Como si fuera comunicado de prensa mal hecho, lo que se llama «nota», la escena informativa más atractiva estuvo al final del debate de la noche de este martes por la presidencia de Estados Unidos: Jill, esposa del aspirante demócrata Joe Biden subió al escenario y portando mascarilla dio un emotivo abrazo a su marido. Unos metros al lado, la sonriente Melania ya se había acercado, sin mascarilla, a su esposo Donald Trump, se colocó a su lado pero sin un beso, abrazo o siquiera un apretón de manos, y posó con él para las cámaras y fotógrafos. La calidez de la pareja retadora pudo haber ganado ahí muchos votos.
Ambos septuagenarios cerraron con sus parejas el primero de tres debates, mismo que será recordado por las repetidas y belicosas interrupciones del mandatario a su contrincante y que de paso atropellaron al moderador Chris Wallace, quien fracasó en su objetivo de ser «tan invisible como se pudiera», pues como réferi de box ante un pelador marrullero, tuvo que interrumpir las persistentes interrupciones del mandatario a lo largo de la hora y media del encuentro.
Trump llegó a la cita con desventaja de 6.1 puntos porcentuales respecto de Biden, de acuerdo al promedio de encuestas de Real Clear Politics, y la pregunta es qué tanto redujo esa brecha, si su rijosidad le sirvió para acercarse y llegar con un mejor semblante a la inminente fecha de noviembre.
Por lo pronto la cadena CNN, que no es la favorita del mandatario ni de este de aquella, señaló que seis de cada 10 personas que vieron la transmisión estiman que el exvicepresidente Biden ganó, mientras solo tres se pronunciaron por el actual jefe de la Casa Blanca.
El usualmente tranquilo Biden esta vez se exasperó ante las frecuentes interrupciones de su rival y llegó a exclamar y preguntar «¿te callarás?», un gesto que seguramente no pasó inadvertido para la audiencia, que tampoco habrá dejado pasar inadvertido que el mandatario no cuestionó a los grupos supremacistas, lo que no habrá de ser simpático para el voto de color.
Pero lo que no debe de olvidarse es que los debates no deciden las contiendas, y menos esta que parece tener una ruta clara desde hace semanas atrás. Visto a la distancia, este primer debate remarcó las posiciones de cada quien y, en consecuencia, apuntaló las tendencias que favorecen a Biden.
Pero nada está decidido. Otros muchos temas quedan por abordar. México no fue tocado, de manera que deberíamos de esperar la acostumbrada serie de pésimas referencias del mandatario hacía nuestro país, y lo más interesante será en los dos debates que restan, conocer la posición de Biden, la cual se daría en ese marco del no cuestionamiento del actual gobierno de la #4T a Trump.
El resultado de este debate seguramente generará ajustes en la campaña reeleccionista, y es ahí donde deberán de esperarse noticias, pues el mandatario estadunidense no habrá de esperar al segundo y menos al tercero para hacer ajustes. Ahí podría haber sorpresas.
Por lo pronto, también al final, se dio la exhortación del candidato demócrata a votar, bien por correo, por bien de manera presencia, y expresó su compromiso de respetar el resultado, lo que no obtuvo reciprocidad de Trump, quien insistió en hablar de fraude a través del voto postal
Lo que no debe de olvidarse es que los debates no anticipan obligadamente el resultado final de la jornada electoral de noviembre. Hace cuatro años, la entonces aspirante demócrata Hillary Clinton fue encontrada ganadora del primer debate ante Trump por 62 puntos, mientras el ahora jefe de la Casa Blanca solo logró 27 puntos.
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