Si bien hace algunos años Aristóteles decía que la política se le tenía que confiar a las personas de mayor edad, porque tenían mayor experiencia, hoy en día esa figura se ha desgastado.

Es muy importante el confiar la política a las y los jóvenes, porque de ellos dependen las futuras generaciones, es decir, son estos quienes deben de tomar las riendas en la política local y federal, dejemos que sean la motivación y el impulso para quienes tienen ese interés en estos temas.

¿Por qué darles la oportunidad de gobernar?

Si bien, la política es un tema escabroso, un poco visceral y un tanto como caminar a ciegas. Existen muchos que la vemos cómo lo que debería de ser, “el arte de gobernar”, no el enriquecerse a través de esta. La historia de la política mexicana es demasiado turbia; el pueblo, la ciudadanía, esta dolida por falsas esperanzas, por los discursos que cada proceso electoral escuchan, llenos de mentiras, de falsas esperanzas. Pero es aquí, donde viene un re-pensar político, no desde las trincheras de quien ya lo conoce, sino de las de quienes deseamos cambiar algo de una realidad con demasiada incertidumbre.

Los cambios y los procesos no son de un día a otro, toman tiempo y decisiones. Así la política y las bases de ella toman tiempo, es decir, en los jóvenes hay los principios y la experiencia de sus propias familias, de sus amigos y compañeros de trabajo, de todo un proceso de vida. La política está ligada con la juventud, van encaminadas a establecer un bien común.

No son los colores lo que definen una buena o una mala política, sino las mismas acciones de los individuos, las instituciones están llenas de individuos que toman decisiones, tanto individuales como colectivas, por lo que de manera individual una abogada, un barrendero, un estudiante, una estilista y la lista podría ser aún más larga, siempre tomamos decisiones para un fin común.

Confiar en la política es confiar en nuestras decisiones, buenas o malas. Confiar en los jóvenes es sentar la base de una política consciente, es decir las nuevas y buenas ideas están en quienes pretenden cambiar la manera de gobernar, en regresarle esa confianza y fe a las personas que la han perdido por las malas decisiones que han tomado quienes han estado en el poder.

Las y los jóvenes necesitan tener oportunidades y espacios dentro de la administración pública, no solo es garantizarles un lugar dentro de las plantillas a los ayuntamientos, sino que también debería de existir esta figura para el tema de los legisladores locales y federales. De tal manera que se necesita garantizar que exista un diputado local menor de 30 años, quien represente los intereses de las y los jóvenes.

No hay necesidad de volver a las ideas revolucionarias, lo que si es necesario es retomar las dos preguntas de Miguel Carbonell; ¿Cómo vamos a convencer a los jóvenes para que estudien y se preparen si todos ellos ven que a los cargos más altos llegan sujetos iletrados, si los partidos premian a sus incondicionales sin importarles la ignorancia que demuestren y sin tomar en cuenta el más mínimo mérito académico? ¿Cómo vamos a sacar adelante al país cuando el mensaje que llega desde donde se ejerce el poder es que más vale ser cómplice o compadre, que un buen estudiante?

Cuando en realidad las y los jóvenes son capaces de innovar y poder implementar mecanismos para mejorar el sistema electoral, llevan los conocimientos y la práctica para poder lograrlo, también el entusiasmo de un cambio positivo social, es viable que se les otorgue la oportunidad a todas y todos aquellos que quieran ser cambio.

Josué Jair Mayorga Vega