Así como la covid-19 dejó al descubierto la falta de preparación científica entre quienes cubren las informaciones de salud, la reciente información sobre la detección de fosfina en la atmósfera venusina evidenció, una vez más, esa falta de cultura científica no solo en los medios nacionales, sino también en diarios de prestigio internacional que, tal vez en búsqueda de lectores, malinterpretaron un artículo publicado en Nature Astronomy, el 14 de septiembre pasado.

Los encargados de “cabecear” (ponerles títulos a las notas) no necesariamente son quienes las redactaron. Algunos títulos son muy afortunados y certeros, en tanto que otros son sensacionalistas o estridentistas, como sucede frecuentemente con las notas relacionados con la medicina o la ciencia, en general, como en este caso.

¿La vida está en otra parte?

De acuerdo con los titulares de los principales diarios estadounidenses, la vida también está en otra parte. The New York Times tituló: “Científicos encuentran pistas de vida en nubes de Venus”; The Washington Post: “Astrónomos dicen haber observado un potencial signo de vida en la atmósfera de Venus”; Los Angeles Times: “¿Vida en Venus? No es tan loco como suena”. El Financial Times: británico y dedicado a las fianzas, no se abstuvo del sensacionalismo: “Venus se erige como un punto de acceso extraterrestre, después de que se encuentran signos de vida en los sistemas de nubes”.

En México, para la mayoría de los diarios no fue una noticia de primera plana, excepto en El Universal, que lamentablemente cabeceó: “Vida potencial en Venus”. Mención aparte merece La Crónica de Hoy, que mesuradamente, en primera plana destacó: “Encuentran fosfano en la atmósfera de Venus”. El título no fue muy atrayente, pero sí se apegó a lo encontrado por los científicos.

El artículo que causó esas y otras reacciones es Phospine gas in the cloud decks of Venus (Gas fosfina en las cubiertas de nubes de Venus), escrito por Jane Greaves, astrónoma de la Universidad de Cardiff y 18 coautores de las universidades de Cambridge, Manchester, Kyoto Sangyo y Abierta del Reino Unido, así como del Massachusetts Institute of Technology, Imperial College London, Royal Observatory Greenwich y el East Asian Observatory, en Hawaii.,

Los investigadores encontraron gas fosfina en la atmósfera de Venus, en mayores cantidades de la esperada por las condiciones físicas y químicas de las nubes venusinas, por lo que realizaron varios experimentos, a partir de la información que en 1985 obtuvo la Misión Vega, de la entonces Unión Soviética, en Venus.

Greaves y colaboradores modelaron casi un centenar de reacciones químicas, con los datos de temperatura, presión, velocidad vertical de los vientos, niveles de luz y detección de rayos, entre otros, que recogió Vega. Pero no encontraron fuentes conocidas que explicaran la mayor cantidad de fosfina en la atmósfera venusina, lo cual no descarta que haya otras fuentes.

Dos hipótesis por comprobar

La fosfina, formada por un átomo de fósforo y tres de hidrógeno (PH3), es “un gas incoloro, inflamable, que explota a temperatura ambiente y que huele a ajo o a pescado podrido. Pequeñas cantidades ocurren naturalmente provenientes de la degradación de materia orgánica. Es levemente soluble en agua”, define la Agencia para el Registro de Sustancias Tóxicas y de Enfermedades, de los Estados Unidos (ATSDR, por sus siglas en inglés).
Se produce con fines industriales en la fabricación de semiconductores y plásticos, en la producción de un retardador de llamas y como plaguicida en granos almacenados; pero también se usa para la producción clandestina de metanfetamina e incluso en atentados terroristas del Estado Islámico.

De forma natural o biológica, se encuentra en microorganismos que viven en las entrañas de tejones y peces, en excrementos de pingüinos y en ambientes pobres en oxígeno como los pantanos. Como es producida continuamente por microbios, se ha planteado que algo semejante podría estar sucediendo en Venus, pero se deben explorar otras posibilidades.

Los propios investigadores han planteado con firmeza “que la detección de PH3 no es una evidencia sólida de vida, sólo de química anómala e inexplicable”. Finalmente, proponen que será importante un modelado y experimentación sustancial, para determinar si las fuentes de fosfina en Venus son procesos fotoquímicos o geológicos desconocidos o “para determinar si hay vida en las nubes de Venus”. Pero se trata de una hipótesis que falta por descartar o confirmar.

 

@RenAnaya2
f/René Anaya Periodista Científico
Publicado en revista Siempre!