Segunda y última parte
Los cambios legales que se han dado en materia de Derechos Humanos y el NSJP, en los últimos años y la apertura de un nuevo frente para los guardianes de la ley con el combate al huachicoleo, han traído consigo una serie de desafíos y complicaciones, que muchas veces ponen a los oficiales entre la espada y la pared.
Para este trabajo, al igual que en el anterior, por protección a los oficiales que comparten sus puntos de vista, les otorgaremos un pseudónimo, pues entrevistamos al oficial que denominaremos “Lobo”, con bastante años en el medio, así como al agente que ubicaremos como “Cóndor”, igualmente experimentado.
Cuando abordamos el tema de derechos humanos, visto desde la perspectiva de los policías a quienes decidimos entrevistar, ambos reconocen que es algo que debe de atenderse, pero del modo actual, realmente limita mucho el ejercicio de la autoridad, además de que está desesperando a algunos sectores de la sociedad, que perciben que los derechos humanos parecieran que se dedican más a la protección de los delincuentes que de las víctimas.
Al ser un tema delicado, cabe recordar que el impulso de los derechos humanos se ha dado en buena medida, debido a los casos documentados de abusos policiacos y militares que se efectuaron durante la llamada Guerra Sucia, que se realizó en gobiernos que presidieron al país en los años 70’s y 80’s, donde hubo torturas, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas, muchos de los cuales fueron autoría de la tristemente célebre y ya desaparecida Dirección Federal de Seguridad.
Sin embargo, lo que en principio ha sido una herramienta para buscar que las autoridades, en particular, la policía, no incurran en abuso de poder, está siendo utilizado por delincuentes y sus defensores para evadir la acción de la justicia e intentar buscar impunidad, como muchos criminales que alegan tortura como táctica legal para aminorar o evitar sus condenas.
Sumado a lo anterior están algunos cambios del Nuevo Sistema de Justicia Penal que han creado una puerta giratoria, en la que ciertos delitos no reciben un castigo mayor, lo que origina que los hampones sólo vayan a hacer turismo a la prisión, en vez de purgar condenas más largas.
Ante estas disposiciones, ambos oficiales consideran que realmente se ven limitados, a lo que “Cóndor” refiere, “sí te afecta no sólo a ti, sino a todos los policías, porque tu actuar dentro de la policía te va mermando”.
Ejemplifica, “si alguien te dice: me acaban de robar mi carro. Tú actúas y ahí vas detrás del delincuente, lo detienes, pero empieza esa situación de que no los debes privar de su libertad y no los debes de golpear. El delincuente su forma de pensar es: ‘yo me robo el carro, viole o mate es mi problema’, pero yo oficial, cuando voy atrás de él, en mi cabeza vas pensando: ‘no voy a hacer esto, no voy a actuar así’, te vas limitando. Y es malo porque te quitan herramientas.
“El delincuente tiene en tiempo la mayor ventaja que el oficial. Él sí te va a disparar, te va a agredir, tú como oficial, tú no lo puedes agredir, si se baja armado y le das por atrás, como policía tienes un problema”.
El oficial sólo puede disparar en caso de una inminente agresión letal, pero igual va a ser calificado por la respuesta que tenga, “por ejemplo, el delincuente mató a una persona a palos, pero si tú como oficial lo eliminaste con tu arma de cargo al momento que tú lo detuviste, te van a cuestionar porqué lo acabaste de tal forma”.
El agente “Lobo” reflexiona y apunta que su labor como agente está dificultándose, porque para conseguir incluso un número telefónico, se necesita la orden especifica de un juez de control para poder obtener esa información o hacerla legal.
Además menciona, contrario a lo que siempre se había divulgado en años anteriores, que no todos los oficiales reciben capacitaciones por parte de Derechos Humanos, “lamento decepcionarte, pero no es a todos”.
En su área, refiere que no tienen capacitaciones, aunque sí pláticas a las que llaman Simposium de Derechos Humanos, “es una semana de puro choro donde no les importa si te duermes o estás en el teléfono”.
Al respecto, “Cóndor” también coincide en que algunas capacitaciones son deficientes, con millones de pesos tirados a la basura, “porque lo que les interesa es: ‘dales 5 días, mándales algunos folletitos, y di que costó tanto y ahí quedó’”.
“Eso no es una capacitación, una capacitación es llévalos a una práctica a los oficiales, a lo que realmente van a enfrentar en la sociedad”.
También considera que a los oficiales, además de capacitación sería bueno elevar su nivel de formación, “si entró con prepa, haz que termine una licenciatura en el área, pues tiene más conocimiento y así le vas a pagar como quien tiene una carrera. Adiéstralo bien”.
Los entrevistados coinciden en apuntar en algo fundamental: ante las instituciones, pareciera que los policías no tienen derechos humanos, además de que las instancias de Derechos Humanos no los escuchan.
“A nosotros, como los compañeros de Jacala, que los mutilaron, eso, para nosotros, si nuestros compañeros denunciaran, sería su denuncia por lesiones dolosas. Pero si eso mismo fuera por parte de un delincuente en contra de un policía, te castigan por tortura, y la tortura se paga más que el homicidio; y las lesiones dolosas se pagan mucho menos que el homicidio simple”.
Ejemplifica con el caso del Mochaorejas, que en su barbarie, las amputaciones que hacía a sus víctimas son consideradas lesiones calificadas, “pero si un policía de una cachetada le abre tantito en el pómulo a una persona, es tortura, y la punidad es al doble”.
Al respecto, “Cóndor” indica que los oficiales ya actúan de tal manera, que no tengan un problema legal, y al estarse cuidando, los ciudadanos reclaman que no están haciendo bien su trabajo.
Considera que a los policías les hace falta más protección de trabajo hacia ellos, que garanticen su trabajo, que lo puedan hacer con total seguridad y de buena forma, y que no actúen con temor hacia el agente, “que cuando el oficial te diga ‘voy a detener a una persona’, es porque él sabe que esa detención la va a hacer bien”.
Indicó que las leyes que haya qué mover, sean enfocadas a que los delincuentes cumplan una sanción verdaderamente efectiva por el delito que cometen, pues el Nuevo Sistema de Justicia Penal los está afectando muchísimo, “claro, si platicas con un abogado, te va a decir que es un súper sistema, porque un proceso legal en un año o menos ya salen sus defendidos, cuando antes eran procesos más largos”.
“Cóndor” comparte que le tocó hacer una detención de delincuentes que llevaban armas ilegales, a quienes se llevaron consignados, pero quienes salieron a los cuatro meses. Sin embargo, poco tiempo después, durante un traslado de un penal a un juzgado, descubrió que el sujeto trasladado era uno de los que había detenido anteriormente por portar armas, quien había reincidido en el mismo delito, “y su castigo por ese delito es ir a las presidencia municipales a hacer limpieza”.
“Por ejemplo, el que te asalta o te roba, el que roba una casa habitación, te roba el celular, la cartera, es gente que sabe que en uno, dos o tres meses vuelve a salir, porque el delito es menor, y va a volver a hacer lo mismo, porque tiene necesidades y no tiene otra cosa que hacer. Y a la segunda vez lo va a hacer peor”.
A ojos vistas, pareciera que el policía está desprotegido para ejercer la ley. “Lobo” considera que esto se debe a que el Nuevo Sistema es una copia burda del sistema anglosajón, “en este tipo de sistema, el policía debería tener el dominio total de la investigación, sin embargo no es así”.
Otro error que observa “Lobo” en el Nuevo Sistema, es que en las audiencias, los jueces están permitiendo a los abogados defensores sobrepasarse con los oficiales que acuden a testificar sobre ciertos casos, pues la defensa busca involucrar las vidas personales de los agentes para descalificarlos como testigos y desvirtuar sus testimonios, “por ejemplo, lo que quisieron hacerme a mí, el abogado dijo ‘usted sabemos que vive con otra persona y es usted divorciado. En su expediente no aparece el acta de divorcio’. El defensor quiso ponerme como persona no viable para una investigación”.
Entonces, estas estrategias buscan meterse en la vida personal y no profesional del agente, olvidándose del caso, precisamente tienen la intención de dejar ‘morir’ el asunto en el que el agente testifica o aporta para resolver la investigación.
Otro asunto bien complicado para los oficiales es el momento de cumplir órdenes de aprehensión, “la libertad es un beneficio que tenemos que lo vamos a defender a capa y espada”, reconoce “Lobo”, “y si sabes que la regaste, te vas a querer proteger en todos los sentidos”.
Acepta que a veces, al llegar con algunos delincuentes y referirles los motivos de su detención, reconocen lo que hicieron y se someten voluntariamente, “no es broma, algunos así nos han dicho: ‘a qué unidad me subo, no me esposes, me voy con ustedes sin hacer bronca, deja darle esto a mi familia’. Sí hay gente que tiene el valor civil de reconocer lo que hizo, que sabe que debe algo”.
Sin embargo, en otras ocasiones, los oficiales son agredidos por amigos o familiares del criminal, tal como “Lobo” recuerda de un caso en Pachuca, donde el acusado había vuelto a la ciudad creyendo que su delito había prescrito, pero al momento de la captura, sus parientes agredieron a los oficiales, quienes tuvieron que repeler la gresca y los acusaron de abuso policiaco, “porque a nosotros, Derechos Humanos nos oye, pero no nos escucha, para ellos sólo existe exclusivamente su víctima. Nosotros no existimos para nada”.
Las personas que van a ser detenidas no van precisamente a invitarle un café al oficial que los va a capturar, “Lobo” hace una pausa y refiere el peor escenario: cuando el delincuente decide enfrentar a los agentes, “en un municipio de la sierra que colinda con Veracruz, a un asaltante tuve que tirarle en la pierna. Le di en el muslo y tuvimos que llevarlo al hospital”.
“Esta persona se opuso, nos accionó (sus armas) y hubo respuesta. En el nuevo sistema todavía se considera la flagrancia, así que luego de un asalto, detuvimos a uno y éste puso al otro. Fuimos a buscarlo para generar una declaración, llegamos a su casa, y cuando el sujeto nos visualiza, corrió a su casa y salió con una escopeta terciada y disparando con un revólver”.
“La reacción de uno es defenderse, no es que sea por derecho, el sujeto nos accionó su arma y estaban en peligro nuestras vidas. El hecho de que el delincuente esté armado ya significa un riesgo también para terceras personas. Algunos agentes esperan a que el detenido accione, pero eso pone en riesgo tu vida o la de un tercero. No hubo de otra, el sujeto iba a accionar contra mi compañero y no iba a permitir que lo ‘bajaran’ enfrente de mi”.
Al delincuente los propios oficiales lo aseguraron y lo llevaron al hospital, donde no resistió. Aunque se descubrió que el sujeto tenía todas las cosas del atraco, la acción le valió al oficial dos años de conflicto y de gritos ante Derechos Humanos “de que no tienes que disparar tu arma”.
“Pero, ¿y si me están disparando? ¿Qué hago?”.
Recuerda incluso, que en el Valle del Mezquital, tras un asalto precisamente a un representante de derechos humanos que se vio afectado, en su coraje, éste ofreció a los oficiales una cantidad para “romperles la madre” a los detenidos que lo atracaron. Desde luego no accedieron.
Huachicoleo, un nuevo frente
En los últimos años, a las corporaciones oficiales se les abrió un nuevo frente en el combate al crimen, que es la lucha contra el robo de combustible, situación que en Hidalgo no es un tema menor, ya que la entidad es segundo lugar en este delito, sólo detrás de Puebla, que encabeza esta actividad.
Además, el huachicoleo tiene ciertas trazas de apoyo social, porque a mucha gente le afectó los gasolinazos del pasado sexenio, sumado a que desde dentro del propio Petróleos Mexicanos se tienen grandes sospechas de que las personas dedicadas al robo de gasolina reciben ayuda desde dentro.
Sobre este problema, el oficial “Cóndor” apunta que esta situación ya no es de unos pocos, ya que es familiar, laboral y abarca muchas personas e incluso instituciones, “antes no se veía esto aquí, esto se daba pero muy poco, se daba en pipas, en una escala de tanques, pero ahora tras el alza, se lo llevan en robo hormiga”.
Refiere que le tocó una señora, a la que detuvo y percibió en su auto el olor a gasolina, “llevan tres, seis, ocho bidoncitos en sus carritos, en sus cajuelas. No es mucho, quizá son 100 o 200 litros ¿pero que lo hagan diario? Y son señoras, que lo venden”.
“Yo siempre les digo: tú no sabes si detrás de ese bidón, puede haber un policía muerto”.
Considera que ya es una problemática de la sociedad, pues la gente lo ve como una necesidad, “antes eran a mayor escala, y eran pocos, pero ahora ya la gente se está metiendo, incluso gente conocida, que de repente piensa ‘pos sí le aviento un tanquecito’, ¿cierto o no? Y ya saben dónde venden”.
“Esta es una guerra que va empezando y se va a poner peor si siguen aumentando los precios de los combustibles y no llegan a bajar. Antes decías la gente económicamente más pobre estaba haciendo eso, y ahora ya no, ahora son de clase media y alta los que están entrando a eso”.
Igual reconoce que se dificulta el combate por el halconeo, porque hay mucha gente metida y porque desde dependencias hay quienes conocen el asunto, porque es mucho el dinero que se maneja ahí, “puede ser el taxista, la vecina que tiene cerca el ducto quienes avisan”.
Además, este frente también distrae a los oficiales del combate a otros delitos, porque el robo de combustible sucede en el cerro o en el campo, lejos de los caminos convencionales.
Sobre el huachicoleo, “Lobo” reconoce que la gente tiene necesidad, pues las personas se les acercan y les dicen a los agentes que no deben estar en contra del pueblo, “ustedes están para ayudar al pueblo nos dicen”.
“Pero les respondo: lo siento señora, porque sí es ilegal lo que están haciendo. Sabemos que hay necesidad y sabemos que está caro, pero es ilegal”.
Aunque muchos callan ante este fenómeno, reconoce que sí hay ciudadanos que se acercan y colaboran, “¿porque cree que ubicamos las cisternas? ¿a poco si cree que somos muy chichos o que son los drones de rayo láser? Nooo, algunas denuncias anónimamente nos dicen: ‘aquí hay jefe’”.
Y es que han encontrado cisternas perfectamente bien hechas, incluso debajo de corrales para disfrazar el olor.
Reconoce también que en aseguramientos de combustible, han descubierto complicidades y listas de rentas a huachicoleros y sobornos a varios niveles, incluida gente desde dentro de Pemex, pues aunque la paraestatal hace correr el MPD para limpiar sus ductos -solvente que al mezclarse con la gasolina daña el motor-, los agentes han encontrado en sus decomisos gasolina limpia, es decir, que los ordeñadores saben en qué momento va a pasar la ‘buena’ para sustraerla.
En esta lucha, observa que los huachicoleros forman sus redes de protección, “es decir, a sus vecinos les dejan sus litritos, unos 20 litros, y así ellos les sirven de ‘halcones’ y les van a avisando cuando vienen los especiales”.
Sin embargo, hay conductas muy peligrosas por parte de los huachicoleros, donde exponen la vida de civiles que los defienden, como ocurrió en un enfrentamiento en una localidad del municipio de Cuautepec, donde los huachicoleros les accionaron armas largas de fuego a los agentes del operativo especial, poniendo como escudo a mujeres y niños.
“Allí hay que tener la mente fría y no jalarle a lo pendejo, los pinches huachicoleros ahí lo que han hecho es mandar a los niños y las señoras de frente. Las señoras te apedrean, te agarran a palazos, y desde atrás los huachicoleros están disparando. Y las señoras están firmes, porque saben que no les van a tirar a ellas”.
Y aunque hubo 19 lesionados por arma de fuego, no se abundó del tema, “se siente culero que te silben las balas, se siente de la chingada, empieza el gritadero de ‘cúbranse’, ‘no accionen, no accionen’. Pero al primer lesionado de nosotros, tuvimos que responder el fuego, y también entró Sedena, que tienen calibre 50 y 40, “poum” “poum” y sólo así le bajaron, porque vieron que no estábamos jugando”.
Opina que aunque es complicada esta batalla, sí está sirviendo, pues mucha gente ya no le está entrando a esta actividad, pero ayudaría más lo que acaba de aprobarse: la extinción de dominio, pues con un predio o patrimonio incautado, podría servir de lección al resto para que abandonen esa actividad.
Al preguntarles si la política les llega a interferir con su labor, por ahí con reservas comparten que a veces no abona.
Los oficiales, a pesar de estos periplos, reconocen que su profesión les gusta, pues aunque como en todo, se está por necesidad, “estamos por el espíritu que uno tiene por ayudar a alguien. En esta chamba, aunque no lo creas, para trabajar tienes que invertirle. Yo creo que en todas, pero en esta más, por tu seguridad”.
“Cóndor” añade que en este oficio enfrentan impresiones muy fuertes, “hay que tener vocación de servicio y que te guste mucho la policía. Yo desde siempre quise ser oficial. Hay que tener esa vocación, que te guste y que te sientas bien. No es fácil ser un policía”.