La arraigada tradición de los mexicanos de celebrar con flores, música, baile y abundante comida  a la muerte, capturó la atención de los espacios informativos la semana que concluyó, aunque se incluyó a “cadáveres” como el del proyecto aeroportuario de Texcoco, recordando que en México hay vivos “muy vivos”.

Los preparativos para estos festejos, además del “superpuente” que abarcó desde el jueves hasta el domingo, aminoraron lo que pudiéramos considerar como un enfrentamiento total entre el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, y su equipo de transición, y las grandes fortunas mexicanas que tenían en el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), cifradas esperanza$.

Las condenas previas a la consulta popular sobre el destino de la nueva terminal aérea fueron una constante al finalizar septiembre, y el anuncio definitivo de la suspensión del proyecto Texcoco volvió a enfrentar a los poderes político y económico, sobre todo después de que López Obrador impusiera su “porque lo mando yo”, y asegurara que México no volvería a ser gobernado por una minoría de multimillonarios.

Los reclamos de los jerarcas de las organizaciones empresariales en el país, de las asociaciones de los más empoderados hombres de negocios y hasta de los líderes empresariales en provincia, como por ejemplo, la Coparmex Hidalgo exigiendo que el presidente Enrique Peña Nieto sacara la cabeza de donde la metió y siguiera gobernando al país el resto de su administración, estuvieron a la orden del día.

Hubo incluso algunos que queriendo meter paz en el conflicto, pusieron la voz discordante pidiendo prudencia, como el presidente de la Canadevi Hidalgo, Guillermo Juárez.

Sin embargo, el problema pasó de ser un asunto concreto, como el Naicm, después de que López Obrador recomendó a los empresarios “acostumbrarse a las consultas”, lo que reforzó la idea, ya arraigada entre los empresarios, comunicadores y analistas políticos, de que López Obrador pretende echar mano de consultas públicas para justificar todo tipo de decisiones que tome, entre ellas, una posible reelección.

Pero cuando el horno menos estaba para bollos, llegó el “superpuente”, se impusieron las tradiciones, los grupos en pugna se replegaron  y temas como la caravana de migrantes centroamericanos desplazó la información sobre el aeropuerto.

Llama la atención en este entorno que entre las vociferantes voces empresariales no se escuchó una, la de un empresario cuya inteligencia es reconocida por todos: Carlos Slim, quien además es el que más inver$ión tiene en Texcoco. Se espera de él, sin embargo, que cuando hable, hable fuerte, y que presente un plan alternativo para rescatar este proyecto.

En todo este entorno de dimes y diretes llama la atención el que sean millones de mexicanos que jamás han viajado en avión, y que pocas, por no decir nulas posibilidades tienen de llegar a hacerlo, los que decidieran sobre un proyecto tan relevante, de los pocos proyectos relevantes de la administración peñista, en la que sin embargo la deuda pública se disparó.

Hoy lunes, pasado el Xantolo y consumidos los tamales de la ofrenda, es de esperarse que la discusión por el aeropuerto continúe entre quien sin ostentar aún la banda presidencial ya gobierna de hecho al país, los que detentan el poder económico –y el gobierno no produce dinero, solo administra impuestos-, y quien evidentemente ya no quiere el queso, solo salir de la ratonera.

 

✉️ dolores.michel@gmail.com