“Curiosamente los votantes no se sienten responsables de los fracasos del gobierno que han votado”. Alberto Moravia.
“Haced que el pueblo crea que gobierna él, y se dejará gobernar”. William Penn.
En las decisiones que deben considerar los gobiernos, se encuentra el peso específico de aquello que nos da bienestar y tranquilidad y que identificamos como los indicadores de bienestar.
El INEGI considera entre otros: accesibilidad a servicios. Comunidad (relaciones sociales). Educación. Balance vida-trabajo. Ingresos. Medio Ambiente. Compromiso cívico y gobernanza. Salud. Satisfacción con la vida. Seguridad. Empleo. Vivienda.
Estos indicadores han sido desarrollados por la OCDE, en el marco de la iniciativa: Índice para una vida mejor, midiendo el bienestar y el progreso, cuya finalidad es medir la evolución de las entidades federativas en el tiempo y compararse entre sí mismas. Situación que permite dar seguimiento a las condiciones de bienestar de los ciudadanos en las entidades federativas de nuestro país.
Indudablemente que la economía es el punto de partida para poder cumplir con los niveles de bienestar de la población.
En nuestro país, el PIB per cápita en el año 2018 fue de 10 mil 404; en el 2019 fue de 10 mil 267 y en el año 2020 de 9 mil 322, en dólares estadounidenses. Estos datos nos reflejan el ingreso por persona que representamos o tenemos y como podemos observar, van a la baja.
Las razones son varias, entre ellas que, el impacto en la economía durante el año 2019, fue negativo, aunque en una cifra pequeña como es el -0.1% y para el 2020, el impacto negativo fue de -8.5%. No obstante, la población continúa creciendo, por lo que, en secuencia, se genera una disminución en el indicador, citado.
La pandemia ha dejado su huella y así, con datos del INEGI, entre el año 2020 y el 2021, se presenta en nuestro país, que son los años con mayor mortandad, pues al menos, durante el 2020, hubo 1 millón 80 mil defunciones y de acuerdo a los datos preliminares de la Secretaría de Salud, hasta el 4 de septiembre de este año, se tenía un acumulado de casi 730 mil defunciones, es decir, el promedio trimestral está por 243 mil personas.
Habrá que sumar a estas cifras, que ya inició el otoño, y al parecer será frío y húmedo, lo que propiciará más muertes por enfermedades respiratorias propias de la temporada, entre la población de adultos y adultos mayores.
No se encuentran sumados las muertes violentas, que, aunque, en menor número, no dejan de ser escalofriantes en cuanto a su presencia.
En contraparte, tuvimos en al año 2020, 1 millón, 629 mil 211 nacimientos registrados que, representan una disminución de 22.1%, respecto a los registrados durante 2019.
Así, el 66.9% de los nacimientos correspondieron a madres menores de 30 años al momento del nacimiento: 26.8% contaba con edades entre 20 y 24 años, 25.6% con edades entre 25 y 29 años, 14.2% de 15 a 19 años. 5 mil 7 madres (0.3%) declararon tener menos de 15 años al momento del nacimiento. Al momento del registro, 52.0% de las madres se encontraban en unión libre, 27.3% estaban casadas y 12.5% manifestaron ser solteras. El resto totalizó 8.2% en varias categorías, incluyendo el no especificado. La escolaridad de 76.0% de las madres que registraron un nacimiento no supera el nivel medio superior. Entre ellas 568 mil 432 (34.9%) cuentan con secundaria o equivalente, 405 mil 969 (24.9%) con preparatoria o equivalente, 231 mil 607 (14.2%) con algún grado de primaria y 32 mil 389 (2.0%) manifestaron no tener escolaridad.
A estas cifras habrá que sumar los inmigrantes, que día a día, entran a nuestro país, legales o ilegales, pero que ya están aquí y que también demandan ser atendidos, por lo menos en los aspectos de salud, por las diferentes enfermedades y vacunas, por la pandemia del COVID-19, alimentación, agua y espacios de descanso y seguridad, entre otras.
La reflexión para esta ocasión es que, para poder cumplir con la satisfacción de las necesidades de la población se requiere de inversión en infraestructura y servicios. Inversión que no se observa que haya, por ejemplo, en el sector salud que se encuentra, literalmente, desamparado, o en el educativo, menos en las instancias de procuración de justicia, y tampoco en la investigación científica. Y así podemos observar, que la inversión se ubica en pocos proyectos, que son demandantes de multimillonarias cantidades de dinero, pero que dan espacio a preguntarse, cuáles son las razones reales de su muy ata prioridad presidencial, que, ni los millones de pobres, en aumento ciertamente, ni los miles de asesinados y desaparecidos; los muertos por el desabasto de medicinas y médicos; ni las diez mujeres diarias ultrajadas y muertas, ¿son capaces de remover?
Por cierto: en la columna de opinión del Dr. Aguilar Camín en grupo milenio, nos comenta, que el 59 por ciento de los integrantes de la Guardia Nacional no tienen plaza dentro de la Guardia, sino que cobran en la Sedena, donde tienen radicados sus derechos y su carrera.
Los 190 cuarteles construidos para la Guardia Nacional han sido pagados por la Sedena, que es la propietaria legal de los inmuebles, los terrenos y las instalaciones. Véanse estos datos: https://bit.ly/3zGk6n.
Desde el punto de vista de su arquitectura legal, la Guardia Nacional es todavía un cuerpo inacabado. Desde el punto de vista de su operación, no ha podido poner un pie fuera de la Sedena.
Todo esto se llama militarización.
Reciba mi cordial saludo.
Galdino Rubio Bordes. spgrb@gmail.com
FUENTES DE INFORMACIÓN.
– https://www.inegi.org.mx/app/bienestar/
– https://es.statista.com/estadisticas/635224/producto-interior-bruto-pib-per-capita-de-mexico-en-2020/
– https://www.excelsior.com.mx/opinion/mario-luis-fuentes/el-peso-de-la-demografia/1473766