Por: Dr. Mario Alberto Velázquez García
El gobierno del próximo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha generado altas expectativas entre un amplio sector de la población. Sin embargo, existen elementos para esperar que en algunos de los temas más álgidos como seguridad, educación y corrupción este sexenio enfrentará una parálisis política que limitará sus capacidades de acción debido a la ola de movilizaciones sociales que está desencadenando su propia victoria electoral.
En primer lugar, Morena, -la organización política que resultó ganadora en las elecciones presidenciales-, no es un partido político en el sentido tradicional con miembros registrados, afiliados y organizados por una estructura y un ideario. Dicha institución se entiende mejor si la consideramos como una coalición política de organizaciones, liderazgos y movimientos sociales que coincidieron en dos objetivos interconectados: llevar a su líder a la presidencia de la República y sacar al Partido Revolucionario Institucional del control del poder ejecutivo. Para lograr ambos propósitos Morena utilizó una estrategia pragmática de alianzas con todos aquellos grupos o personas que pudieran generarle una mayor probabilidad de ganar las elecciones. El crecimiento constante en las preferencias electorales a favor del candidato puntero sirvió como una “bola de nieve” que forjó una variopinta coalición donde convivían algunos grupos o políticos que hasta hace poco fueron rivales, incluso del propio candidato presidencial.
El resultado de esta amplia coalición de grupos fue la victoria electoral de Andrés Manuel López Obrador el 1 de julio. Esto ha sido interpretado por distintos grupos sociales como una oportunidad política para impulsar, de una manera más abierta y pública, sus agendas: los maestros de Chiapas y Oaxaca, los familiares de personas desaparecidas, los padres de los 43 jóvenes de Ayotzinapa, el movimiento nacional en defensa de la tierra contra la construcción del aeropuerto en Texcoco y los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México contra los grupos porriles, por mencionar a los más significativos.
La aparición de dichas protestas sociales se denomina, dentro de la teoría sociológica, como una ola de movilización, es decir, un aumento significativo en el número de protestas, marchas y acciones civiles organizadas que buscan impulsar una serie de cambio en algunos puntos específicos de la actividad pública.
Como decíamos al principio, esta ola de movilización comienza a ser un obstáculo para la agenda política de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) porque algunos de los objetivos de estos grupos (la mayoría aliados formales o informales de Morena) son contrarios a los objetivos planteados como centrales por el ejecutivo recién electo. Por ejemplo, algunas de las secciones de profesores están de acuerdo con el gobierno en su intención de eliminar la reforma educativa del gobierno de Enrique Peña Nieto, pero existe un creciente desacuerdo con AMLO por las peticiones de este por mayor compromiso en las jornadas de trabajo de los docentes; aunque la cancelación del Nuevo Aeropuerto fue un punto central en la pasada campaña de AMLO, existe una importante presión económica y política porque la obra continúe, pero los grupos de Texcoco comienzan a desarrollar movilizaciones que podrían llegar a los niveles de violencia vistos durante el gobierno de Vicente Fox; la investigación sobre los estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa difícilmente generará los resultados esperados por los padres, lo que generará un enfrentamiento entre el nuevo gobierno y este grupo altamente radicalizado y finalmente, la pacificación del país, -tema central en las promesas de campaña de AMLO,- se enfrenta claramente con las peticiones de justicia de parte de los grupos que buscan a sus familiares desaparecidos por el narcotráfico.
La creciente diferencia de intereses entre el nuevo gobierno y algunos de sus aliados, generará una disminución en el mayor activo político del nuevo presidente, su legitimidad, lo que podrá generarle un escenario de crecientes conflictos sociales y con ello, mayores dificultades para sacar adelante su agenda política.
En conclusión, el amplio espectro político que llevo a la presidencia a Andrés Manuel López Obrador puede generar las condiciones que le impidan gobernar.