las condiciones de pobreza relativa que los obligo a migrar en condiciones poco favorables, la desatención o utilización institucional de las familias que no o aun no migraron, el cambio cultural, las limitaciones para el acceso a un mercado laboral y por supuesto para enviar las remesas.
Esta utilización de la relación migración y remesas ha llegado a ser argumento para definir el camino del desarrollo, replanteando la responsabilidad del estado desligándose de ser constructor a solo gestor, sobre estimando a los migrantes como los nuevos responsables de capitalizar, organizar y visualizar estas inversiones.
Sin embargo hay que proyectar a una sociedad local o nacional sin migración y sin remesas, en mayores niveles de pobreza, menores oportunidades y capacidades, las remesas no son la solución a las ausencias de las instituciones, la migración es un producto de las relaciones entre sistemas productivos, de gobiernos y sociedades desiguales, en donde el grueso de los involucrados provoca el contra flujo económico a pesar de los altos costos sociales y humanos que ellos mismos cubren.
Dr. César R. Pérez Marcial
Investigador del Colegio del estado de Hidalgo