Maharashtra es uno de los estados que conforman la India. Se ubica en el centro del país y pegado al occidental Mar Arábigo. Su principal ciudad es la antigua Bombay, hoy Mumbai, un cambio de nombre apegado a su historia, pero que no reniega de lo moderno, como lo comprueba el crecimiento en los años recientes apoyado en Bollywood, la versión asiática de la Meca del cine occidental, así como sus actividades financieras y bursátiles.
Hoy Mumbai es también el centro mundial de la pandemia de la Covid-19, igual que antes lo fueron ciudades europeas de Italia, España y Francia, Nueva York, Los Ángeles, Guayaquil o urbes de Brasil.
Este martes 27 fue clave para la pandemia en toda India, pues se contabilizaron tres mil 286 fallecidos por la enfermedad en un solo día, aunque organizaciones de la sociedad civil advierten que esa cifra corresponde solo a hospitales, y no considera a quienes mueren en sus casas, lo que hace suponer que los 3.6 millones de contagiados son también más, muchos más.
Quince de los 28 estados que conforman el país reportaban más de 10 mil casos cada uno en las anteriores 24 horas, pero Maharashtra llevaba la delantera de acuerdo a las cifras del martes con 66 mil 358 casos, seguido con menos de la mitad por Kerala y Karnataka cada uno.
La situación es conocida, pues ha pasado en muchos lugares del mundo, incluido México: hospitales saturados, respiradores mecánicos insuficientes, oxígeno escaso, carencia de medicamentos pese a que este país asiático es conocido como “la farmacia del mundo” por su gran producción de medicinas, en particular genéricas, y en una dura y cruel paradoja, de vacunas contra la Covid-19.
¿Qué pasó?
India se contó entre los primeros países que impusieron cierres de actividades hace un año para detener la enfermedad. Su vecindad y comercio con China así lo aconsejaban. Su líder Narendra Modi parecía tener bajo control la situación, pero algo, o muchas cosas, sucedieron en los pasados meses.
Desde la perspectiva político administrativa la feminista y política Brinda Karat acusa que el gobierno indio subestimó advertencias de los expertos de que vendría una nueva ola de la Covid-19, además de fallas como revelar la instalación de 150 plantas abastecedoras de oxígeno que se agregarían a las 162 anunciadas el año pasado, cuando en realidad solo fueron erigidas 11 pero no más de tres estaban en operación, aunque el ministerio de Salud, afirmó que en realidad se instalaron 33, una cifra bastante lejana de las 162 previstas en 2020.
La alerta del momento actual surgió a mediados de marzo en la capital Delhi, pero no se hicieron preparativos para enfrentar lo que se avizoraba, escribe la también política y primera mujer electa al Politburó del Partido Comunista de India, quien no olvida como responsable también de esta crisis, al proceso de privatización del sistema de salud indio que empezó en los años 90 del siglo pasado.
En ese marco, la vacunación de 60 por ciento de los mil 400 millones de indios –los mayores de 45 años de edad de acuerdo a la decisión oficial- tomaría un año completo, aún y cuando toda la producción nacional se dedicara solo al consumo interno.
Desde la perspectiva científica, se ha encontrado que la variante B.1.617 del SARS-Cov-2, el coronavirus responsable de esta pandemia, es causante de poco más del 60 por ciento los casos encontrados en muestras tomadas entre enero y marzo.
Empero, aún se desconoce a ciencia cierta si esa variante es la que está impulsado la explosión actual de casos, pero se sabe ya que esa variante, conformada por dos mutaciones, la E484Q y L452R, es más infecciosa y altamente transmisible, aunque menos virulenta. En todo caso, los expertos demandan que se haga un mayor número de estudios, pues en India se analiza menos del uno por ciento de las muestras que se toman, y se quejan de que pruebas hechas en febrero aún se ignora que resultados han arrojado.
Pero sean las explicaciones político-administrativas o científicas, las escenas de crematorios al aire libre donde se incineran decenas de cuerpos en piras ardiendo, han removido las fibras más sensibles de la gente en todo el mundo, impulsando una ayuda internacional que supera acciones similares en esta pandemia, pero que se antoja insuficiente ante el tamaño de la catástrofe pandémica.
¿Qué lecciones deja todo esto? Es cierto, es muy pronto para saberlo y los empeños deben orientarse hacia contener la expansión, pero al igual que en todas las demás situaciones del último año, se ve ya que las políticas de privatización en materia de salud deben evaluarse porque no prepararon al mundo para una crisis sanitaria, y que en todo caso, la ciencia debe siempre tomar el mando.
De salida: la vicepresidenta estadunidense Kamala Harris en su reunión virtual con el presidente Alejandro Giammattei llamó a las cosas por su nombre al referirse a las causas de la migración. Un punto para ella, aunque tal no signifique necesariamente que ese país o Nicaragua u Honduras, aceptarán su responsabilidad y harán los cambios necesarios para detener la salida de su gente.
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