En la película norteamericana “Belleza colateral”, en México se llamó “Belleza inesperada”, la muerte que es encarnada por la actriz Helen Mirren, le pregunta en una sala del hospital a Madeleine (Naomie Harris). – ¿A quién vas a perder? -, -A mi hija- responde. La muerte le hace notar, – ¡Procura no perderte la belleza colateral de eso!

En junio de 2014, los papás de Carmen, mi pareja, fueron asesinados por el enfermero que les cuidaba, la crueldad fue brutal y la justicia no llega. Por supuesto no hay comparación en el impacto que tuvo para ella, sus hermanas y hermano, pero sin duda a quienes les hemos acompañado también nos afectó.

Quiero platicarles sobre una de las cosas que me ocurrió a raíz de ese suceso. No cabe duda de que la mente y el cuerpo son sabios, que cuando se unen para protegerte lo hacen de manera impecable. Perder a alguien tan querido de esa manera provoca un dolor inconmensurable, insoportable, simplemente sabes que no lo vas a poder aguantar.

Sucedió en segundos, ni cuenta me di, perdí todos los sentidos y no me percaté de ello hasta que los fui recuperando tres años después, los estímulos que recibía a través de los siete agujeros que tengo en la cabeza y por supuesto toda mi piel, no detonaban en el cerebro, dejé de sentir, para no sentir. Lo resumo así, durante ese tiempo, únicamente respiré.

Me di cuenta de que no solo a Carmen, sino a mí también nos urgía ayuda profesional. Siempre acudo a mis amigas cuando estoy desesperada, en esta ocasión también, así es como llegué con Magalli Piña. El trabajo terapéutico con ella ha sido excepcional, por decir lo menos, lo más importante es que estoy recuperada.

Todo esto para platicarles de la belleza inesperada que me ha traído esta tragedia. Poco después de haber iniciado la terapia, empecé a recuperar los sentidos. Uno de los mejores momentos sin duda fue cuando volví a escuchar la música y ver el baile en toda su magnitud, me tomó totalmente por sorpresa.

Ocurrió hace dos años durante la presentación de El Cascanueces, clásico ballet navideño, con la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo y el Ballet estudiantil de la Sala Ollin Yoliztli.

Yo miraba y escuchaba con atención, de momento la música entró por los oídos y ocupó todo mi cuerpo, los movimientos entraron por mis ojos e hicieron lo mismo. No podía creer lo que estaba experimentando, toda mi piel, el pelo y los bellos del cuerpo se me erizaron. Fue como si por primera vez en mi vida escuchara música y viera danza, terminé llorando, fue un momento de belleza total, esa que estuvo ausente para mí demasiado tiempo.

Ahora experimento todo de manera distinta, creo sinceramente que no es necesario pasar por una tragedia para apreciar la belleza inesperada que trae vivir la vida, solo abran sus sentidos. Pero para que eso ocurra, hay que despojarse de todo lo que la vida “moderna” está imponiendo y en consecuencia los cancela.

Hacer que desaparezcan la individualidad, la avaricia, el consumismo, la depredación, el egoísmo, la homofobia, la discriminación, la violencia, el acoso y un largo etcétera. Dejen a un lado sus celulares, tabletas y pantallas, canten, bailen, ¡disfruten como si nunca lo hubieran hecho!

Pienso mucho en las familias de las y los desparecidos, de las y los asesinados, de las que fueron víctima de feminicidio, en niñas, niños y adolescentes hombres y mujeres abusados y violados. ¡Se puede volver a sentir!, si creen que necesitan ayuda profesional, búsquenla, pero ¡por favor no dejen de vivir!

Estos tiempos que nos están tocando en México requieren de nosotras y nosotros ser ¡más derechos que nunca y más humanos que nunca!

¡Felices fiestas a todas, todos y todes!

 

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