Martha Canseco González
ME HE DADO CUENTA DE QUE ESTAR CON LOS QUE UNO QUIERE ES SUFICIENTE. Walt Whitman
Ya se preveía que las fiestas de fin de año, traerían un repunte en los contagios y los decesos por covid 19, pero lo que está ocurriendo es increíble. Hablo aquí de quienes se reunieron con sus familias en estas fechas porque extrañan los abrazos y el calor de su gente más querida. De quienes continúan tentando a la suerte sin cuidarse y sin preocuparse por las, los y les demás no.
De hecho, a mí lo que más trabajo me está costando con la pandemia es no poder dar esos amorosos apapachos a mi familia, la gente que quiero y mis amigas. Los abrazos, los besos y sobre todo las presencias me hacen falta. Una maga me dio un cariñoso abrazo el 14 de diciembre, hacia 10 meses que no tenía un contacto así, me fue tan evidente entonces que lo extraño horrores.
Para el 24 de diciembre decidí que me quedaría en mi casa y para el 31 no recibí a nadie, me dolió por supuesto, acostumbrada a reuniones familiares hasta de 50 personas y para el fin de año algo similar. Estar con mis amigas y amigos me da energía, aun así, esta semana que cumplo años suspendí la tradicional comida.
El viernes 15 de enero, el Congreso de Hidalgo y la bancada de MORENA en el Cabildo de Pachuca reconocieron el trabajo que hizo durante cien días el Concejo Municipal, fui convocada, les agradezco sobre todo al Diputado Víctor Guerrero, pero aparte de seguirme cuidando, no pude, llámenle miedo si quieren no importa.
¿Quién nos iba a decir que las muestras de amor traerían funestas consecuencias?, familias enteras se contagiaron. Me parece que llegó demasiado tarde la sugerencia de que sí tenías planes de estar con tu familia te encerraras por lo menos tres semanas antes.
Familia, amigas, amigos y conocidos han enfrentado pérdidas muy sentidas, abuelas, abuelos, padres, madres, hijas e hijos y demás familiares. Sí mucha gente también está superando la enfermedad, pero con un solo muerto habría sido más que suficiente. Dos millones de personas en el mundo han sucumbido, en México casi son 140 mil al momento de escribir esta columna.
Sí bien lo advirtieron, la imposibilidad de estar cerca de enfermos y moribundos, pesa ahora como una loza. El hecho de no poder cuidarlos o despedirlos amorosamente hace que la piel duela, como nunca los cinco sentidos han sido tan imprescindibles, pero a la vez inútiles para tocarlos, olerlos, escucharlos, verlos y disfrutarlos.
Muchas familias contagiadas se han tenido que cuidar y atender solas para no infectar al resto cuando dan ganas de correr a ayudarlos. El zoom es tan distante y ahonda los momentos pesados de silencio. Los mensajes y llamadas parecen muy fríos e insuficientes Y no sólo eso, continuamente estamos siendo interpelados de nuestra propia existencia y vulnerabilidad.
Hace meses escribí una columna donde aseguraba que esta pandemia nos tendría que hacer cambiar, que modificar nuestras prioridades nunca imaginé que sería a base de tanto dolor.
¿Ahora cómo habrá de ser el amor en los tiempos del covid?, creo que nos habremos de enseñar a acariciar con las palabras, a tocar con los ojos y a amar con el alma hasta que esto pase.
Pienso mucho en quienes están perdiendo seres queridos sin poder hablarles ni comunicarse, ¿qué les dirían si los tuvieran enfrente?, escribir sana. Aquí está este espacio, pueden hacerlo público, eso sí es necesario dejar por escrito que autorizan su publicación.
Un abrazo cariñoso con el alma a quienes han tenido pérdidas a quiénes han enfrentado y están enfrentando la enfermedad: Silvia, Karina, Arely, César, Layla, Lupita, Frida, Fernando, Olympia, Erika, Julio, Judith, Olga, Martín, Arely, Alfredo, Karen, Luisa, Sandi, Lizeth…
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