Hay pasajes en nuestras vidas que son imborrables, queda petrificados en nuestra memoria, recuerdos que nos atan hacia el pasado, nos ligan a una infancia perpetua, nos retorna hacia la fiebre de adolescente, nos regresa hacia atrás, nos detiene para encontrarnos consigo mismo y ser adultos. También, la memoria nos sujeta hacia el mundo exterior, nos estimula a la creatividad material o intelectual y de ese modo se reafirma el hombre fructífero.

Es común escuchar qué se inventa para el futuro, lo cierto es que también se reinventa el pasado, se vuelve hacía los recuerdos para rescatar momentos agradables de nuestras vidas. Se revira para que resurjan recuerdos significativos, como el de intercambio de expresiones con personalidades dotados de carisma, respetados por su productividad en el campo de las letras, en la tecnología y en la ciencia.

Raymundo I. Alavez con Humberto Ak’abal

Expresé en este diario con fecha 5 de diciembre de 2017, en el artículo: El valor de las lenguas originarias en la XXXI Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Inicié el artículo con la poesía, La vos, autoría de Humberto Ak’abal, poeta y escritor en lengua maya K’iche’, continué describiendo pensamientos de participantes de la mesa Juan Rulfo, comenté de mi experiencia de la traducción al hñähñu de El Llano en Llamas, dos participantes más sobre el tema y otro referente a la traducción al Náhuatl de Pedro Paramo.

Al terminar y contestar preguntas de algunos medios informativos, nos llevaron a departir la cena, al despedirnos para descansar me acerque a Humberto para pedir audiencia, me atendió al día siguiente con la petición que fuera temprano, porque él tenía vuelo en avión para regresar cuanto antes y cumplir compromisos ya agendado.

La mañana siguiente intercambiamos impresiones referentes a las lenguas nativas, a groso modo de nuestras respectivas experiencias, le escuche en viva voz. “Creo que soy dos poetas en una persona”, la razón de esta duplicidad es que él mismo tradujo al español sus poesías escritas en maya K’iche.  Realizamos el trueque, recibí de él “Las caras del tiempo” y de mí obtuvo la traducción de El Llano en Llamas a la lengua hñähñu. El encuentro de volvió a repetir a principios de septiembre pasado en la Fiesta de las Culturas Originarias organizada por la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades. Instancia que organizó La V Fiesta de las Culturas Indígenas a finales de agosto y principios de septiembre.

A primeras horas del martes 29 de enero, recibí la fatídica noticia del deceso de Humberto Ak’abal, saber que su voz fue apagada obliga a la nostalgia, al ser extinta transmisión verbal muy valiosa, pierde la naturaleza, animales y personas ya no podrán ser mencionadas. Sin embargo, nos queda sus obras para ser leídas, difundirlas entre los jóvenes, para que aprendan de necedad del escritor, para salir de su entorno social, de sus condiciones económicas, de su prisión ideológico, de su ignorancia y conformismo.

Humberto Ak’abal logró estatura mundial porque fue un jaguar, como se describe el mismo  en su poesía, referente a este simbólico animal, es sus palabras:

Miro más allá del cielo,

más allá del agua,

más allá de la tierra.

Platico con el sol,

juego con la luna,

arranco estrellas

y las pego en mi cuerpo.

La prosa de Ak’abal es aceptada porque está inundada de sensibilidad para describir con precisión las condiciones anímicas de los lectores y no lectores, conmueven sus palabras emanados desde la profundidad de su espíritu. Cómo muestra de esto:

Dos lagrimas

Cuando nací

me pusieron dos lagrimas

en los ojos

para que pudiera ver

el tamaño del dolor de mi gente.

Con férrea voluntad dejó en forma temporal su comunidad para trabajar en lo que pudiera ser contratado, para obtener con que ayudar a mantener a su familia, no olvidó el humilde pero respetuosa labor de hacer limpieza y emplearse de cargador de bultos, dormir en la calle entre indigentes. “Ni Aquellos primeros libros, recogidos de la basura, que fueron el camino al futuro”. Libros que le dieron visibilidad hacia otras latitudes, libros que encontró en el basurero de un parque, libros de Bécqer, Darío, Amado Nervo.

Su ingenio en manifestar este despertar, lo escribe en su obra poética:

Hoy. 

Hoy amanecí fuera de mí

y salí a buscarme.

Recorrí caminos y veredas

hasta que me hallé.

Sentado en un tanatón de musgos

platicando con la neblina

y tratando de olvidar/ lo que no puedo.

A mis pies hojas,

sólo hojas…

Sin embargo, las hojas emiten sonidos, sólo hay que saber leer el mensaje. Así lo muestra en Canto teñido:

Las hojas de los árboles

tiñen la voz

Por eso

el canto de los pájaros

es verde

Por cierto, una de sus poesías imita el trino de varias de estas avecitas lleno de colores y de alegría.

La expresión de sonido, colores, aromas y comportamiento de la naturaleza y del hombre fue pronunciada en maya K’iché. La lengua hablada y escrita fue galardonada con emotivas palabras:

Las lenguas.

Las lenguas

Aquí también se dividieron las lenguas

no se hizo ninguna construcción fuera de lo normal

todas estaban en sus cabales

y a flor de tierra.

La desaparición física de Humberto Ak’abal es insustituible, como tributo a su contribución a la preservación de las lenguas originaria haremos mención en diferentes foros sus sabias palabras, extrañaremos su presencia, sin embargo, no estaremos tristes porque en palabras de este gigante en las letras originarias dijo:  

 

Una persona.

Una persona triste

no es una persona.

Es un pedazo de algo

que camina,

con la mitad de la vida.