“Más mujeres que hombres han perdido su trabajo, y ellas están tardando más en recuperarlo”. La pandemia amplió las brechas laborales para nosotras. Y aunque la COVID-19 ha servido para que las empresas acepten el trabajo desde casa, poniendo todo en la balanza, el resultado es negativo, aseveró la presidenta del Women Economic Forum Iberoamérica (WEF), Michelle Ferrari.
Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en septiembre había 33.3 millones de hombres económicamente activos; antes de la pandemia eran 34.6 millones. En tanto, en el mismo mes, 20.5 millones de mujeres tenían un empleo o estaban en busca de uno; antes de la crisis, había 22.6 millones en esta condición.
Las mujeres ya tenían mucho menos acceso al mercado laboral, enfatizó la consultora organizacional. El desempleo afectó a todos los grupos que tenían un ingreso por su trabajo, pero hasta ahora ellas siguen “representando las mayores bajas”. Pues mientras 1.1 millones de hombres siguen sin empleo, hay casi 3 millones de trabajadoras sin uno.
“El cierre de las escuelas trajo una carga adicional a las madres trabajadoras. Y en general, todo lo que se tiene que hacer en casa para no poner en peligro nuestra vida porque esta enfermedad implica mucho esfuerzo que se delega en las mujeres.
Sumado a las medidas de confinamiento, esto complica la búsqueda de empleo o de un puesto de mayor responsabilidad y, por ende, de mejor remuneración, explicó. “No todas pueden darse el lujo de quedarse en sus casas. Tienen la urgente necesidad de conseguir ingresos”.
Es evidente que frente a ese panorama todo cambio que se anuncia en el mundo laboral o en la política económica afecta en forma preponderante a las mujeres, esta afirmación supone una perspectiva de género. ¡Eso hay que verlo!.
Durante este mes hay varios acontecimientos importantentes en materia de política econonómica: la autorización del Paquete Económico 2021 por el Congreso y cómo va a quedar el Anexo 13; el incremento al salario mínimo (SM) para el próximo año; la propuesta del presidente para el sistema de pensiones que ya está en el Congreso para su revisión y apobación y, recientemente la propuesta presidencial sobre el outsourcing: regularlo o eliminarlo, es el debate.
Una agenda amplia, en todas y cada una de estas medidas están los intereses de las mujeres les afectará directa e indirectamente, pese a ello su nivel de participación en las argumentaciones no es muy amplia, no se escucha su voz y tampoco se atiende.
¿Qué implicaciones tiene el incremento al SM en tiempos de crisis?
Para las mujeres la posibilidad de remontar esta crisis provocada por la pandemia pasa necesariamente por la recuperación sostenida de los ingresos, en su mayoría provenientes de un salario, aún para esa gran mayoría que se ubica en la informalidad laboral (sin derechos laborales). Es la fórmula para reducir desigualdad y pobreza.
Una vida digna requiere, como mínimo, cubrir los servicios básicos de alimentación, salud, limpieza, vestido, vivienda y educación.
“Una vida digna en México, hoy en día, requiere satisfacer necesidades básicas, como la alimentación, la vivienda y el vestido, así como tener la oportunidad de trabajar, acceso a los servicios de salud y educación y al tiempo libre. Se trata también de estar comunicada e informada, vivir en un ambiente estable y seguro, y ser parte de la sociedad”.
Son algunos de los resultados del análisis elaborado por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, titulado: “El estándar de ingreso mínimo en cuatro grandes cidades de México”, coordinado por Marcelo Delajar.
Carmen R Ponce Meléndez