Raúl García Gutiérrez

“El prometer no empobrece, el dar es lo que aniquila”, dice el dicho popular. Los 84 presidentes municipales de nuestro estado llegaron hace cuatro años con un gran costal de promesas hechas a la ciudadanía que votó por ellos. Hoy, a días de entregar la administración a los Concejos Ciudadanos entrantes, un buen número de ediles se irán con más pena que gloria, dejando a sus municipios con muchas carencias, promesas incumplidas y una gran decepción entre la gente que creyó en ellos.

Las poblaciones más importantes del estado quedan con rezagos en obra y seguridad pública, salud, educación, infraestructura básica, etc. En cuatro años hemos conocido historias de alcaldes cometiendo excesos, adquiriendo nuevas propiedades, abriendo o incrementando nuevos negocios personales, algunos más llevando a sus familias a unas vacaciones soñadas en el extranjero, con el dinero público. La Auditoría Superior tendrá mucho trabajo revisando que cuadren las cuentas municipales con las obras o acciones reportadas por los ayuntamientos.

En nuestro estado existe una gran cantidad de comunidades con un grado de marginación muy alto, sin caminos de acceso, sin energía eléctrica, carentes de sistemas de agua potable y drenaje. Ahí es donde, difícilmente, llega la justicia social. La gente sencilla de estos pueblos deposita su confianza en tal o cual candidato porque le creen al: “No les voy a fallar”, “Ténganme confianza”, “Soy su amigo”. Se necesitan mujeres y hombres sensibles a las necesidades de sus pueblos, humanos, que antepongan el espíritu de servicio a las ambiciones personales.

Hace cuatro años, los partidos políticos nos propusieron a “sus mejores cuadros”, a aquellos hombres y mujeres comprometidos con Hidalgo y su gente. Una vez electos, tuvieron todo el período para demostrar su capacidad, sus ganas de servir. Y llegó el momento de la evaluación final. La percepción de los ciudadanos de a pie, del taxista, del tendero, de las amas de casa, del obrero, del campesino coincide: “Nos quedó a deber”.

Pocas son las demarcaciones que se sienten satisfechas con el desempeño de sus autoridades municipales. Eligieron a las personas correctas para dirigir el rumbo de su terruño. Para ellos, el reconocimiento, el aplauso y la satisfacción que deja el deber cumplido, el esfuerzo diario para hacer de sus comunidades mejores lugares donde vivir.

Aún con la incertidumbre del próximo proceso electoral, los diferentes institutos políticos comienzan a difundir las listas de los elegidos para competir por las alcaldías de nuestro querido Estado de Hidalgo. La elección de Presidentes Municipales ha sido, por mucho, la contienda que más interesa a la población. Incluso hay familias que se dividen en las preferencias electorales. Se pelean las candidaturas internas con especial pasión y fiereza.

Se cuentan por cientos, tal vez miles, si consideramos a todos los partidos involucrados, los candidatos a presidentes, regidores y síndicos. ¿Qué hay detrás de tanto interés?
Si se mantiene el calendario electoral vigente, el domingo 18 de octubre estaremos asistiendo a las urnas a elegir a las nuevas autoridades municipales, asunto que se antoja muy difícil, con un Hidalgo con cifras ascendentes, que nos mantienen, a la fecha, en el semáforo rojo, indicador del mayor riesgo de contagio. El gobernador Omar Fayad ha declarado que “sería un suicidio” hacer campañas políticas en plena pandemia.

Existe ya una solicitud de aplazamiento dirigida al Consejo General de Salud, para que se considere dicha prórroga, que podría desplazar la elección hasta el próximo año. Coronavirus, crisis económica, procesos electorales; aún restan cuatro meses de este impredecible 2020, ¿qué más nos tocará vivir?

Con gusto leo sus comentarios.
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