Raymundo Isidro Alavez

El confinamiento obligado y por convicción propia de la cual estamos inmersos, para seguridad nuestra ha traído algunas noticias positivas, entre estos pocos está el incremento de la lectura de libros digitales en jóvenes a partir de 18 años y más. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Así lo dicen, Martin Catalán Lerma y Alejandro Ortega Neri, en su artículo “Aumento a lectura de materiales digitales en los últimos 12 meses en el país: Inegi.”

La nota fue dada a conocer el 23 de abril de 2021, publicado por La Jornada Zacatecas. En sus palabras: “Para 2021 el porcentaje se triplica en relación con lo declarado por la población en 2016 y dando como resultado casi el doble que el año 2020, que fue de 12.3 por ciento contra 21.5 por ciento en 2021”. De continuar más tiempo, la población mexicana elevará el promedio que ahora nos distingue, dos libros por persona.

La razón en el incremento de lectores se debe al aislamiento y para distraerse se han recluido en la lectura, ya que no hay otra forma de distracción. Además, por el apoyo de casas editoriales en subir títulos de diferentes áreas de conocimiento. Del mismo modo, por la Intervención de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Los libros editados en papel o en forma digital aportan conocimientos científicos, dan a saber formas de vida en otras latitudes, costumbres y tradiciones de determinados grupos humanos. Diseminan sentimientos para cuidar la naturaleza, respetar y proteger la fauna, en conjunción de la flora. Los libros esparcen virtudes humanitarias como la solidaridad, fraternidad, paz y amor a lo tangible e inmaterial.

El libro atrapa la atención del lector, a través de la palabra escrita o verbal en el caso de audiolibros, describir lo visto, pensado o sentido tiene su cualidad de ser artista y su campo es la literatura. Mágica palabra, porque lo escrito o pronunciado tiene un ritmo y musicalidad ya sea en verso o en prosa.

De acuerdo al anterior Valeria Ciompi, comunicóloga, escritora, editora,dice: “La literatura seguirá con fuerza, como evasión y como posibilidad de trasladarnos a otras vidas y otros lugares. Está siendo un refugio y lo seguirá siendo,” La lectura de libros, es refugio, es vehículo que nos traslada a otros universos imaginarios, es recurso de evasión a la realidad, es forma de fuga de los terribles ruidos de la ciudad, es pretexto para estar contigo mismo. También, es recurso para crear fantasías: Sin embargo, de esa fantasía que muchas veces se vuelven realidad.

La lectura es refugio, en épocas de acentuados conflictos sociales, de dificultades económicas, de incertidumbres (inseguridad). Todos los libros contienen aspectos positivos, por eso el lector debe tener siempre en mente que el libro tiene un provecho. No hay contenidos banales. Lo único que se requiere es la voluntad del lector para que realice la lectura y elijan los temas afines a sus intereses.

El hábito de la lectura es adquirido desde el núcleo familiar, cultivada en la interacción con niños de su edad, practicada en grupos de estudio, solo así se puede adquier la cultura de la lectura. En palabras del escritor, traductor editor de libros Alberto Manguel reconoce <<Nadie ha dicho que leer sea fácil>>. La dificultad reside en no despertar en interés a la lectura, modificando el código del niño, motivándolo al decirle que, <<la lectura es placer>>. Y de hecho, leer es gran placer.

El goce hacia la lectura, debe ser despertada desde la primera infancia, con revistas de caricaturas, cuadernos de iluminación, conforme trascurran los meses cuentos de seres creados por la fantasía, cuentos, fabulas, y de viajes fantasiosos para despertar la imaginación. Los padres de familia contribuyen a que el niño sea adicto a las letras, y para ello se debe poner el ejemplo.