En columnas anteriores he mencionado la existencia de ciertas tendencias actuales que están marcando cambios importantes en disciplinas que regularmente han sido consideradas como incompatibles. Uno de los ejemplos más emblemáticos a este respecto es el relacionado con la economía y la física.
Por un lado se considera a la economía (incluida la econometría) como una ciencia social que no admite en su enfoque tradicional, la realización de experimentos. La física, por otra parte, es una ciencia natural construída sobre el método científico que contempla como requisito indispensable, la experimentación. Pareciera que no hay punto de acuerdo entre ambas disciplinas.
No obstante, cada vez es mayor el número de físicos que incursionan en el estudio de los sistemas financieros, incluido el caso de los mercados bursátiles, un terreno originalmente “propiedad” de actuarios y economistas. En la columna anterior mencionaba el caso del Profesor James Simons, quien luego de fundar su empresa, Renaissance Technologies en los años 80’s, ha logrado acumular una fortuna valuada en más de 21 billones de dólares. Este ejemplo es notable, aunque debe aclararse que no se trata de un caso aislado.
El comportamiento estocástico de los mercados financieros los convierte en problemas difíciles de modelar. Por ello se ha intentado incorporar técnicas que originalmente fueron concebidas para describir sistemas físicos como lo son las mezclas de gases o sistemas magnéticos sujetos a variaciones de temperatura.
Entender y modelar el crecimiento económico de un país en desarrollo como el nuestro, representa un reto desde cualquier punto de vista. Hay muchas variables involucradas, desde las más conocidas, como es el caso del valor de los activos, los rendimientos y la volatilidad que experimentan las mismas, hasta lo que algunos han denominado la Economía conductual.
En el año 2002 le fue otorgado el premio Nobel de Economía al Dr. en Psicología Daniel Kahneman por su contribución al entendimiento del mercado, desde la perspectiva de esta disciplina. Aunado a lo anterior, debemos considerar variables locales importantísimas, dado que las remesas que envían los connacionales que se encuentran trabajando en el extranjero, contribuyen de manera importante al crecimiento económico de nuestro país.
Por otra parte, una gran sector de la población mexicana se encuentra inmerso en la informalidad, de manera que incorporar y regular su contribución al crecimiento de nuestro país, representa todavía un problema abierto. Es claro que enfrentamos un reto enorme si realmente deseamos incrementar el crecimiento económico de nuestro país.
Es claro también, que los enfoques “tradicionales” no han dado respuesta a esta necesidad. Se requiere un enfoque multidisciplinario donde las diferentes ciencias aporten lo mejor de sus recursos para lograr la meta soñada.
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