«La estrategia sin tácticas es la ruta más lenta hacia la victoria. Las tácticas sin estrategia son el ruido antes de la derrota».
Sin duda, el hecho de llevar los contenidos educativos a una gran parte del país a través de la radio y la televisión ha resultado innovador. Forma parte de la estrategia federal para que las niñas, niños y adolescentes continúen con su formación académica básica. La Secretaría de Educación Pública ha planteado una serie de pasos generales para la atención de este sector de la población.
Los lineamientos generales indican que los profesores busquen las formas de comunicarse a distancia con sus alumnos, por protección de los niños y de los profesores. Se da por hecho que en cada hogar existe una televisión – más bien, una pantalla digital moderna, computadoras, laptops, tabletas y teléfonos celulares.
Los docentes se han estado capacitando, a marchas forzadas, en el manejo de las plataformas tecnológicas desde donde atenderán a sus pupilos. Zoom, Meet y Teams ofrecen la posibilidad de tener videoconferencias, lo más cercano posible a la interacción tradicional que tiene un maestro con su alumno. Classroom imita un salón virtual, en donde se suben trabajos, videos, presentaciones, etc., para que los niños accesen, reciban las diferentes tareas, las realicen y las devuelvan a su profesor por la misma vía.
Una manera más sencilla y bastante eficaz es enviar y recibir los trabajos por medio de Whatsapp, donde se pueden compartir textos, videos y, prácticamente, cualquier documento. En apariencia el asunto está resuelto. Solo es cuestión de coordinarse un poco para lograr que el hecho educativo ocurra.
A casi siete meses de que se detectó el primer caso de coronavirus en el país y después de haber transitado por la “Jornada Nacional de Sana Distancia” y, posteriormente entrar en la “Nueva Normalidad”, la curva epidemiológica, presentada todas las tardes por el Dr. Hugo López-Gatell y sus colaboradores, indica que llevamos casi 11 semanas a la baja, es decir, en ocurrencia de nuevos casos.
Sin embargo, la economía mundial y nacional han sufrido un golpe devastador por el confinamiento. La pérdida de empleos ha quebrado innumerables empresas y mantiene sostenida con alfileres la supervivencia de las familias.
En todo el país se están dando a conocer los casos en donde no hay televisión en los hogares, donde no existen, ni siquiera, esos celulares que permitirán a los niños proseguir con su aprendizaje. Ya ni hablemos de los demás dispositivos y aparatos electrónicos. La pandemia está descubriendo el verdadero rostro de la desigualdad en México.
Quienes perdieron sus empleos a causa del temible virus ahora buscan, a través de empleos mal pagados o temporales, o del comercio informal, llevar el sustento básico a sus familias. Literalmente, no se pueden dar el lujo de ponerle una recarga a su celular para recibir y enviar las tareas de los hijos. Muchos paterfamilias dejan a sus hijos solos todo el día por salir a trabajar. En casa no se queda nadie que los supervise que vean los programas de televisión y, en muchos casos, ni un celular para revisar los trabajos que enviaron sus maestros.
A los maestros se les da la indicación que se comuniquen con sus alumnos, que tengan clases a través de las plataformas, pero no existe una estrategia real, estructurada y precisa para hacerlo. Cada maestro, con toda su buena voluntad, lo hace de la forma en que puede, insisto, sin seguir una táctica generalizada.
Existe una incongruencia entre lo proyectado y la realidad cruda en la que está la sociedad. Como lo indican varios estudios, se está incrementando el estrés laboral y educativo. Los maestros y los niños (los que pueden) trabajan todo el día y parecen nunca terminar. Hoy tenemos más estudiantes y profesores agotados por la ansiedad y las tensiones.
Hay estrategia pero no hay tácticas. A usted ¿cómo le va con las clases de sus hijos?
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