Este domingo fue un día especial en el panteón municipal de Pachuca, ya que cientos de personas se dieron cita para recordar y celebrar a aquellos padres que cumplida su misión, se adelantaron en el camino, y fueron recordados por sus hijas e hijos con flores, con comida, pero especialmente, con música.

Desde temprano el camposanto pachuqueño comenzó a recibir a los visitantes, que solos o en familia, acudían a recordar a los buenos hombres que les dieron también el regalo de la vida e intentaron ser el mejor ejemplo para ellos.

Aunque se dice que el día de las mamás quizá va más gente, el panteón realmente se vio muy visitado, pero en este día hubo una singularidad: había más música en el ambiente, pues muchos de los hijos e hijas recordaron a sus papás con la música que más les gustaba.

Así que los conjuntos musicales, de norteña, ranchero, tríos huapangueros y de música de marimba estaban movidos por todo el cementerio, e igualmente se escuchaba música de los autos para complacer aquellas añejas melodías de los que gustaban los papás, así que igual se escuchaban las notas de Las Mañanitas al pie de las capillas o los sepulcros de aquellos padres que se fueron a la otra dimensión, lo mismo que El Rey, del inmortal José Alfredo Jiménez.

De algún rincón salían las guapachosas notas de “Suavecito, suavecito”, que quizá el difunto disfrutaba en la voz de la “Tesorito” Laura León, así como música de bolero ranchero o de melodías rancheras como “No Volveré”, “Cruz de Olvido”, “El Hijo Desobediente”, entre otras que hacían del momento, un día colorido.

Algunas mujeres limpiaban los floreros, mientras los hombres deshierbaban y ayudaban en la limpieza, otros más pintaban de blanco la capilla familiar, para darle lucimiento a la última morada de sus papás.

En otras capillas la familia se arremolinaba para almorzar, unos ricos tacos de chicharrón con salsita y refresco, e incluso algunos hijos echaban una chela junto con papá, pues lo ameritaba el soleado día.

Cerca de la entrada principal, una de las familias tenía día de fiesta en la morada de su patriarca, pues le llevaron música a Dios dar y era una comida familiar cualquiera, quizá como las que convocaba el difunto en vida.

Algunas letras invocaban el buen ejemplo que el padre siempre quiso para sus hijos y enseñarles el buen vivir, como la que dos hermanas y su madre le pidieron a un trío vernáluco para dedicársela a su papá, lo mismo que las notas de “Que falta me hace mi padre”, de Antonio Aguilar.

De a poco, el panteón se llenaba de flores por aquí y por allá, pues afuera, en las florerías la polar estaba a 40, los ramos de codorniz a 30 y las rosas a 80.

Los Tigres del Norte también se hacían resonar en el camposanto, lo mismo que melodías de huapango, lo que hacía del día un gran recuerdo de aquellos padres que amaban su música.

Pero también hubo tiempo para recordar al equipo que los apasionaba, algunas tumbas ondeaban la bandera del equipo favorito, e incluso en una cruz colocaron una playera del Boca Junior con el dorsal 21, con el que el señor Olvera debió pasar inolvidables tardes jugando al futbol.

Entre el ir y venir de gente, se tomaba un respiro a la sombra de los árboles la señora Gloria Sánchez, quien a sus 83 años, acudió a recordar a su papá en el panteón pachuqueño y a llevarle flores. Diminuta, la señora Sánchez tiene muy presente a su padre, quien partió a la otra vida cuando ella contaba con 5 añitos, y desde entonces, no lo ha olvidado y viene a recordarlo, “por él estoy aquí, seguido venimos a verlo, no hay que dejar abandonadas las tumbas”.

Siempre tengo buenos recuerdos de él, ¿por qué estamos aquí en el mundo? Por ellos y por Dios, y por la virgen también”, dice mientras toma el fresco.

Por doquier se escuchaba música y se veía mucho trajín de los tríos y conjuntos musicales, como reconocieron el dúo integrante de la marimba tropical Palma de Oro, quienes daban tres melodías a 100 pesos e iban de aquí pa’ allá cargando su marimba donde los llamaran, reconociendo que este día es muy movido para ellos, pues eran más musicales los papás y sus familias solicitan más melodías como “las Mañanitas”, “Mi querido viejo”, “El Rey”, “Cruz de Madera”, entre otras.

A las 5 de la tarde se cerraba el panteón, cuyos administradores reconocían que había muchísima afluencia, “es un día fuerte”, pero sin contar con algún estimado, mientras en la entrada, en una de las banquitas, la señora María de los Ángeles se entretenía tejiendo, pues había acudido con sus hijos a que vieran a su papá, esposo de la señora Mary, pero por el sol y su edad, ya le costaba más trabajo ir más arriba a la parte alta del panteón a ver a su consuegra, “yo los espero aquí, ya le llevamos sus flores y fue mi hijo conmigo aquí luego con su papá. Espero no me hayan olvidado, si no me tengo que ir en el camión hasta Cubitos, porque allí vivo”, bromeó.