Bethel García Vargas

La mayoría de las personas que crecimos en algún municipio de la Sierra Hidalguense o la Huasteca, sabemos que cuando las mandarinas aparecen en los puestos de fruta se acerca una de las fechas más importantes para los mexicanos, pues es la fruta característica del Día de Muertos, Xantolo o Todos Santos, con cada uno de esos nombres hacemos referencia del 31 de octubre al 2 de noviembre.

Desde que tengo uso de razón, en mis recuerdos está presente esa celebración, el movimiento de toda la familia en casa de los abuelos ayudando a pelar el cacao recién tostado para pasarlo al molino en donde, junto con el azúcar, las galletas y la canela se muele para hacer las tablillas de chocolate y colocarlas en papel estraza, para dejarla secar toda la noche y que endurezcan para ponerlas en el altar.

El día 30 octubre se coloca la estructura del arco que enmarcará el altar, el cual se forra de la flor de cempasúchil y de la otra flor que conozco como pata de león, la cual es morada y esponjosa; se compra un rollo bastante grande de la flor para que ningún espacio del arco quedé vacío, y la flor que sobra se «desgrana» o se le quitan los pétalos y se colocan en una canasta abajo de la mesa del altar. En el altar se extiende un mantel blanco, se ponen las fotos de nuestros seres queridos y también se colocan imágenes de Santos de la Iglesia Católica, se decora con el tradicional papel picado y en el arco se colocan mandarinas colgadas, plátanos o también objetos de nuestros seres queridos fallecidos, como sombreros o morrales, pero siempre sin que obstruyan la vista del altar principal.

Llegado el día 31 de octubre, a mediodía suenan las campanas de la iglesia y se truenan cohetes anunciando que los niños de nuestra familia que se adelantaron han vuelto a casa, se encienden las velas colocadas en el arco y se n en una copa de barro brazas para colocar sahumerio, el cual, dice la tradición, guía a las almas hasta su altar, y se hace un camino de la flor desgranada de cempasúchil desde el altar hasta el camino común para que al igual que el sahumerio los regrese a casa. Ese día se colocan alimentos dulces o la comida favorita del o la infante que recuerda cada familia.

Mientras en la cocina se elabora la masa del famoso pan de muerto, se bate todo en un traste de madera hasta que los ingredientes queden bien incorporados y no se pegue nada en los dedos y quede lisa la masa; es decir, sin grumos, dejando reposar hasta que doble su tamaño, tapada con una servilleta de tela.

Para este momento en mi familia ya se está cortando la carne de cerdo para preparar las carnitas en un caso grande; algunas de las cuales se van a separar para solo ser cocidas y colocadas en los tamales de mole rojo que también se preparan pero para ser puestos en el altar el día 1 de noviembre.

El día 1 de noviembre al igual que el 31, a las 12 del día vuelven a sonar las campanas de la iglesia y se truenan cohetes para despedir a los niños, se encienden las velas destinadas a nuestros familiares, se vuelve hacer el caminito de cempasúchil y se prende el sahumerio y se les desea un buen retorno y al mismo tiempo llegan los «adultos», nuestros familiares que fallecieron pero ya eran mayores de edad y se les colocan guisados como arroz rojo, mole rojo, los tamales rojos de carne de puerco, chocolate y el pan que se haya horneado en ese momento, y todas las bebidas y comida que les haya gustado en vida.

Y finalmente el día 2 al mediodía suenan nuevamente las campanas, se hace todo el ritual que los días anteriores y de despide a nuestros familiares para que regresen al mas allá deseándoles un buen viaje y agradeciendo que hayan venido nuevamente a visitarnos aunque sea unas horas, para así volver a verlos el siguiente año.

Cabe destacar que cada alimento que se prepara en estas fechas antes de ser probado por alguien más de la familia se coloca una ofrenda en el altar para honrar a nuestros seres queridos y lo demás ya puede ser comido por la familia.

Recuerdo mucho que en los últimos años mi abuelito nos decía a sus hijos y nietos que debíamos conocer bien la tradición de estas fechas, pues cuando ellos ya no estuvieran a nosotros nos tocaría seguir con toda esta costumbre y este que será el primero año que será colocado en el altar toda la familia sabe que estaría muy orgulloso de que se está siguiendo todo lo que por años nos enseñó a preparar.

Alguna vez escuché que nuestro país era el único que celebra la muerte, pero no es así, nosotros preparamos todo para recibir a las almas de nuestros familiares y lo hacemos con mucho cariño y orgullo.

No dejemos morir nuestras tradiciones, y siempre recordemos a los que se nos han adelantado en este camino de la vida. Disfruten su puente largo y síganse cuidando sin bajar la guardia. Hasta la próxima.

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