Cristina Alejandra López Gómez es una bailarina hidalguense cuya pasión por el ballet y la danza, la llevó no sólo a perfeccionarla en su persona como bailarina ejecutante de ballet, sino a compartirla con los pachuqueños a través de su escuela, Petipa Academia de Danza en Pachuca, donde prepara a niñas y también a más personas, para acercarlos a esta disciplina del mundo del arte.

Cristina Alejandra López recuerda que su formación artística como bailarina inició a los 6 años de edad, cuando su mamá decidió acercarla al arte, inscribiéndola a clases de piano, danza folclórica y ballet, pero de esas tres opciones, se enamoró del ballet y desde esas empezó a formarse como bailarina, a la par de su formación académica, pues a la par de ser bailarina ejecutante y maestra de danza y de ballet por la Royal Academy of Dance, también tiene la carrera de ingeniería industrial.

“Siempre tuve la inquietud del arte, y desde muy pequeñita, desde los 12 años, estaba yo con la inquietud de querer formar a otras personas. Entonces me acerqué a la Casa Hogar de la Buena Madre con niñas que no tenían el acceso, pues no tenían la atención de los padres, aunque allí tienen un círculo amoroso de las religiosas, y me acerqué con ellas y en el comedor de la Casa Hogar comienzo a dar mis clases, con la intención de compartir con ellas y empezar a descubrir también mi espíritu docente”.

Así que a sus 12 años, los conocimientos que tenía los compartió de esa manera con las niñas de la Casa Hogar, prosiguiendo su formación y conforme creció, se dio cuenta que requería hacer algo más respaldado, “por eso inicio mis estudios con la Royal Academy of Dance de Inglaterra, que hoy día es la institución que nos respalda y le da la formación y el seguimiento a nuestros alumnos de Petipa, además de que hice mi carrera como bailarina ejecutante, a la par de seguir con mi formación académica y convertirme en ingeniero industrial”.

Cristina Alejandra

Aunque a muchas personas les sorprende la combinación que ha realizado de ingeniería y de formación artística, Cristina considera que el mundo es tan multidisciplinario que estas disciplinas no están peleadas la una con la otra.

Al concluir su carrera como bailarina ejecutante, decidió iniciar junto con su esposo, la idea de compartir el arte con otras personas, compartiendo su experiencia y su conocimiento con otras personas, “entonces también hice mi carrera como maestra certificada de la Royal Academy of Dance de Inglaterra, porque no solo hay que ser bailarina, hay que ser maestro para poder dar clases”.

Recuerda que José Mancillas fue su primer maestro, para después continuar en la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey, para después acudir a la Ciudad de México para hacer su formación, donde hace sus certificaciones anuales con la Royal, y después estuvo en Guadalajara con las tutoras de la Royal, por lo que ahora en su academia se dan cursos de certificaciones a nivel nacional.

Así comenzó el sueño que le dio vida a su escuela de danza y ballet Petipa, que ya tiene 18 años de existencia, en un edificio con bellas, agradables y muy apropiadas instalaciones para la práctica de la danza y el ballet, donde forma a bailarines desde niñas de 3 años de edad, hasta personas adultas.

Cristina reconoce que tuvo que trabajar picando piedra, porque el arte es una disciplina que mucha gente no considera básica en la formación, “incluso algunos gobernantes te dicen ‘es que el arte no es negocio’ y creo que el arte es un alimento para el alma”.

Consideró que poner a los niños y los jóvenes en contacto con el arte, ayudará a tener una sociedad mejor.

Dijo que aunque se han preocupado por hacer de Petipa Academia de Danza un lugar bonito, no sólo es hacerlo bello exteriormente, sin procuran que quienes entran sientan esa paz, esa calma de conectarse consigo mismo, para poder expresar y compartir sentimientos y emociones, que es lo mágico de la danza.

Asegura que las certificaciones con esta institución inglesa le han permitido visualizar que la danza tiene un lenguaje universal, pues es la magia que tiene este arte, de transmitir emociones y pensamientos de una manera universal.

En estos 18 años de su escuela, sumado a su pasión por la danza desde los 6 años de edad, reconoce que en este camino, como en otros, lo difícil no es llegar, sino mantenerse.

“Cuando ves que tienes una consolidación y un prestigio como escuela, entonces hay que mantenerlo. La danza nos permite un espacio de conexión interna, y esto nos permite ser felices”.

Indica que para ser bailarín hay que ser muy disciplinado, “tienen que ser muy comprometidos y dar el 100 por ciento en todo”.

Cristina López reconoce que formar bailarines le ha dado variadas satisfacciones, desde tener chicos que han estado en la Escuela Nacional de Danza, además de otros como alguna pequeña que llegó con alguna dificultad en la movilidad e inseguridades por su condición física, pero que al final del curso se le veía feliz presentándose en un teatro felices de ser lo que son, “otro de los grandes logros que consideras, es que puedes generar un público conocedor, que cuando van a una función de ballet, conocen cómo es la estructura, conocen el ballet mismo y lo pueden apreciar de mejor manera y valoran el esfuerzo de todos los bailarines que están en escena”.

Además, reconoce que muchas niñas llegan con la idea de que les es difícil bailar, “pero todos podemos bailar, el hecho de que ellos se sientan seguros y felices al entrar a Petipa Academia de Danza, para mí también es un gran logro, el logro es la manera en que impactas a los demás, las alumnas que llegan después de 18 años y te dicen ‘no sabes cómo influiste en mi vida’, para mí eso también es un logro”.

Explica que llevan funciones de beneficio al IMSS, a la Casa de la Niña, de la Tercera Edad, a la Casa de retiro, con personas que pocas veces tienen un acercamiento a algo que los haga felices, “el ver su cara de felicidad cuando ven a mis alumnas bailar, para mí es un logro, porque logré transmitirles un momento de alegría y paz”.

Lograr que Petipa sea una escuela de prestigio y consolidada, me ha dado grandes satisfacciones en la vida, pero sobretodo, poder transmitir su pasión por la danza a las niñas que acuden a su escuela, a quienes recibe desde los tres años, aunque pronto va a abrir un grupo especial para personas adultas, “no somos una escuela elitista, quien quiera integrarse con nosotros, siempre hay opciones y siempre hay espacios para quien quiera bailar”.

Petipa está en el bulevar Valle de San Javier 104, del lado del Fraccionamiento Real del Valle, muy cerca de una Mega tienda comercial.

 

 

 

 

  • En la edición impresa se publicó por equivocación el nombre de Patricia López, cuando el correcto de la maestra es Cristina Alejandra López Gómez. Ofrecemos una disculpa por los inconvenientes causados.