“No es necesario mostrar bellezas a los ciegos ni decir verdades a los sordos…Basta con no mentir al que te escucha ni decepcionar al que confió en ti. Las palabras conquistan temporalmente, pero los hechos…esos sí nos ganan o nos pierden para siempre”. Anónimo (Pinterest.com).

En nuestro país, con el paso de los años, hemos sido testigos y quizá autores de diferentes campañas electorales. Las hemos visto de todos los niveles: nacionales, estatales, municipales y con diferentes intensidades.

El próximo 6 de junio habrá elecciones en todo el país. Se encuentran en el ámbito del proceso electoral, 19 mil 915 puestos de elección popular, destacando los gobiernos municipales de las 100 ciudades más importantes del territorio nacional; serán 15 de 32 gobiernos estatales; 30 de los 32 congresos locales y 500 representantes populares ante el Congreso Federal, es decir los diputados federales.

Capta la atención social y es motivo de diversos comentarios, incluso inspiración de denostación, la alianza hecha por el P.R.I., P.A.N. y P.R.D. en el ámbito federal.

Y no es para menos este esfuerzo, pues por la otra parte, Morena, P.T. y PVEM, representan también toda una estrategia para defender la continuidad del proyecto del presidente López Obrador, a lo que llama cuarta transformación.

El resultado puede hacer que, si los resultados son desfavorables al partido del presidente, entonces éste sentirá menguada su fuerza y poder actual, su legitimidad y sus iniciativas, tendrán otra consideración.

Caso opuesto, seguirá con su proyecto, refrendará su legitimidad, su poder se vigorizará y no habrá fuerza alguna que pueda detener sus aspiraciones ya anunciadas, como por ejemplo, la desaparición del INE por el simple hecho que le generó un malestar por el caso Guerrero y el Sr. Salgado Macedonio, al dar cumplimiento fiel a la ley en la materia. Así, ubicaría al INE en la Secretaría de Gobernación, como otra dependencia bajo sus directas y expresas órdenes y finalizar con el significado de la autonomía de las instituciones.

Por supuesto, también podrá surgir la tentación de conservar el poder, por medio de una reelección, ampliación de mandato, como se observó pudiera hacerse con la Suprema Corte y ¿por qué no? con una simple encuesta a mano alzada con el pueblo bueno y sabio. Sin oposición ¿Qué es lo que no podría hacer?

La oposición no se ha atemorizado ante esta desmedida ambición de control total y absoluta obediencia a la voluntad de una sola persona. Hecho que consta en la historia de nuestra república, clara a todas luces, con fatales resultados.

La oposición al presente régimen busca ganar el voto ciudadano y razones no les faltan.

La visión de la presente administración se ubica sobre un capitalismo estatal y discrecional, de las décadas de los años setenta y ochenta, que nos dejaron unas terribles crisis económicas, una tras otra, por el simple hecho, erróneo y enfermizo, de centrar la economía, la política y las decisiones, a la voluntad de una sola persona. Hoy renace y se coloca como requisito obligado “el culto a la personalidad”, es decir, un gobierno unipersonal, que se afianza por medio de amenazas, debilitamiento o desaparición de organismos autónomos. Anima el estilo la afirmación de que, “no somos iguales que los del pasado, pero así soy yo”.

Los actuales momentos no son alentadores, aunque día con día, se manifieste desde palacio que vamos bien.

Con información de spin – Taller de Comunicación Política, nos participa que, en las conferencias de prensa, el presidente, ha dicho más de 48 mil afirmaciones que no se han demostrado, es decir se intuye que no son verdaderas. Esto refleja un promedio de 85 por conferencia. Crece en consecuencia, el culto a la mentira, verdades a medias, datos no verificables, utilización selectiva de la información, que permite alimentar la mentira y el problema que esto genera es la distorsión de la realidad (https://politica.expansion.mx/presidencia/2021/04/15/amlo-extravio-la-verdad-miente-mas-de-80-veces-por-conferencia-segun-informe).

La reflexión para esta ocasión: Andrés Manuel López Obrador, no va a estar en la boleta. Él ya es presidente de nuestro país. Lleva un poco menos de tres años haciendo su trabajo como tal. Su popularidad sigue siendo alta, en promedio 60 por ciento. No obstante, se le presenta un tema que le causa malestar: el reconocimiento a su gobierno, que no alcanza el porcentaje que él obtiene. El manejo de la economía no logra acuerdos mayores de 30 por ciento y la aprobación de la política de seguridad fue, en alguna encuesta, de solo 17 por ciento.

En la encuesta del financiero del 27 de abril refleja que la aprobación de sus conferencias bajó 12 puntos en dos meses, de 49 a 37 por ciento (https://www.milenio.com/opinion/hector-aguilar-camin/dia-con-dia/el-voto-local-y-la-popularidad-del-presidente).

El hecho es claro: el Presidente cae bien, pero se aprecia que gobierna mal. No es el presidente de los logros, sino de los pleitos.

Por cierto: para los Estados Unidos, el 35 por ciento del territorio nacional, se encuentra bajo dominio de las bandas del crimen organizado, regiones que identifica como “Zonas no gobernadas”, que, junto con los desastres naturales, la pandemia y la crisis económica, generan migración e inestabilidad política en el hemisferio, que entienden se transforma en un desafío a la seguridad nacional de su territorio (https://www.jornada.com.mx/notas/2021/03/18/mundo/opera-crimen-organizado-en-un-tercio-del-territorio-de-mexico-pentagono/).

Le envío mi cordial saludo. Nos leemos en la próxima.
spgrb@gmail.com