Por: Claudia Tonantzin Larrainzar Pérez
¿Violencia?, ¡¿Cuál!?
Déjame sacarte la navaja.
I
De mucho a poco y de todo a nada los gatos pardos caminan en sigilo en busca de callados encuentros nocturnos con gatitas de turno calientes y animosas por empezar la danza de los miau- miau y de colmillos que se clavan en el cuero duro y delicioso de la piel al ronronear.
II
Los gatos son mi delirio me despiertan todas las noches las sirenas y los maullidos los gritos el calor las pesadillas tú, yo y el gato que camina con desenfado a mitad del barrio.
No soporto el chillido de los gatos parecen niños destetados que enuncian soledad,
falta, A la mitad de la noche llegan los borrachos, los gatos maullan y encuentro el terror de esperar a que los vidrios se rompan y el grito de Rosa me vuelva a despertar mientras el barrio entero calla -una vez más- y espera a que Juan la vuelva a matar.