Dicen que en aprender a vivir se no va la vida. Y cuando ya hemos aprendido a vivir ya estamos cercanos a la muerte. Es decir, la madurez, la sensatez, el juicio, llegan con el transcurso del tiempo, a través de las experiencias vividas, cuando estas son analizadas, reflexionadas y obtenemos un conocimiento por haber aprendido a través de cometer errores y entender que las cosas son, como la realidad las presenta y no como pensamos a imaginamos que eran.
Dicen un refrán popular “que nadie escarmienta en cabeza ajena” que las personas solo aprenden después de haber vivido sus propias experiencias, en especial los jóvenes que pretenden vivir cosas nuevas, experimentar novedades, acciones, emociones, etc. Creo que puede ser válido, pero esto demuestra que el dolor es que va ser nuestro mejor maestro. Las palabras, los consejos o los sermones en ocasiones no sirven de mucho, por ejemplo, los hijos aprenden más de lo que ven de los padres, que de lo que se les dice o aconsejan. Los hechos reales son más convincentes, que mil palabras.
También puede haber sus excepciones, otros jóvenes o adultos, al observar las experiencias dolorosas de otros, le piensan, reflexionan y se dicen asi mismos, si a él le paso asi, si yo hago lo mismo, puede sucederme igual. Por ello evitan esa experiencia desagradable y lo abordan o lo viven de otra manera, más pensada y no solo por impulso irreflexivo.
Podemos decir que entonces que el dolor y las experiencias amargas son potentes abonos para construir el crecimiento personal profundo. Un sufrimiento desde el que puedes iniciar cambios trascendentales para crear una mejor versión de uno mismo.
En las circunstancias actuales, complicadas, difíciles, dolorosas, que muchas personas han vivido, debemos ver el dolor y sufrimiento como experiencias de aprendizaje, por ello es importante cuidar de nuestra salud, fortalecerla para los tiempos difíciles a través de una alimentación sana, deporte. La salud mental mediante una buena lectura, videos o conferencias, que nos motive o nos inspire a seguir luchando. La practica de la espiritualidad o religión que cada quien considere, es de mucho valor. Seguir fortaleciendo la fe, la creencia y la confianza de hay algo superior a nosotros que nos guía y da dirección a nuestras vidas, tal y como cada quien lo considere es super importante.
La vida es una batalla diaria, constante, desde el amanecer hasta a la hora de ir a dormir, entre hacer las cosas bien o hacerlas mal, con sus diversos matices intermedios, que finalmente darán sus frutos dulces, amargos, ácidos, deliciosos etc. como consecuencia natural de las leyes del universo que son perfectas e inmutables.
Antes se compadecía a la gente que sufría. Hoy compadezco a los que sufren por ignorancia, al no comprender el objeto y utilidad del dolor, porque del dolor se pueden obtener conocimiento, experiencia, sabiduría para hacer las cosas mejor, vivir bien y comprender el sufrimiento de otras personas.
La aceptación ante nuestra debilidad o derrota no es una gran catástrofe, somos seres humanos con limitaciones, con defectos, tenemos derecho a equivocarnos las veces que queramos. Lo que es triste y lamentable, es que muchas personas por ignorancia, falta de capacidad, no entiendan lo que les pasa, no comprendan o no reflexiones sobre sus vidas y sigan repitiendo los mismos errores y desafortunadamente necesiten de mayor dolor o sufrimiento, para al fin comprender la realidad que están viviendo.
A través de los fracasos aprendemos la humildad, la sensatez y esta no se adquiere necesariamente a través de la virtud, en muchas ocasiones se aprende más del dolor del fracaso.
¡¡ Cuando la vida es dulce, da gracias y celebra. Cuando sea agria, da gracias y crece.!!
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