Comprar en las pescaderías la variedad deseada en pieza y solicitar que sea fileteada a la vista del consumidor, es la única manera que tiene este de certificar que la variedad por la que paga es la que recibe, sin que se le despache “gato por liebre”, como alerta la organización Oceana.
Certeza que no se tiene al consumir pescado en restaurantes, en donde por lo general se consume filete empanizado o elaborado en variadas recetas que dificultan observar de qué tipo de especie se trata; en este caso, todo depende del prestigio del establecimiento al que se acude.
Cuando de pescado fresco se trata, los consumidores cuentan con muy pocas herramientas para no formar parte, de acuerdo a Oceana, del 31 por ciento que paga por filete de huachinango y recibe una especie más barata.
“Pues la única manera que yo veo es que venga, pida la pieza de huachinango completa, pida que se la fileteen a la vista y observe; no veo como más”, comentó al respecto Luis Ángel “N”, empleado de una famosa pescadería en Pachuca en donde asegura, “no engañamos al público”.
Acepta sin embargo el pescadero que tratándose de filetes ya preparados de antemano, “nosotros sí distinguimos de que son, pero hay muchos que podrían confundirse, como el Baza y el Blanco del Nilo”.
Distinguen el pescado ya fileteado quienes acostumbran comer pescado frecuentemente, pero resulta difícil para quienes lo consumen muy ocasionalmente, por ejemplo, solo en Semana Santa.
Esta situación se evidencia aún más cuando el pescado se compra en los supermercados, ya empaquetado en filetes congelados, pues incluso en ocasiones la etiqueta se limita a señalar que se trata de “filete de pescado”, sin citar la variedad de la que se trata.
En estos casos, entre lo congelado de la carne de pescado, no es posible apreciar su tamaño real –hasta una vez descongelado-, además de su color y textura, para tratar de identificar la variedad que se compra.
De acuerdo a empleado, las variedades de filete de mayor consumo son las de huachinango, mojarra y lisa; “el huachinango es muy blanco y grande, la mojarra es pequeña y ancha y la lisa es larga y angosta”, comenta.
Cuando el pescado se empleará para hacer un caldo, es mejor entonces comprar la pieza completa y pedir que se trocee a la vista. “La cabeza y la cola dan muy buen sabor”, comenta Luis Ángel.
La organización Oceana alertó en días pasados que en México existe mucha piratería en la venta de pescado fresco, y que hay variedades como el pescado Sierra que cuando se vende en filete es sustituido, en el 89 por ciento de los casos, por otras especies más baratas.
Soya en lugar de atún
En días anteriores la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), alertó también de que marcas muy consumidas de “atún” tienen un elevado contenido de soya, sin alertar de esto a los consumidores.
De acuerdo a un estudio realizado por la propia Profeco, las variedades de atún en el mercado pueden contener entre un 1 y un 65 por ciento de soya, siendo las de “marca propia” de los supermercados, las más baratas, las que en lugar de ser atún con soya son soya con atún.
La Profeco presentó una lista de marcas y contenidos en la que aparecen, por ejemplo, la lata de supuesto lomo de atún aleta amarilla en agua, Tuny Light, de 140 gramos, con un contenido de soya que va del 1 al 4 por ciento, o la marca Dolores, también de 140 gramos, cuyo contenido de soya va de 1 a 2 por ciento.
Encontró la Profeco que en latas de atún de marca propia que manejan los supermercados el contenido de soya llega a alcanzar el 65 por ciento.