El cambio de dos palabras en una consigna vuelta arenga sagrada en las últimas décadas ¿significa cambio para Cuba?

¿De verdad se está pasando del “Patria o muerte” al “Patria y vida” como se canta en un video que causa desde principios de año conmoción en los círculos políticos de la isla?
Son preguntas muy difíciles de responder. Lo primero y más importante es tratar de despojarse del prejuicio que igual domina a defensores y críticos de la Revolución Cubana. Para los primeros los manifestantes de este fin de semana son contrarrevolucionarios y delincuentes. Para los segundos es un pueblo harto que exige libertad.

En sus comunicados informativos los medios de La Habana hablan de “disturbios”, que complementan fotografías y videos transmitidos desde esa capital el domingo, en que no se ven a unos cuantos sino a cientos de cubanos protestando. Demasiados para ser unos cuantos contrarrevolucionarios.

Lo real es que Cuba enfrenta una situación sumamente difícil:
“Toda esta situación provocó una situación de desabastecimiento en el país, sobre todo de alimentos, medicamentos, materias primas e insumos para poder desarrollar nuestros procesos económicos y productivos que a la vez tributan a las exportaciones. Están cortados dos importantes elementos la capacidad de exportación y la capacidad de invertir recursos. Y desde los procesos productivos desarrollar bienes y servicios para nuestra población.”

El autor de ese diagnóstico en el propio presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez en la cadena de radio y televisión transmitida la misma tarde del domingo 11, de acuerdo a la transcripción no oficial que puede ser consultada en Cuba Debate.

“También tenemos limitaciones en combustibles y piezas de repuesto y todo esto ha provocado un nivel de insatisfacción, unido a problemas acumulados que nos (sic) hemos podido resolver y que venían desde el periodo especial”, agregó el mandatario en referencia a las repercusiones que tuvo en la isla la desaparición de la Unión Soviética, que entre otras consecuencias trajo el éxodo de cientos de cubanos hacia Estados Unidos.

Y como en todo el mundo, la pandemia de Covid19 solo agravó la situación: “Cuba lo que logró fue postergar este pico pandémico (que ahora se vive) en el tiempo con todo lo que hicimos, y también en el menor tiempo lo superaremos, y así es como lo hemos ratificado en estos días en nuestros recorridos por las provincias para puntualizar todas las estrategias de enfrentamiento a la pandemia.”

Díaz-Canel hizo el pasado domingo una radiografía honesta que explica el malestar social llamado “disturbios” por el oficialismo, pero enseguida tropezó al prácticamente llamar a luchar al pueblo contra el pueblo cuando pidió que la gente saliera a defender la Revolución.

El propio mandatario salió a la calle a dialogar con la gente, en repetición de la acción similar realizada por Fidel Castro el cinco de agosto de 1994, tras el denominado “Maleconazo”, la protesta por las carestías similares a las actuales, y que en esa época derivaban de la caída de la Unión Soviética.

Mucho del ayer parece vivirse hoy de nueva cuenta. Pero hay muchas diferencias y valdría la pena entenderlas para mostrar que la Revolución Cubana sigue siendo vital. Quizá el más importante, como se dijo en estas mismas páginas con motivo del “Movimiento San Isidro”, es que son ahora los nietos de esa Revolución quienes mayoritariamente están en las calles señalando, como afirma la letra de la canción, que la opción no es la muerte sino la vida.

Enfrentar vitalmente el reclamo de la nueva generación exige de la dirigencia cubana una nueva trova, alejarse del burocratismo y el dogmatismo a que tiende todo movimiento social convertido en revolución y luego en gobierno.

No será fácil. El embargo económico del siete de febrero de 1962 que continuó y amplió dos previos y sigue vigente incluida su actualización con la ley Helms-Burton de 1996, forma parte en Estados Unidos de la disputa política contra el trumpismo. Su derogación o cualquier atenuación, sería tomada como debilidad del actual presidente Joe Biden por Donald Trump, que pretende regresar a la Casa Blanca, y que tiene en el exilo cubano en Miami un fuerte aliado. Por eso, abrir las fronteras a una nueva ola migratoria cubana no es opción.

Con la pandemia aún fuerte y en curso la reconciliación de Europa con Washington tras el gobierno de Trump, es difícil pensar que la Unión Europea insista, como lo hizo antes de la Covid 19, en invertir en la isla, no en el corto plazo.

Un apoyo de Rusia sonaría alarmas en Washington y más fuerte si éste proviniera de China. Quedan los países bolivarianos de América Latina, más fuertes en la retórica que en recursos para apoyar a Cuba.

La coyuntura, la famosa coyuntura, apunta a que nueva cuenta Cuba tendrá que salir casi sola sorteando un camino minado.

Debe confiarse en que se entienda que, en Cuba como en otras partes del mundo, como dice la canción lema de estas protestas, “El pueblo pide libertad no más doctrina”. Y que para ello “Ya no gritemos ‘Patria o Muerte sino Patria y Vida’”.

j_esqueda8@hotmail.com