Cuando las prioridades cambian, tarde o temprano llega el momento de preguntarte qué es lo que en realidad está valiendo la pena, qué o a quién es indispensable dedicarle más tiempo, o hacia donde es conveniente dirigir tu energía, y sobre todo, decidir cómo quieres vivir el tiempo que queda por vivir, no necesariamente deberíamos esperar situaciones difíciles para reconsiderar lo que estamos haciendo u omitiendo para tener una vida plena, para celebrar cada día como una oportunidad y experimentar una profunda gratitud por estar vivos y vivas.
La vida parece volverse tan común que dejamos de ver lo que en el día a día es un lujo o una necesidad para alguien más.
Incluso para nosotros, porque si hoy no cuidamos bien lo que tenemos, sobre todo la salud, las probabilidades de consecuencias de este descuido se elevan enormemente.
Un día escuché en algún lugar (palabras más, palabras menos) que “Sabernos finitos es una invitación a vivir mucho mejor”, y estoy convencida de que así es.
Hace un par de meses cuando me contagié de COVID, sentí que tocaba de cerca la posibilidad de morir, hoy agradezco tener vida y poder compartir lo que aprendí y comprendí durante y después de la enfermedad, que se ha enriquecido con lo que otras personas generosamente también me han brindado de sus propias experiencias, y hacerlo con inmenso respeto y amor por los que ya no están, hacia sus familias y seres queridos.
Una idea que me ha quedado clara más que nunca es que solemos pensar que siempre habrá un después y fortuitamente, por lo general lo hay, sin embargo, en ocasiones nos enganchamos con eventos sin importancia, con actitudes de personas que no son tan cercanas o que aún siéndolo eligen comportarse de determinada forma que si lo permitimos nos termina afectando, y mucho… Si lo pensamos bien no vale la pena perder tiempo, entusiasmo, alegría, energía… ¡vida! En aquello que no podemos cambiar, más si nos referimos a otras personas, así sean familia, amigos o pareja.
¿Vale la pena amargarte la vida a causa de la irresponsabilidad de otros? ¿Vale la pena envenenar tu mente y tu cuerpo con el resentimiento? ¿Llevar a cuestas lo que ocurrió hace años?… ¿Vale la pena sufrir por desamor?… ¿vale la pena no vivir tan plenamente como mereces por desgastarse en lo que no lo merece?… ¡Claro que no! Pero, ¿adivina de quien depende decidir que no vale la pena amargarte la vida o dejarla pasar sin sentirte verdaderamente bien contigo, en tu entorno, construyendo y manteniendo vínculos de calidad, cuidando y creando tu bienestar? Si, depende principalmente de ti, y a veces cambiar y asumir esta responsabilidad puede resultar poco sencillo por la programación que has recibido a lo largo de tu historia personal, por seguir con patrones familiares o lealtades que no te permiten transitar más ligero o ligera por la vida y desenredarte de esa serie de creencias limitantes que afectan tu autoconcepto y tus definiciones de la felicidad, el amor, la pareja, etc. Sin embargo, aún siendo complejo no es imposible reconocer qué te mantiene en el sufrimiento permanentemente y determinarte a terminar con este.
En el aquí y el ahora esta es la única vida que tenemos en este plano terrenal, tu vida es un regalo provisional, el más valioso que puedes tener junto con tu salud física y mental, ¿no es mil veces más conveniente hoy atesorar la oportunidad de celebrar la vida y hacerlo sin perder tiempo en lo que no vale la pena?… ¿Lo pensé o lo dije?
Gracias por leerme, te abrazo.
@Lorepatchen
Entre géneros, lunes 8:00 PM
Hidalgo radio.