Quienes seguimos diariamente las conferencias matutinas, o tempraneras, del presidente Andrés Manuel López Obrador, observamos como paulatinamente se cierra la tenaza en torno a quienes, afirma el mandatario, saquearon al país en los últimos 30 años de gobiernos neoliberales.

Poco a poco, en auténticas pildoritas, AMLO ha ido soltando información sobre este saqueo, aunque sin dar nombres concretos, pero sí con fechas y períodos que involucran desde directores generales, secretarios de Estado y hasta presidentes de la república.

La última píldora la soltó el viernes anterior, cuando citó con toda claridad la oposición, en 2004, del Presidente “en turno”, a que se añadiera una sustancia a las gasolinas que comercializaba Pemex para diferenciarlas del huachicol, oposición que fue respaldada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).

El bombazo hizo reaccionar fuertemente al presidente “en turno”, Vicente Fox Quezada, quien calificó lo asegurado por López Obrador como meras calumnias, pero se afirma, viajó de inmediato al extranjero.

Píldoras informativas que cual pan y circo, buscan satisfacer el reclamo popular de nombres de culpables y castigos ejemplares; de que, como en tiempos pasados, “caigan cabezas”, como cayeron las de Jorge Díaz Serrano, Joaquín Hernández Galicía “La Quina”, Elba Esther Gordillo, y muchos más, lista que podría encabezar ahora Carlos Romero Deschaps, el actual líder sindical petrolero y quien, por cierto, no consiguió el amparo legal que buscó al advertir la tenaza alrededor de su cuello.

Decimos los mexicanos que “al buen entendedor, pocas palabras”, y si bien como periodistas buscamos nombres, fechas, documentos oficiales, etcétera, que autentifiquen la información, López Obrador ha hecho recriminaciones muy claras al exponer hechos concretos.

Entre ellas destaca el señalamiento de que del 2000 a la fecha los  directores generales de Pemex recibían diariamente un reporte sobre cuánto crudo llegaba a las refinerías, cuánto era procesado, qué volumen de combustibles se enviada por ductos y cuánto recibían los centros de almacenamiento. Es decir, era enterado diariamente de cifras que no cuadraban y que evidenciaban fabuloso robo del combustible.

De igual manera ha expuesto el desmantelamiento del centro de mando en Pemex que monitoreaba las 24 horas del día todos los ductos, registrando bajas en la presión de los mismos originadas por el huachicoleo, y como, sin cerrar los mismos, lo ocurrido era informado ocho, 10 horas después a la dirección general, sin que nada se hiciera.

Todo indica que López Obrador cierra la tenaza con sus declaraciones, pero antes busca tener las pruebas legales para entonces sí, ir tras los responsables del saqueo, y como él mismo ha insistido, “caiga quien caiga”, “sin chivos expiatorios”, “de arriba para abajo”, y evitar que como es costumbre en el sistema judicial mexicano, los acusados salgan libres por falta de méritos –pruebas-.

Sin embargo un pueblo sediento de justicia, que hace filas enormes frente a las gasolineras sin exclamar ni una queja, reclama a su líder, a su Mesías, que  ya se den castigos ejemplares y que comiencen las aprehensiones; que quede demostrado públicamente que lo señalado en torno a un acuerdo de impunidad AMLO-Peña Nieto sí son calumnias de detractores del tabasqueño.

El tiempo lo dirá… o los autoexilios en el extranjero de los presuntos implicados.

 

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