Salvador Franco Cravioto

Recién transcurrió el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, que se recuerda todos los años el 13 de enero. Y si bien sin la pandemia ya teníamos toda clase de problemas, ahora a la crisis sanitaria de 2020 y que brinca a 2021 se suman también nuestras habituales crisis económicas, políticas, culturales, sociales, familiares, mentales, emocionales y existenciales, las cuales no pocas veces nos generan estrés, miedo, incertidumbre, ansiedad y, por supuesto, depresión, trastorno incapacitante poco entendido que va más allá de lo que se considera una simple tristeza o duelo.

Pero, ¿qué es entonces la depresión? Es un trastorno mental que viven alrededor de 300 millones de personas en todo el mundo, el cual se caracteriza por la desesperanza y la pérdida (con o sin causa) de interés por la vida, incluso en ocasiones por las actividades que más nos gustan o solemos disfrutar), además de otros síntomas como ansiedad, angustia, sensación de cansancio y falta de concentración; esto según la Organización Mundial de la Salud.

Lo curioso es que la depresión puede no ser notada ni siquiera por la persona que la padece, la cual puede parecer normal. Pero además, aun siendo consciente la persona de que vive con depresión, por lo general evitará hablar sobre ella por temor a parecer débil o a que otros digan o piensen que se “victimiza” o se tira al suelo.

La depresión es la primera causa de discapacidad en hombres y la novena en mujeres, de lo que se infiere que somos los hombres los más vulnerables a la depresión, quizás en parte por nuestra biología y en parte por las obligaciones y expectativas sociales que se nos suelen atribuir.

Por otro lado, “las redes sociales y la hiperconectividad tienen una relación estrecha” con la depresión, según la psicóloga Ángela Rey de la Universidad de Santo Tomás, Colombia. “Nadie pone en redes cosas malas, la presión social de mostrarse siempre bien y feliz es muy fuerte”, apunta la especialista en salud mental.

La depresión es un estado oculto y silencioso, difícil de detectar; ignorado, desconocido y malentendido por la sociedad y hasta por la mayoría de los profesionales de la salud. Aunado a esto, existen ciertos estereotipos relacionados con esta condición, quizás el más común es el famoso “échale ganas” o “ánimo” o “ya, ponte bien”, los cuales lejos de ayudar a quien la sufre, solamente llevan a profundizar e invisibilizar aun más la depresión real, lo que muchas veces impide a las personas contar sin prejuicios con el apoyo y la información veraz y oportuna que requieren para salir adelante y poder llevar una vida feliz y funcional.