En la última semana, el Congreso Local del estado de Hidalgo vivió capítulos propios de una telenovela. En este entramado de pasiones, algunos diputados del PRI (tres para ser exactos) desbordaron todas sus energías para mantener la presidencia del órgano de gobierno dentro del Congreso. Por otro lado, los diputados de Morena (17 representantes) tenían la misma pretensión teniendo en cuenta que su grupo parlamentario es mayoría.

Los otros diputados (cuatro del PAN, uno del PRD, uno del PT, uno del PES y dos del PANAL), mantuvieron una posición ambigua. Algunos se mostraron afines al PRI, otros prefirieron mantener distancia y los menos observaban desde su curul el caos legislativo.

Al final y obedeciendo una lógica muy simple, se alinearon al grupo mayoritario de Morena que finalmente se quedó con la presidencia de la Junta de Gobierno del Congreso Local. Aunque la novela legislativa todavía no llega a su fin. Porque es probable que se vean muchos capítulos más en su quehacer cotidiano debido a que las heridas todavía están muy frescas entre quienes se encararon, gritaron y ofendieron.

Entiendo muy bien que la política es negociación y diálogo. Pero también hay que decir que hace unos días las posiciones entre los diputados locales parecían irreconciliables. Algo de huella debe dejar para unos y otros que ahora llegaran a un frágil acuerdo.

No apostaré por el rompimiento anticipado pero si hay que enfatizar que los hilos que sostienen actualmente los acuerdos son muy débiles. Pueden romperse en cualquier momento. Cual más cuando en el horizonte político se encuentra en juego un poder del Estado (Poder Legislativo).

Aunado a lo anterior, no hay que olvidar que dentro del recinto legislativo el ambiente se mantiene tenso. Pero el verdadero problema no está ahí. Las verdaderas razones de los desencuentros políticos provenían del gobernador, Omar Fayad Meneses y su adversario político Gerardo Sosa Castelán, quien tiene amplia influencia dentro del grupo parlamentario de Morena.

Por tanto, en cualquier otro momento podemos ser testigos de un capítulo más de esta telenovela legislativa. Hay mucho que hacer por delante. Utilizar la política y mantener los buenos oficios. Pero no hay que olvidar, como se pudo observar en estos días, que el control político del estado se concentra en muy pocas manos. Son unos pocos los que toman las decisiones y cuando sus egos, filias o fobias se enfrentan son capaces de paralizar a las instituciones sin ningún miramiento.

Menudo asunto nos deja esta transición en la Congreso Local. Nos vino a demostrar que los caprichos personales son capaces de dejar sin gobierno a un estado que tiene múltiples problemas sociales. Con la mano en la cintura se propuso la desaparición de poderes sin tomar en cuenta la institucionalidad que se ha construido durante años dentro del territorio nacional y local.

No hay que olvidar, por tanto, que dentro de las grandes esferas de poder no se toma en cuenta la voluntad de los ciudadanos. Se tiene, como prioridad, mantener el control político cueste lo que cueste.

Ojalá que dentro de muy poco tiempo veamos un trabajo legislativo a la altura de las circunstancias, pero sobre todo que seamos testigos de una papel ejemplar de aquella soberanía (Poder legislativo) siendo un verdadero contrapeso del Poder Ejecutivo, como mandata nuestra Constitución.

 

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