En pleno siglo XXI aún hay personas que usan el término “Indio” cuando intentan ofender gravemente a otro. Existen películas mexicanas, en las que algún hacendado llamaba así a sus empleados, queriendo ofenderlos, como si pertenecer a un grupo étnico distinto fuese una afrenta.

Nuestro país ofrece un enorme mosaico cultural y existen, de acuerdo a diferentes bases de datos, unos 20 grupos indígenas que reúnen al mayor número de personas que mantienen vivo su lenguaje y acervo cultural. Esta cifra podría ser bastante mayor si consideramos grupos más pequeños. Llama la atención que universidades prestigiosas como el Trinity College Dublin ofrezcan clases de Gaélico, que es una lengua muy poco hablada y en cambio en México, pocas universidades oferten cursos de Nahuatl u Otomí, que son idiomas utilizados por muchísimas comunidades en nuestro país. Existe un escaso interés por mantener vivas las raíces de los pueblos originarios de diferentes regiones de México.

Cristóbal Colón navegó usando un mapa que probablemente situaba a la India donde en realidad se encuentra el continente americano. De ahí el equívoco de denominar a los habitantes “indios”. Al terminar el periodo de la colonia en nuestro país, se produjo el fenómeno peculiar de ocultar todo lo indígena, como si se tratara de evitar una especie de vulnerabilidad a las nuevas generaciones.

Hace unos meses viajaba a casa en el transporte público y una pareja de esposos, en el asiento delante del mío, hablaban por celular con un familiar, probablemente en Estados Unidos. La esposa se dirigía, en perfecto inglés, con un tío suyo que planeaba visitarles.

Luego de terminar esa llamada, se comunicó (en lo que me pareció que era otomí), con un segundo familiar (quien probablemente sería el anfitrión del primero) para afinar detalles de la visita. Finalmente se dirigió a su esposo, en español, para traducirle lo que había acordado con su familia. ¡La señora se desenvolvía con una fluidez admirable en tres idiomas distintos!

Usar la palabra indio con un sentido peyorativo, no solamente fomenta la desunión entre mexicanos, sino que vulnera las bases de una sana convivencia entre connacionales. Dice más de quien pronuncia el término, que a quien supuestamente va dirigido.

Esto representa un pendiente más en la agenda social de varias organizaciones gubernamentales y para la sociedad en su conjunto. Al mismo tiempo, otra oportunidad para tratar de acercarnos entre todos los mexicanos y construir así, un país mejor.

 

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