Arturo Gil Borja

Triste título el que este día ocupo para citar la presente columna, sin embargo, y por un discurso de división y odio, una gran parte de los ciudadanos tildan a los diversos grupos sociales con motes arcaicos, inoperantes, insulsos y lastimosos.

Según el discurso político, los fifís son un sector de la sociedad de muchos recursos económicos, que solo se preocupan por ellos y que utilizan a los demás para obtener un provecho personal, hundiendo al resto de la población en la pobreza y miseria.

Tal pareciera que ser productivo, emprendedor y próspero, se ha convertido en un delito en este país, y que el deseo de superación debe ser castigado como una conducta grave.

La realidad es que la sociedad se cansó de tantas desigualdades, de discursos llenos de promesas poco cumplidas y de mentiras que derivaron en corrupción, pero sobre todo en impunidad.

A raíz de esto y con un discurso muy cuidado, pero sobre todo agresivo e incendiario, México cambió de forma de gobierno, con la esperanza de que nos iría mejor, pues parecía que la clave era la sencillez de las propuestas, cuando en realidad, era el inicio del odio y el divisionismo.

El país ser partió en dos, unos atacando a otros de chairos y estos respondiendo al resto de fifís; mientras y de manera gradual, el país era consumido por la falta de un proyecto verdadero de estado y por la ineptitud e inoperancia de algunos elementos claves en el gobierno federal que, con mucha firmeza, pero poco conocimiento, asesoraron al titular del ejecutivo para destrozar las instituciones que habían dado cierta certeza y estabilidad a la nación.

Se prometió que la actividad delictiva se resolvería en el primer mes, después se dijo que, a los seis meses, después al año y hoy, crece sin freno alguno ni esperanza de percibir una mejora real, mientras la economía va a pique y según expertos del grupo financiero BBVA, será hasta el 2024 cuando nos recuperemos, es decir, un sexenio económicamente perdido.

Quizá lo que ahora duele más, son la burda manera en que se decidió manejar la pandemia, con una serie de contradicciones y mentiras que se convirtieron en contagios y muertes, mostrando la mayor ineptitud de todas, que tiene a México en primer lugar en muertes de personal de salud en el mundo y una de las tasas más altas de mortalidad.

Con mucha esperanza, y una vez más, salieron funcionarios de gobierno a prometernos que, para el 31 de enero de este año, llevaríamos 6 millones de dosis aplicadas, cuando ya nos anunciaron que se detendrá la aplicación de vacunas, bajo la mentira de que “había que dejar que llegarán vacunas a países más pobres”, para ser esto desmentido por los proveedores, aplicando solo 547 mil dosis y sin asegurar que se podrá aplicar la segunda dosis a los que ya la recibieron.

En pocas palabras, caímos en el caos y el desgobierno, con mentira tras mentira, jugando con lo que duele mucho a millones de familias, es decir, su salud.

La ineficacia, desconocimiento e ineficiencia del gobierno federal, llevó a que los gobiernos de los estados, a través de la CONAGO, en la que el Gobernador Omar Fayad Meneses, de Hidalgo, propusiera a la federación, que se permitiera a los mismos ser gestores para la adquisición y aplicación de vacunas.

Por su parte, la iniciativa privada, que ha sido duramente criticada por el gobierno federal como empresarios de derecha, rebasaron por la derecha a esta administración federal de izquierda, y la Fundación Slim fue la primera en conseguir proveedores y vacunas, lo que llevó al gobierno de la república a doblar las manos y admitir, de alguna manera, su fracaso total en el tema de salud… Los fifís llegaron para salvar a México.

Al menos, de todo esto, lo bueno es que habrán mejores gestores para conseguir vacunas, aunque el panorama no es bueno, pues el mundo entero está haciendo lo mismo y se prevén resultados lentos y a largo plazo.

Triste, verdaderamente deprimente, fue ver que, en algunas partes de la república, se privilegió vacunar primero a los “siervos” de la nación, para “vender políticamente” los programas sociales y las vacunas, pero ni ellos tienen segura la aplicación de la segunda dosis.

Estamos viviendo un pasaje de la historia de México para el olvido, en donde nuestro encargado de la salud pública y atención a la pandemia, ha ganado el mote del Doctor Muerte, pues de los 3 mil muertos que dijo habrían, estamos ya en promedio en los 150 mil muertos, de manera oficial, desconociendo la cifra real, porque la pandemia le ganó a un gobierno sordo y soberbio.

En China, apenas el pasado 23 de enero, celebraban que, a un año de la pandemia, han retomado con cierta regularidad sus actividades; nosotros, a pesar de haber tenido dos meses para planear una estrategia efectiva, estamos en el pico más alto de contagios, por lo que el mes de febrero será de consecuencias letales para muchos enfermos y sus respectivas familias.

La conclusión, es no bajar la guardia y cuidarnos, pues si bien es cierto el gobierno federal pudo hacer mucho más para controlar la pandemia, también lo es que ningún gobierno puede con la necedad y poco sentido de solidaridad de muchos habitantes.

Por hoy me despido, esperando tus comentarios.

Hasta la próxima.
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