Quien se sorprenda por el acoso constante que sufren mujeres, menores de edad y adultos mayores, es porque ha mostrado desinterés por lo que por décadas sucede en este país.
El uso de teléfonos inteligentes, que hoy permiten grabar en tiempo real diversos sucesos, e inclusive conocer audios en donde se ofrece dinero por no denunciar los hechos vergonzosos de los que hemos sido testigos, con personas que aspiran a altos cargos, con tocamientos lascivos, el presunto caso de un intento de violación a un menor, comentarios misóginos e insultos constantes, parecen ser noticia diaria.
El problema estriba en que, en lugar de analizar las causas, solo nos asombramos y asqueamos de conductas que los medios escandalizan, pero somos cómplices mudos, cuando a una mujer la minimizan en lugar de reconocer sus triunfos y logros que por su esfuerzo y dedicación obtiene.
Sea en la empresa privada o en la vida pública, es clásico insultar, con graves y fuertes palabras, trabando una serie de mentiras sobre la vida sexual de las féminas, lo que empeora cuando gente estúpida y ávida de “sangre ajena”, reproduce y comenta, sin faltar los cobardes que, usando perfiles falsos, atacan y reproducen las notas de referencia.
Ser joven, en muchas actividades parece ser un delito en la sociedad actual, en parte porque desafortunadamente algunos opinan sin estudio ni conocimiento, pero quien se ha preparado y lo hace de manera correcta, por el simple hecho de ser una persona de temprana edad, se le infiere como inútil e ignorante.
La soberbia de las personas de mediana edad, ha coadyuvado a convertirnos en una sociedad sorda, en la que denigran al adulto mayor y desechan su vasta experiencia, utilizando palabras insultantes para referirse a los mismos.
Nos hemos convertido en una sociedad que disfruta más el escándalo y el chisme, que del análisis y la reflexión, en donde a los poderosos los justificamos en sus conductas lascivas e insultantes, mientras que a quienes vemos peligrosos por un futuro crecimiento, los atacamos hasta desaparecerlos.
Basta de escandalizarnos por “notas nacionales”, cuando desde nuestro entorno, somos cómplices de repetir mentiras y chismes, y más allá de condenar en redes una conducta, no tomamos acciones ejecutivas y efectivas, para evitar que personas sin principios, sigan haciendo de las suyas.
No se vale, desde ninguna posición, justificar a maleantes y enfermos, que atacan la dignidad de las personas, pero tampoco cambiará la sociedad mexicana, si desde tu casa no eres quien inspiras el hacer las cosas de manera diferente.
Hasta la próxima.
Fb: Arturo Gb / Arturo Gil Borja
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