Griselda Lira “La Tirana”

 

 

Dejé mi caballo bajo el portal,
azorada por un pensamiento de muerte
me persiguen los recuerdos;
su nombre y su tiempo,
la pregunta constante
que machaca obstinada mi memoria.
Él está ahí.
Su silueta, su voz, los pasos firmes
y el sonido rítmico de sus espuelas
que,
a mi edad,
aún son los metales fortísimos que tintinean al oído
de esa niña violenta, oculta en la llaga de mis secretos;
terquedad absurda ante su señorial presencia.

Bajo el portal dejé amarrada mi altanería,
la arrogancia propia del que no sabe si las canas son para endurecer el alma
o para sentirse al límite del sabio abismo llamado la nada.

ese polvo flagrante que se traga en un bostezo.

Me observo sedienta ante la fuente de la pulcra existencia
que me clama la piedad y la resolución
de un juicio definitivo
llamado vida.