Galdino Rubio Bordes

“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.” Albert Einstein.

“Uno de los más grandes errores es juzgar a los políticos y sus programas por sus intenciones, en vez que por sus resultados.” Milton Friedman.

“La mejor estructura no garantizará los resultados ni el rendimiento. Pero la estructura equivocada es una garantía de fracaso.” Peter Ferdinand Drucker.

El día de ayer 05 de agosto de este año, la Dirección de Información y Comunicación Social del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en su comunicado 09, nos da a conocer los resultados acerca de las estimaciones de pobreza multidimensional en el periodo 2018 y 2020.
Sus resultados se fundamentan en los Lineamientos y criterios generales para la definición, identificación y medición de pobreza (Lineamientos 2018) y en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2018 y 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
El CONEVAL, con esta metodología, no tiene por objetivo calificar o descalificar la efectividad de los programas, más bien, identifica los avances y retrocesos del desarrollo social y grupos de atención, considerados prioritarios para los tres órdenes de gobierno.
De acuerdo con los indicadores que se precisan en el artículo 36 de la Ley General de Desarrollo Social (LGDS), pueden identificar tres espacios analíticos, que, por su importancia, se distinguen por estudiar la pobreza multidimensional. Esos espacios son: el de bienestar económico, el de derechos sociales y el contexto territorial.
Como es sabido, en el espacio económico, se reconoce la cantidad mínima de recursos monetarios necesarios para dar satisfacción a las necesidades alimentarias como no alimentarias. Para tal efecto se ubican las líneas de pobreza: Línea de Pobreza por Ingresos (LPI) (valor monetario de la canasta alimentaria más no alimentaria) y la Línea de Pobreza Extrema por Ingresos (LPEI) (valor monetario de la canasta alimentaria).
Para el caso de los derechos sociales, se aprecia la imposibilidad de alguien de tener acceso a uno o más de los derechos, es decir, muestra una carencia de alguno de los mismos, que son: rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación nutritiva y de calidad.
En el apartado del contexto territorial, para la cohesión social, se consideran los indicadores de polarización social, índice de Gini, índice de percepción en redes sociales y razón de ingreso. También la accesibilidad a carreteras pavimentadas.
Con estas consideraciones, tenemos que en el periodo del año 2018 al 2020, la Pobreza aumentó del 41.9% al 43.9%, lo que representa un incremento de pobres, que ascienden de 51.9 a 55.7 millones de personas. El aumento real fue de 3.8 millones de personas.
En el aspecto de pobreza extrema, el porcentaje aumentó de 7.0% a 8.5% entre 2018 y 2020. Esto representa un incremento de 2.1 millones más de personas, que pasaron de 8.7 millones a 10.8 millones.
La población con al menos una carencia social pasó de 84.6 a 85.7 millones y la población con carencia por acceso a la seguridad social pasó de 66.2 en 2018 a 66.0 millones de personas en el 2020.
El no poder comprar los productos de la canasta básica, identificado como Línea de Pobreza Extrema por Ingresos, pasó de 17.3 a 21.9 millones de personas del año 2018 al 2020, lo que representa un incremento de 4.6 millones de personas más.
Por su parte, la Línea de Pobreza por Ingresos, que es el valor monetario de la canasta alimentaria y no alimentaria creció de 61.8 millones en el 2018 a 66.9 millones en el 2020, que es un aumento de 5.1 millones más de personas en 2 años. En estos dos rubros, pobreza y pobreza extrema existen 88.8 millones de mexicanos.
Existen más datos interesantes, sorprendentes que sí son públicos y los puede consultar en: https://www.Coneval.org.mx/SalaPrensa/Comunicadosprensa/Documents/2021/ .
La reflexión de esta ocasión la centro en dos cavilaciones, que desde mi perspectiva son necesarias.
La primera de ellas se vincula con la capacidad de cada persona de entender los hechos, así, en las ciencias sociales, un acontecimiento está sujeto a la interpretación, por ejemplo, en el periodismo alguien observa o es testigo de un acontecimiento y origina su información, de acuerdo al lugar, circunstancias y capacidad de observación del reportero, incluye, por supuesto, su interpretación. Esta noticia se comparte con el público, quien lo acepta como cierto, aunque en no pocas ocasiones aparece otra información que se contrapone o complementa la de origen.
En las ciencias exactas, como las matemáticas, la física, la biología, la química, por citar algunas, su metodología y resultados son precisos, no hay espacio a interpretaciones. Por ejemplo, si quiere agua tendrá que conjugar perfectamente 2 moléculas de hidrógeno y 1 de oxígeno, H2O. En las ciencias exactas, como lo expresara el Sr. René Descartes, solo es cierto, lo que es demostrable, caso opuesto es una hipótesis, un supuesto.
En base a lo anterior, desde mi consideración los datos aportados por el CONEVAL son ciertos y alarmantes: el 70% de mexicanos se encuentra en pobreza.
La segunda consideración está directamente relacionada con la diaria afirmación del Presidente López Obrador, de que la gente lo quiere y lo respalda y ante los resultados, surge una pregunta: ¿por qué?
Una probable y viable respuesta la encontramos en una excelente columna publicada en el The New York Times, autoría de la Dra. En Gobierno por Harvard y analista política, Viri Rios, (https://www.nytimes.com/es/2021/07/05/espanol/opinion/amlo-resentidos.html) intitulada, “El mito de los resentidos”.
Nos comparte de su análisis que, “Entre una parte de las élites mexicanas corre la idea de que el apoyo al presidente Andrés Manuel López Obrador proviene del resentimiento y la venganza. De un grupo social que, debido a su baja calidad de vida, quiere castigar a los ricos y llevarlos a la bancarrota. En esta percepción, revivida en columnas y ensayos, los votantes de López Obrador son resentidos rencorosos, vindicativos y cortoplacistas. “
“No es así. Por el contrario, el sentimiento que motiva el apoyo a López Obrador es la percepción de que las cosas van mejorando y la esperanza de que mejoren. No es el odio el que mueve el voto hacia Morena, es el optimismo”
Uno de los sustentos para esta percepción es el incremento de 44% a los salarios mínimos en lo que va del sexenio. No obstante, el incremento de los precios en la vida real, no se detienen y cada día es más caro vivir, aunque se diga que estos no van más allá del incremento de la inflación.
Por cierto. El presidente López Obrador, de acuerdo a los resultados, no ha logrado modificar de fondo la desigualdad imperante en el país. Su popularidad es alta debido a que sabe capitalizar muy bien, la esperanza de un futuro mejor, para quienes aspiran a tenerlo, que no son pocos, y a pesar de los números, confían en él.
Sin embargo, si al final de su gobierno no logra revertir el problema de base de la desigualdad y no consigue resultados suficientes, existirá un obscuro abismo de liderazgo: ¿quién podrá ser el próximo presidente de México?
“En la vida real, solo tiene reconocimiento los buenos esfuerzos y resultados, no los pretextos”.
Reciba mi cordial saludo.
Galdino Rubio Bordes spgrb19@gmail.com