Que nadie se llame a engaño, Juan Carlos “N” es un hijo sano del patriarcado, no es un monstruo, hizo exactamente lo que el sistema espera, ahora, si bien nos va a todas y todos, el mismo sistema lo castigará, no necesariamente como esperamos.

Juan Carlos es producto de la sociedad, en especial de la mexicana. Hay que entender las características del sistema patriarcal y sus consecuencias.

El sistema es antidemocrático, un sistema que no aprecia por igual a sus hombres y mujeres no es democrático. Es inequitativo, un sistema equitativo sería aquel que da por igual y en equidad a todas y todos sus miembros, el patriarcal, no lo es, da más a los hombres.

Es dicotómico y ésta es una singularidad muy importante, nos enseña a ver y vivir la vida sólo desde dos puntos de vista: arriba o abajo, como si no existiera la parte de en medio, blanco o negro, no existe la escala de grises, caliente o frío, como si no hubiera agua tibia. Pero también se maneja por opuestos, o eres hombre o eres mujer y lo opuesto a ser hombre es ser mujer.

Al manejarse por opuestos, califica a unos y descalifica a las otras, por eso la tendencia sistémica de hacer de todo una contienda. El sistema es contradictorio; debido a que su principal objetivo es prevalecer no le importa caer en contradicciones, sobre todo porque le está costando mucho trabajo convencernos de que los hombres son superiores a las mujeres de ahí la crueldad que se viene dando en el asesinato de mujeres.

Por favor lean a Rita Segato y su teoría de la pedagogía de la crueldad, la violación y el feminicidio tienen un papel moralizante, ¡Para que entiendan quien manda!, en pocas palabras.

El sistema hegemónico y patriarcal es eminentemente violento, porque para poder imponerse lo hace por la buena (ahí está el amor romántico) o por la mala.

Sin lugar a dudas, la característica del sistema que se está imponiendo en éste nuestro México hegemónico, es la violencia.

Ahora los medios de comunicación son la caja de resonancia de éste sistema, y ellos son los que enseñan muy bien a odiar a las mujeres. Haga usted un sencillo análisis de las canciones “de amor” que ellos cantan. Según éstas las mujeres somos traicioneras, mentirosas, rameras, desconfiadas, putas, locas,  nada, etcétera.

Cómo pretendemos entonces que los hombres nos quieran si todo el tiempo y de muchísimas maneras les están bombardeando con mensajes en el sentido opuesto.

Las mujeres estamos fregadas por donde lo miren, éste feminicida asegura que mata mujeres porque nos odia, (aunque se relaciona con mujeres).Mientras que otros miles de feminicidas aseguran que nos matan por amor, ¿no es eso contradictorio?

Aquellos que han estudiado mercadotecnia y publicidad, saben perfectamente bien el peso psicológico que tiene usar en los mensajes verbos en imperativo, ¡cómprelo!, ¡no se lo pierda!, ¡llévelo!

Hace varios años conviviendo con la entonces Directora del Instituto Nacional de las Mujeres, Rocío García Gaitán, nos comentaba que, con muchos trabajos, había logrado hablar con Alejandro Fernández para explicarle las consecuencias de cantar la canción ¡Mátalas!, el pendejo no lo entendió.

¡Ahí tienes Alejandrito, Juan Carlos te la cumplió!

 

 

✉️ Botellalmar2017@gmail.com