Por: Alejandro Ordóñez
Hola niños, cómo les fue en el colegio, suban a saludar al abuelo que los está esperando. Carlo, Sofi, ¿me escuchan? Hola abueloso, estás acostado, ¿te sientes mal? No nietosos, estoy pensando una travesura. Abuelo, por qué tienes ese tanque y esa máscara como de la Guerra de las Galaxias en la cara. Estoy jugando. Qué hay en ese tanque abueloso, ¿podrías decirnos? Oxígeno. ¿Oxígeno? Si princesa, ¿no te han dicho en el colegio lo que es el oxígeno? Abuelo, el que va en prepri soy yo, Sofi está todavía en el kínder, ¿no ves que hago tarea toda la tarde? Es verdad, lo había olvidado, mira pequeña, el oxígeno es el aire que respiramos, sin él no podríamos vivir. ¿Y por qué necesitas el tanque abueloso? Carlo y yo podemos respirar sin él, ¿tú no? Claro que sí amor, lo que pasa es que me estoy entrenando. ¿Entrenando? Sí, pronto voy a hacer un largo viaje a través del universo y tengo que aprender a respirar con ayuda del tanque porque en el espacio no hay oxígeno y no se puede respirar. ¿Al universo abueloso, piensas llegar hasta el infinito? Al infinito princesa, allá mismo pienso dirigirme.
Abueloso, ¿me prestas tu tanque para ver si puedo respirar? ¿También a mí? Se lo presto a los dos, pero no se tarden porque me estoy acostumbrando a él y no puedo respirar muy bien si no lo tengo. No sabe a nada, ¿verdad Sofi? No, pero produce cosquillitas. Abueloso, ¿no sientes cosquillas?
Abuelo, ¿por qué tienes esa botella con agua conectada a tu brazo? Es comida, es para acostumbrarme a ella porque en el espacio no hay carne, ni pan, ni pescado. ¿Ni verduras abueloso? Ni verduras princesa. Además esa manguera a la que está conectada la botella servirá para mantenerme unido a la nave, lo cual es importante porque si no fuera así en una de las caminatas que haré por el espacio podría alejarme y perderme, ¿se imaginan?
Huy no abuelo, que miedo. ¿Entonces vas a ser astronauta como los de la Nasa? Sí hijito, ¿recuerdas que bonito viaje? Sí abuelo. ¿Te vas a poner un casco y tu traje con una manguera muy larga conectada a la nave? ¿Por eso te cortaste el pelo y quedaste así de peludo, para que te entre el casco? Pelón hijo, se dice pelón. Sí, por eso me corté el pelo, para que el casco me quede bien y no haya peligro de que se me salga ya en el espacio. Abuelo, quiero que me dejen peludo como a ti, ¿puedo pedirle permiso a papá para hacerlo? Yo también abueloso, ¿puedo pedir que me dejen pelona? Bueno, será cosa de comentarlo con sus padres aunque no le veo caso porque ustedes no van al espacio, además cuando las mujeres hacen el viaje les dan cascos especiales para que no se corten el cabello, ¿Cuándo has sabido de una princesa pelona? No importa abueloso, queremos parecernos a ti, ¿correcto? Además, tengo una idea: ¿podríamos acompañarte? No, el viaje es muy largo y ustedes no pueden faltar al kínder, ni a la prepri. Además, ¿quién cuidaría a tus padres? Miren, mañana voy con los de la Nasa a hacerme unos estudios, ¿les gustaría acompañarme? Pidan permiso.
¿Qué le van a hacer al abuelo? Miren pequeños, lo vamos a introducir en esa nave espacial que ven ahí. Lo vamos a pasar lentamente para que se acostumbre y no se maree, además le vamos a tomar fotografías de todo su cuerpo para ver si está listo para el viaje. Asómense por estas ventanitas. ¿Lo ven, ven cómo se prenden esos foquitos y giran? Es como si fuera una pequeña nave espacial. ¿Ya lo vieron?, los está saludando.
Abueloso, ¿qué son esos tubos, por qué tienes que caminar con ellos, no puedes hacerlo sin su ayuda? Es una andadera princesa, igual que la de los bebés, pero ésta no tiene ruedas, es para que los adultos aprendan a caminar en el espacio y eviten cualquier caída. Si me ven que camino lento con ella es porque todavía no estoy acostumbrado y porque en el infinito todos los movimientos deben ser lentos y cuidadosos.
Abueloso, te trajimos estas fotos, dice mamá que podrás llevártelas en tu viaje. También mi pony favorito y esta nave de la Guerra de las Galaxias para que te acompañen. Te escribimos unas cartitas para que nos recuerdes y déjame decirte abuelo: mira, éste eres tú y ésta soy yo. Me estás cargando, ¿ves? Siempre me cargas. Atrás están papá y mamá, y también mi hermano con un globo. El te pintó dentro de una nave y esa que ves ahí es tu mano diciéndonos adiós. ¿Te gustan?
Abuelo, ¿te puedo contar un secreto? Anoche lloró mamá. Cuando le pregunté por qué lo hacía me dijo que lloraba de gusto. Te ve bien, cada día estás más fuerte y piensa que no tardarán en mandarte al espacio. Que lo pueden hacer en cualquier momento y quizás no tengas tiempo de decirnos adiós, así que tal vez sea la última vez que nos veamos en mucho tiempo, por eso quiero decirte que te queremos mucho y te vamos a extrañar. ¿Extrañar, por qué? Nada de eso. ¿Te acuerdas cuando me fui a Canadá o cuando viajaste a Europa? Es lo mismo, no te preocupes.
Abuelo, ¿crees que nosotros podremos viajar algún día al infinito y más allá? Claro, cuando llegue su tiempo. Y podrán estar seguros de que ahí los estaré esperando, aunque para eso falten muchos años. ¿Cómo sabremos que es el momento para hacer el viaje? Tu corazón te lo dirá y yo lo sabré de inmediato. Sí, tú sabes todo. Dice mamá que verás a Dios, ¿es cierto? Sí, tal vez quiera recibirme. Si lo hace qué le dirás. Misión cumplida. ¿Qué es eso? Que hice mis deberes y las tareas que me encomendó. ¿Tareas como las de la prepri? Sí, y pediré mucho por ustedes, que cuide de ti, de tu hermano y de tus padres.
Dice mamá que tu nave podrá verse en el cielo, al oscurecer, que será un puntito azul y ella nos lo enseñará una vez que te hayas ido, que desde ahí estarás cuidándonos y acompañándonos, ¿es cierto? Sí, además vendré a verlos aunque ustedes no puedan verme a mí. ¿Cómo sabremos que estás con nosotros? Cuando las campanitas que están a la entrada suenen. Sí, pero suenan cada que se abre la puerta o una ventana. Sí princesa, pero esto será distinto, las campanitas sonarán con la puerta y las ventanas cerradas, entonces sabrán que vine a verlos, que estoy con ustedes y podrán contarme lo que gusten, porque aunque no podré contestarles los escucharé con mucha atención. Dice mamá que nos dejaste una foto tuya; regalos, una carta para cada uno que sólo podremos leer cuando hayamos crecido y que guardaste en el banco para pagarnos como mil domingos.
* * *
Sofi, despierta. Shhh, no hagas ruido. ¿Oíste? Sí, ya revisé la puerta y las ventanas, están cerradas y la nave está en el cielo. Debe ser el abuelo que viene para que le contemos cómo nos fue en nuestra fiesta de cumpleaños, platica con él mientras voy por los regalos para que vea todo lo que nos dieron y lo que nos compraron con los domingos.