“La actitud inherente al consumismo es devorar todo el mundo. El consumidor es eterno niño de pecho que llora reclamando su biberón. Esto es obvio en los fenómenos patológicos, como el alcoholismo y la adicción a las drogas.”
ERICH FROMM.
“El placer es como ciertas substancias medicinales: para obtener constantemente los mismos efectos, es menester doblar las dosis, de las cuales la última lleva consigo la muerte o el embrutecimiento”. Honoré de Balzac.
Por definición, la adicción es un hábito de conductas peligrosas o de consumo de determinados productos, en especial drogas, y del que no se puede prescindir o resulta muy difícil hacerlo por razones de dependencia psicológica o incluso fisiológica.
También se le define como la afición desmesurada a algo.
La vida real nos demuestra que las adicciones, cualquiera que esta sea, nos es buena para la salud, tanto física como psicológica.
La vida actual o moderna, ha despertado algunas conductas que llaman nuestra atención: el estrés y el aburrimiento. Lo que se ha reflejado en un incremento notorio en el consumo de drogas o en el alcohol.
Con datos de la Organización de la Naciones Unidas, en el mundo, entre el año 2009 al 2018, el consumo de drogas reflejó un incremento del 30% en su consumo.
En nuestro país, de acuerdo a la encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (INEGI ENDOCAT 2016), prevalencias globales, patrones de consumo y variaciones estatales, nos muestra que, el consumo de alcohol en una población de entre 12 y 65 años, el 71% ha consumido alcohol alguna vez en su vida. De la población encuestada, el 80.1% son hombres y el 62.6% son mujeres, en promedio 71%.
En comparación con la encuesta del 2011, el consumo diario de alcohol pasó de 1.4% en los hombres a 4.5% y en las mujeres de 0.2% a 1.4%. Es decir, el consumo de alcohol va al alta.
El consumo de alcohol es el principal problema de consumo en nuestro país y afecta particularmente a los adolescentes. En este fenómeno, las mujeres son las que reflejan un mayor aumento en la tendencia de consumo.
La adicción al mundo digital, es propia de nuestros tiempos. Se presenta de forma silenciosa. Se le reconoce igualmente como la ciberadicción, o trastorno de adicción a internet (internet addiction disorder, IAD), expresión que alude a una patología de abuso en el uso de la internet por diferentes medios o dispositivos como ordenadores, teléfonos, tablets, etc. Que, sin duda, interfiere con la vida diaria. Este fenómeno se presenta en menores y adultos.
Los indicadores más comunes son: dispersión de la atención; búsqueda constante de contenidos relacionados con ciertos gustos o adicciones; creación de distintas identidades; la sustitución de lo real por lo vivido en entornos virtuales; pérdida de la noción del tiempo; mal humor o nerviosismo, ante la situación de no poder conectarse; se dedica menos horas de sueño o comida.
Adicionalmente, pierden interés en situaciones diversas de su vida, como la formación profesional; presentan conflictos familiares; pérdida de amistades reales; presentan problemas para estructurar su vida.
Por ejemplo, en España, el 21% de los jóvenes está en riesgo de ser adicto a las nuevas tecnologías (elpais.com). En Alemania, 100 mil jóvenes de 12 a 17 son ciberadictos.
Un ciberadicto, simplemente pierde el control, es incapaz de limitarse. Se vive en las redes sociales de 7 a 8 horas por día, lo que suma casi 3 mil horas anuales en las redes sociales. Los tecnoadictos, pasan el día sin compañía, se ubican solos en el ordenador y el móvil. Suspenden asignaturas y descuida amigos y familia.
La reflexión de esta ocasión se centra en la pregunta: ¿por qué son ciberadictos?
Las respuestas son alarmantes. Inician con el hecho de que existe un efecto de desinhibición por establecer comunicación en línea. Esta condición hace atractivas las redes sociales, pues no nos conocemos, no nos vemos, y si existiera algún problema, éste finaliza con el solo hecho de desconectarse de la red.
En las redes sociales no existe la responsabilidad. Todo está en la mente de cada quien, pues hay un mundo real y un mundo virtual o digital. En las redes sociales, no hay reglas. Su nivel de ética, por decir, algo, es muy bajo. En las redes sociales todos son iguales. Lo que en la vida real es diferente, pues existen niveles de autoridad, responsabilidades, compromisos laborales, sociales, y en particular, el respeto.
Quizá de lo más triste de esta nueva adicción, sea el hecho de que los adictos, pugnan por identificarse con una personalidad que no son.
El doctor José Lozano Diez, presidente del consejo de administración de la Universidad Panamericana y el IPADE, diserta que, ante una situación como la comentada, los jóvenes presentan una vida de vacíos, una vida que no han llegado a ver bien, una vida rota por dentro, por eso la intención de tratar de vivir con una figura que no es la suya y que se reconocen como el: avatar.
Por cierto. Un estudio realizado por la ONG Protégeles sobre conductas patológicas en internet, el 21.3% de los jóvenes se encen.tra en riesgo de convertirse en un dicto a las nuevas tecnologías y el 1.5% ya lo es.
En realidad, la adicción a internet no es una adicción por sí misma, como lo es la adicción por las drogas o el alcohol, porque internet no es una sustancia tóxica, la hacen tóxica las personas que la utilizan. Sus consecuencias son: fracaso escolar o laboral; tendencia al aislamiento; agresividad y alteraciones de la conducta (https://www.universidadviu.com/int/actualidad/nuestros-expertos/la-ciberadicccion-una-consecuencia-de-las-nuevas-tecnologias).
Atendamos a nuestros jóvenes, con nuestro ejemplo. Ellos son el presente y futuro de nuestro país.
Les sugiero escuchen la participación del Dr. José Lozano Diez en: https://twitter.com/josealozanodiez.
Reciba mi cordial saludo. Galdino Rubio Bordes: spgrb19@gmail.com