Matices y claroscuros
Salvador Franco Cravioto
Nada cabalmente bueno en sí existe, al universo conforman los grises por millares rechazando absoluto
Nada por completo malo persiste, todo cambia formando gradaciones, borrascas, matices y claroscuros.
Los animales no humanos son instinto, supervivencia y amoralidad. Los humanos somos en términos evolutivos algo un poco más complejo: instinto, supervivencia, educación, cultura y moralidad de todos colores y entenderes. Una naturaleza dual de egoísmo y cooperación, que difiere de grado en cada individuo y colectividad.
Aristóteles hablaba del “justo medio”; hoy algo casi tan difícil de hallar como el sentido común. Parafraseando al zoon politikon -el animal político de Aristóteles-, sabremos que nunca seremos dioses, pero tampoco bestias. Simplemente somos humanos.
En los seres humanos, buscar la objetividad es un ideal muy válido y necesario. En un franco debate académico o ciudadano, aunque no siempre resulta fácil hacerlo, debemos dejar de lado lo más posible nuestros intereses e ideologías, así como tratar de ser realistas sin conformarnos ni dejar de ser fraternos y solidarios, es decir, seres comprometidos con la transformación de las realidades injustas.
El pensamiento crítico, metódico y analítico discierne un poco más del empírico y de aquel basado en el sentido común, pero tampoco nos da súper poderes, como tampoco nos libera de los yerros ni nos exime en ningún caso de lo limitado de la condición humana.
Mientras haya refutaciones válidas, no habrá verdades absolutas. En los estudios sociales y las humanidades siempre habrá refutaciones válidas, por lo tanto sus verdades científicas son en extremo provisionales, relativas, y más bien escasas o nulas.
Generalizar es engañoso y arriesgado. También es simplista. Las generalizaciones sólo pueden ser válidas cuando están plenamente justificadas. En ocasiones, las generalizaciones dadas en sentido negativo sirven en un sentido equiparablemente negativo y reprochable para desprestigiar, excluir o dividir.
Exagerar o maximizar algo, incluso a veces con la noble intención de visibilizarlo, también es el primer paso para perder objetividad y perspectiva.
Ramón de Campoamor dijo: “nada hay verdad ni mentira, todo es según del color del cristal con que se mira. Y yo digo: Matizar es acertar. Saber que el mundo social y humano no es de blancos y negros sino de enfoques, perspectivas, tonalidades y claroscuros. Por eso incluso en los temas más polémicos, matizar es la clave para acertar. Y si decir acertar es pretencioso, entonces diré que al menos matizar sirve para vivir en paz sin dejar de opinar o fijar postura.
La libertad individual no puede ni debe ser sacrificada en aras de creencias colectivas, por más válidas y respetables que estas sean.
Me parece que el individualismo liberal es fundamental para el libre desarrollo de la personalidad, así como para las libertades de pensamiento y de expresión; pero también me parece que el individualismo debe ser matizado con una férrea conciencia de la fraternidad humana y la solidaridad social.