El resultado electoral de 2018 trajo como consecuencia una reconfiguración del poder político en el ámbito local. Por primera vez en la historia del estado de Hidalgo, un partido distinto al gobernador tiene mayoría en el Congreso Local.
Por tal motivo, vale la pena hacer un balance después de los primeros seis meses de trabajo de los nuevos legisladores locales. Hay que recordar, para tal efecto, que el Congreso tiene múltiples facultades en la estructura institucional del estado.
Entre ellas destacan: aprobar el presupuesto de ingresos y la ley de egresos del estado de Hidalgo (principal función), hacer comparecer a los servidores públicos titulares de dependencias o directores y representantes legales de Entidades de la Administración Pública del Estado, al Procurador General de Justicia del Estado, al Fiscal Especializado en Delitos Electorales y al Fiscal Especializado en Delitos de Corrupción y a los titulares de los organismos autónomos, para que informen de los asuntos de su competencia; nombrar al Auditor Superior y al Secretario de Servicios Legislativos; fiscalizar la Cuenta Pública del Estado, Municipios, Entidades Paraestatales, Organismos Autónomos, Organismos Descentralizados Municipales, Empresas de Participación Municipal y las de cualquier persona física o moral, pública o privada que capte, recaude, administre, maneje, ejerza, resguarde o custodie fondos o recursos de la Federación, Estado o Municipios con el objeto de evaluar los resultados de la gestión financiera, comprobar si se ha ajustado a los criterios señalados por el Presupuesto, y verificar el cumplimiento de los objetivos contenidos en los planes y programas, para lo cual se apoyará en la Auditoría Superior del Estado de Hidalgo y conocerá los informes que en materia de fiscalización ésta le rinda, garantizando la transparencia en el ejercicio de sus funciones.
Además, cuenta con la facultad de autorizar al Estado y, en su caso, a los Municipios la celebración de convenios para la obtención de la garantía del Gobierno Federal respecto de sus obligaciones constitutivas de deuda pública; y muchas otras facultades que se enumeran en la Constitución Política del Estado de Hidalgo en su artículo 56.
Pues a pesar de lo anterior, la mayoría de los legisladores de Morena no han ejercido sus funciones a cabalidad para convertirse en un poder que sea contrapeso del ejecutivo. Es más, si hacemos un recuento político de la instalación de la presente legislatura hay agravios fuertes en contra de los integrantes del grupo parlamentario de Morena quienes fueron rehenes de fuerzas extrañas (por decirlo de alguna manera) que no permitieron – en un principio – que la mesa directiva del Congreso quedara en manos de la fracción parlamentaria más numerosa como correspondía por ley. Paralizando así, los trabajos del congreso y poniendo en jaque la estabilidad institucional del estado.
Es decir, a pesar de todo lo anterior, los diputados locales se encuentran ensimismados en una labor legislativa que no ha dejado huella. Dicho en breve, no se nota que exista un Congreso con mayoría de Morena en el estado.
Por el contrario, se perciben acuerdos, y en su caso, se respira un tufo de contubernio entre el ejecutivo y el legislativo local. Me explico, cuando se habla de diputados de Morena en el Congreso Local, se debe de tomar en cuenta que la mayoría de ellos obedecen al interés del grupo político más antagónico al gobernador Omar Fayad. Estos legisladores identificados al grupo universidad que comanda Gerardo Sosa, no han sido lo suficientemente influyentes en la política estatal. Pero quizá, su parsimonia tiene su razón de ser en una negociación entre grupos políticos. En lugar de ser actores libres e independientes, los legisladores de Morena en Hidalgo están sometidos a los caprichos de grupos consolidados que les dan línea.
Si la anterior hipótesis se sostiene sería desastroso para la institucionalidad del estado. Porque esta legislatura pasaría a la historia como sumisa a intereses particulares. Es decir, dejarían de lado los compromisos adquiridos con el electorado que los llevó al poder. De tal manera, que se reforzaría la idea del gatopardismo, eso de cambiar todo para que todo siga igual.
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