¡Es que tú, hasta el pelo tienes rebelde!, me decía mi mamá cuando al veinte para las ocho, al fin lograba, durante unos minutos, mantenerme quieta en la silla para peinarme, antes de salir volando a la primaria que estaba a unas cuadras de la casa. Rebelde me quedé, peinada, más o menos.
Luego, ante la amenaza de ¡ya lo pagarás cuando tengas hijos!, eso de tener un huracán a escala a quien tendría que coartar, terminó de convencerme de que el “instinto” ni de lejos me pasó.
Nunca me ha molestado mi decisión, a pesar de que en éste sistema hegemónico, es malo que una mujer decida no ser madre, pero, peor aún que se arrepienta de serlo.
Durante el terremoto de 1985 perdimos nuestra casa, en ése momento trabajaba en Canal 13, el sindicato y la empresa me liberaron mis papeles del INFONAVIT, para que, dijeron, tuviera donde llevar a mi familia. Hasta con mi último examen de historia me fui corriendo a las oficinas.
-Ehm… ¿es usted casada?-
-No-
-Ehm… ¿Tiene hijos?-
-No-.
-¡Lo sentimos mucho, pero no damos créditos a mujeres solteras!-
Así es queridas y queridos lectores, en 1985 el INFONAVIT no daba créditos a mujeres como yo.
Ya acá en Pachuca, hace algunos años en una reunión con mis vecinas, a una de ellas se le ocurrió comentar que, si pudiera regresar el tiempo, no habría tenido hijos. ¡Ups!, ni siquiera terminó de dar sus argumentos. Literal, se le fueron a la yugular. El resto de la reunión fue muy incómoda, por decir lo menos. No le volvieron a hablar y ella jamás volvió a mencionar nada.
Social y culturalmente hay una imposición de la maternidad, pero no cualquiera. Se exige la abnegación total y el amor incondicional, que las madres den todo a cambio de nada. En ocasiones me chocan los mensajes que algunas mujeres suben a la red, donde expresan que sin sus hijos no son nada.
Pero resulta que hay muchas maneras de ser madres, hace un año, Ale Guerrero me invitó a un conversatorio sobre maternidad, ahí se presentaron mujeres que la ejercen de otras maneras, fue muy interesante.
Una de las participantes se presentó así: ¡Hola soy Elvira y nunca quise a mi hija! Contó su historia, jamás sintió apego por la niña, su madre se la crió. En varias ocasiones han intentado acercarse y simplemente la relación no se da, ni siquiera ahora que la hija es adulta, lo tienen claro las dos, no hay rencores.
Por otra parte, y en evidente contradicción del sistema con respecto a la maternidad, en Estados Unidos, una mujer que había hecho una donación a favor de una niña con cáncer, la retiró luego de enterarse que es hija de madres lesbianas.
Si lee la nota se podrá dar cuenta de la abnegación y el amor que éstas mujeres tienen por su hija enferma, no habría nada que reprocharles.
Hay muchas, muchas maneras de ser madre, sólo se trata de respetar y de entender, que poniendo un pie afuera de tú casa, las cosas son totalmente distintas.
Empecé la columna hablando de mi mamá. Mucho antes de que muriera, varios 10 de mayo acompañé su regalo con el mismo verso de José Martí, se lo vuelvo a enviar:
“Mírame madre, y por tú amor no llores, si esclava de mi edad y mis doctrinas tu mártir corazón llené de espinas, piensa que nacen entre espinas flores”.