¿Alguna vez has pensado en lo que significa la palabra resentimiento? este sentir una y otra vez lo mismo que ya se experimentó en cierta ocasión, y que si lo pensamos bien nos mantiene vinculados a situaciones que inclusive hubiéramos deseado no vivir o no atravesar, entonces, ¿qué sentido tiene revivir permanente e incansablemente esa emoción, preocupación, tristeza o dolor? Y peor aún, dejar que se transformen en constante sufrimiento.

Si bien es cierto que para elaborar un evento doloroso puede ser necesario pensar y hablar de lo que sucedió, igualmente es verdad que no dejar morir ese sentimiento resta energía y causa amargura, entre otras consecuencias físicas, emocionales y hasta relacionales que suelen aparecer cuando el resentimiento obtiene un lugar principal en nuestros días.

No soltar lo que nos dañó es una forma de amargarnos la existencia porque no tiene sentido, deberíamos de pensar antes de vivir anclados al resentimiento: ¿qué mejora en tu vida cuando odias, cuando no perdonas o superas?

Fíjate bien en las personas que permanecen años recordando una situación dolorosa, un momento de crisis o que alimentan un profundo odio hacia las personas que consideran responsables de lo que sintieron antes, alguna vez leí y es cierto que, cuando odias a alguien te conviertes en esclavo de esa persona porque vives pensando y observando qué hace, qué dice o deja de hacer, esto no es adecuado para la salud mental, y por lo tanto, tampoco para tener una vida plena.

Lo cierto es que, hay que aprender a gestionar nuestras emociones de una forma adecuada para que cuando las estemos viviendo podamos responder de la mejor manera posible y después procesar, elaborar y superar lo vivido para no irlo cargando a lo largo del tiempo y sujetarnos así a experiencias dolorosas o que nos llevaron al enojo, a la frustración o a la tristeza indefinidamente manteniendo y reviviendo ese evento en nuestro presente aunque ya no debería estar ahí porque es asunto del pasado.

A ciertas personas hay que dejarlas ir, pero dejarlas ir, significa reconocer que no es sano que esté en nuestro presente quien eligió seguir su camino de diferente manera que el nuestro o la gente con la que tal vez tuvimos algunos encuentros desafortunados, ya sea porque la dinámica de la relación perdió calidad o por elección, porque se dejó de coincidir, incluso porque las circunstancias de la misma vida cambiaron y ya no fue viable permanecer en donde estábamos o con quien estuvimos.

Para desechar el resentimiento es imprescindible tocar el perdón y lo cierto es que, a veces se alberga la creencia de que perdonar es olvidar y que esto supone necesariamente el riesgo de volver a vivir una situación similar, ya sea un desengaño, una traición, decepción amorosa, etc. Y en vista de esta idea se opta por seguir resguardándose en la remembranza y en el tortuoso camino de resentir.

El perdón no es algo que se da a otro sino que se otorga a sí mismo, cuando perdonamos dejamos de cargar con las emociones desagradables que tanto nos lastimaron en algún momento, perdonar no es olvidar sino aprender y dar la oportunidad de abrir las puertas a nuevas opciones en donde el dolor, por lo menos ese dolor conocido, no tendría cabida.

Liberarse del rencor consiste en otorgarse la oportunidad de transitar por la vida con un equipaje emocional más ligero y altamente funcional, viajar ligeros, sin resentimiento.

No se eligen los familiares y no con todos se alcanza a construir un vínculo nutricio o se confía demasiado en aparentes amistades… No toda la gente reconoce el valor de la confianza o lo frágil que se vuelve una relación ante la ausencia de esta, la gente elige su conducta, ya sea intencionalmente o en forma inconsciente, comprender esto ayuda bastante para dejar de esperar que no existan las diferencias individuales así como asimilar que algunas relaciones alcanzan tal punto de quiebre que es preferible finalizarlas o alejarse lo más posible sin prolongar el dolor o la ira.

Lo que es ideal para preservar nuestra salud física y mental es negarnos a rememorar mental y emocionalmente lo que no va bien para nosotros.

Es una elección personal y de amor propio distinguir qué lo que alguien haga o decida, incluso sus omisiones son su responsabilidad y que la nuestra es cuidarnos eligiendo conscientemente tener una mejor calidad de vida, que la paz mental y la armonía emocional se alcanzan al cerrar ciclos y quedarse fuera de estos.

¿Cómo liberarse del resentimiento? Reconocer que se está resentido y qué o con quién se permanece enganchado, distinguir cómo te cuentas la historia, en que lugar te colocas, ser incluso empáticos con el otro, y ser justo contigo… ¿te mereces lastimarte ahora tú con los recuerdos que te provocan amargura?

Es probable que no hayas podido evitar lo sucedido, sin embargo, hoy depende de ti permitir o no que alguien en la distancia a pesar del tiempo siga teniendo ese efecto que te lastima.

Igual y puedas hablarlo con quien te lastimo, no para herir sino para terminar de cerrar tus heridas, no es necesario que la conversación sea personalmente, incluso puedes hacerlo simbólicamente.

Tu vida vale tanto y pasa de prisa, elige cómo ir por ella, adopta conductas que rompan con ese ciclo del rencor y si lo consideras inicia un proceso psicoterapéutico en el que puedas soltarte y liberarte de lo que te hizo daño, en algunos casos incluso esa experiencia negativa tiene una connotación positiva que si lo decides enriquece tu fortaleza emocional, haciéndote resiliente.

Tal vez hoy te resulte improbable, pero cuando menos lo imagines hasta experimentes cierta gratitud por lo vivido, no porque se agradezca el dolor, sino porque te hizo crecer… Tú eliges si lo vivido se convierte en un trauma, en odio que te daña o en un aprendizaje y una lección en tu existencia.

Hay que despedirse de lo que no quieres más en tu vida y si no lo quieres más, libérate del resentimiento, haz espacio en tu equipaje, en tu camino y en tu corazón para lo que realmente amerita conservarse… ¿Lo pensé o lo dije?
¡Abrazos virtuales!
Lorena Patchen
Psicoterapia online 7711785074