Metaxu

Para Hellen 22 mayo 1928-27 diciembre 2008

De mi papá aprendí a ser niño, cosa que pude vivir en total impunidad durante toda la infancia, de mi mamá aprendí a ser mujer. De niña mi familia paterna me decía “el nene” mi mamá luchó para que usaran mi nombre, y yo, durante todo ese tiempo supe que “Fabiola” era mi nombre gracias a mi mamá, a Hellen. También gracias a mi hermana, Vicky.

Cuando Vicky nació mi mamá lloró porque nació mujer, lo mismo pasó conmigo. “A las mujeres nos va muy mal” decía Hellen. Tenía razón. Corrían los años 60. Mi papá apostó su sueldo de un año a que yo iba a ser niño. Perdió.

Hellen siempre quiso tener dos hijos. “Tengo dos brazos, puedo con dos hijos” y nos tuvo. Le costó mucho trabajo embarazarse y el primer intento fue fallido. Gemelos varones no llegaron a buen término. Luego vino Vicky, que llevaba el nombre de su papá y de mi mamá. Después vino la boda con mi papá y llegué yo: prematura. A los pocos años el divorcio. Desde la entrada al juzgado Hellen sacó las garras y dijo: “Vamos a entrar al juzgado y vas a firmar no solo el divorcio sino la guardia y custodia de Fabiola. Fabiola es mía. El día que me la quieras quitar te mato.” Mi papá firmó. En ese entonces, 1973, Hellen era mucho más poderosa que Carlos. A la salida a las puertas del juzgado mi papá cayó de rodillas llorando a gritos, se abrazó de las piernas de mi mamá y le pidió que se volviera a casar con él. Mi mamá lo repelía a patadas. “Siempre vas a ser el papá de mis hijas, pero no te confundas, entre tú y yo sólo hay eso y será para toda la vida. A mí no me vuelves a tocar un pelo.” Se lo cumplió hasta el último día de su vida. El lugar de mi papá siempre fue suyo y cuando Hellen se fue una gran parte de mi papá se fue con ella.

Mi mamá no pretendía ser feminista, lo tuvo que ser. Siempre luchó por ser libre y siempre fue pilar económico para ella y los suyos. Comerciante, separada a los 18 años de su primer matrimonio -que duró una semana- empezó a generar ingresos para su familia a los 14 años. Para los 22 tenía su negocio ya establecido. A esa edad conoció tanto a mi papá como al papá de mi hermana. A mi papá le tomó 18 años casarse con ella. Yo no recuerdo el aniversario de bodas de mis papás, solo que mi mamá decía que la iglesia de Providencia y Parroquia estaba maldita porque a ella le había ido fatal por casarse ahí con mi papá. En su vida la volvió a pisar. El aniversario de divorció tampoco la sé, pero seguro lo festejó por años.

Para los 70 que mi hermana y yo íbamos al Margarita de Escocia, que era una escuela de señoritas pudientes católicas, el divorcio no se mencionaba. Las hijas de divorciados lo manejábamos como un secreto a voces del que la escuela no se podía enterar porque antes que nada era católica.

Mi mamá se casó dos veces por la iglesia, cuando supo que su primer marido había muerto (nunca lo volvió a ver después de aquella semana) fue al registro civil para sacar su acta de defunción y ser viuda. Así se pudo casar con mi papá por la iglesia y para ambos la Ley de Dios pesaba más que la Ley de los Hombres. Mi mamá sólo firmaba con el nombre de mi papá en las boletas de la escuela. E. H. de Díaz de León y su garabato encima. Años más tarde le pregunté de dónde había sacado el garabato. Me dijo que eran las iniciales de mi papá. Yo nunca le vi cara de eso.

¿Por qué dedico el Mes de la Mujer a mi madre? Porque ella fue la más feminista de las feministas. El derecho a decidir era la norma en mi casa, primero el de ella, después nos enseñó que nuestra única obligación era tomar nuestras propias decisiones porque solo a nosotras nos daba la gana, nunca por agradar a nadie más. Que no teníamos la obligación de servir a nada ni a nadie que no quisiéramos. Que lo nuestro era solo nuestro. La soberanía sobre nuestro cuerpo. A ser dueñas de nuestro nombre, de nuestros bienes, de nuestra autoría, de nuestro dinero. Mi madre fue siempre la punta de su pirámide, por debajo de ella estábamos primero sus hijas, después su familia, seguían sus empleados, sus protegidos, sus amistades, sus afectos. Yo no puedo achacarme un feminismo que no sea Hellenista. Si lo tuviera que definir en el 2021 diría que es inter seccional e incluyente. Profundamente empoderador de la mujer. La recuerdo contando que el día que encontró a una de sus amigas golpeada por el marido le dijo: “Dile a ese cabrón que ya te pegó una vez, pero que la que plancha eres tú y que ya estará dormido y tú con la plancha prendida lista para pegársela en la cara.” Fue la última vez que le puso un dedo encima.

Siempre fue generosa y justa. Si algo soy es libre y eso es gracias a que ella no solo me lo enseñó, me lo exigió toda su vida. Por eso en marzo, mes de la mujer, para mí es el mes de mi madre.

A Hellen, la siempre viva, la siempre invicta, la siempre hermosa, la siempre triunfante, la siempre incondicional, la siempre sorora (sin saber qué era eso), la siempre feminista.