El aumento generalizado en el precio de alimentos ha provocado que 50 millones de mexicanos, aún trabajando, sufran de pobreza laboral al no percibir los recursos suficientes para adquirir los bienes mínimos necesarios para su supervivencia.
Desde hace meses, México padece la incertidumbre generada por la pandemia del Covid-19, y las malas decisiones gubernamentales se han caracterizado por debilitar el aparato productivo, así como emprender políticas erróneas que han provocado la salida de inversiones y cancelación de proyectos de gran importancia para el país.
Desempleo, enfermedad e inseguridad son los signos de este tiempo.
México ha alcanzado el nivel inflacionario más alto de los recientes 20 años, registrando formalmente una inflación anualizada de 7.05 por ciento, sin embargo, de acuerdo con el CONEVAL la Canasta Básica registró un incremento de 7.5 por ciento, evidenciando que los aumentos rebasan el 7.05 por ciento y genera graves carencias en los hogares mexicanos.
Y esta situación es más grave en el campo, en donde el aumento de precios de la Canasta Básica es de 7.8 por ciento.
Hoy el kilo de frijol está a más de $50 pesos, mientras que el de jitomate está a casi $60 pesos, por lo que millones de familias están imposibilitadas para adquirir un kilo de carne de res que ronda los $190 pesos.
Es claro que los incrementos al salario mínimo están prácticamente anulados por el dramático repunte de los precios, que supera por mucho la capacidad adquisitiva de la sociedad, al tiempo que los recursos públicos que deberían ser redireccionados para atender las necesidades sociales, cada día son destinados en mayor proporción para la construcción de obras de infraestructura de dudosa sustentabilidad y utilidad.
Al igual que sucedió al inicio de la pandemia, el partido en el poder está subvalorando las consecuencias del incremento inflacionario y no ha mostrado ninguna capacidad de respuesta ni reacción ante los acontecimientos que están generando carestía y sufrimiento entre la población.
Se sigue en la necedad de querer ajustar la realidad a sus planes y no ajustar sus planes a la realidad imperante en un país del tamaño e importancia de México.
La historia inflacionaria ya se vivió en los años setenta y conocemos los funestos resultados de no atenderla y resolverla. Por el bien de todas y todos, el PRI exige que las autoridades económicas y políticas tomen las decisiones correctas para el país.
*Presidente Nacional del PRI.