Hace unos días la calificadora Standard and Poor’s (S&P) mantuvo la calificación crediticia de México en BBB+, pero cambió a negativa la perspectiva de crecimiento aduciendo “preocupaciones” sobre las previsiones futuras: «La perspectiva negativa refleja nuestra opinión de que los potencialmente mayores pasivos contingentes y una menor previsión de crecimiento económico podrían erosionar el perfil financiero del soberano«, dijo S&P en un comunicado.
S&P es considerada una de las tres agencias de calificación de crédito más grandes, junto a Moody’s y Fitch Ratings. Hace poco, ya se había emitido una calificación no favorable a Pemex por parte de la última. Sin embargo, las calificaciones emitidas por estas empresas no están exentas de polémica y en varios casos han sido francamente equivocadas. Hay quien ha denominado “la divina trinidad” a estas empresas, dado que pareciera que su juicio es incuestionable, ¿Qué tan confiables son?
En el año 2008, antes de la crisis de las denominadas “subprime” (modalidad crediticia caracterizada por tener un nivel de riesgo de impago superior a la media), S&P otorgó la máxima calificación crediticia a las hipotecas basura y a bancos que resultaron subsistir de estafas, entre ellos a Lehman Brothers, empresa que tuvo la mayor quiebra de la historia ese mismo año. Los “especialistas” de S&P calcularon en 0,12% la probabilidad de no pago de varias empresas en los siguientes 5 años a su calificación, aunque posteriormente, datos internos de S&P revelaron que dicha probabilidad había sido 28% (más de doscientas veces superior a la emitida).
Ante el congreso estadounidense en octubre de 2008, el presidente de S&P, Deven Sharma, declaró que la súbita caída de los mercados hipotecarios había sido una sorpresa (sic). Si bien, en 2001 el término “burbuja inmobiliaria” sólo tenía unas 10 menciones en la prensa, entre enero de 2004 y el verano de 2005, las búsquedas en internet del término se habían incrementado considerablemente en USA y para 2005 aparecieron más de 3000 artículos que lo mencionaban, y numerosas fuentes acreditan que el riesgo de burbuja inmobiliaria era considerado como un escenario posible por numerosos analistas.
Otro caso conocido es el de Islandia. En 2001 S&P estimó con una nota de AAA debido a su nueva legislación bancaria liberal. En 2008 el sistema bancario islandés entró en crisis y los islandeses votaron en referendum que no devolverían el dinero extranjero invertido.
Algunos claman que las calificaciones emitidas recientemente son totalmente objetivas y no responden a intereses ilegítimos. Con los antecedentes de S&P, esto es como si le entregáramos las llaves de nuestro auto a alguien a quien le suspendieron la licencia de manejo.
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