René Anaya

Durante varios meses las personas tuvieron que estar confinadas en sus hogares, algunas trabajando o tomando clases en línea, otras empezaron a disfrutar de un tiempo libre recluidos… Pero fue poco el tiempo, seguramente, en que esas personas se sintieron felices porque no supieron vivir en el ocio.

Puede parecer contradictorio que se conozca a personas que ven el calendario en la búsqueda de sus días feriados o cuentan el tiempo que falta para su periodo vacacional. Y resulta que, en el confinamiento, cuando tuvieron oportunidad de disponer de tiempo libre, anhelaron el regreso a las actividades en sus centros de trabajo. Esto evidenció que no hay una cultura del ocio, sino del trabajo.

El trabajo de disfrutar del ocio

Muchas personas no saben qué hacer con su tiempo, entre otras razones porque realmente no cuentan con él. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico de 2017, nuestro país era el primero de sus miembros en horas laborales, cada trabajador se ocupaba 2,225 horas cada año, nos seguía Costa Rica con 2,212, en tanto que los alemanes solo trabajaban 1,363 horas al año; es decir que de cada año destinamos la cuarta parte al trabajo.

Además de contar con largas jornadas de trabajo, somos de quienes disfrutan de menos días de vacaciones pagadas al año, menos de diez días, como Nigeria, Japón y China; en contraste, los brasileños disfrutan de entre 20 y 23 días de vacaciones anuales.

Si a esta situación le añadimos la falta de una cultura del descanso, que hay el estigma de que el ocio es la madre de todos los vicios, entonces es comprensible que la pandemia evidenció que la mayoría no sabe qué hacer con su tiempo libre.

No se trata únicamente de falta de recursos para ir a un lugar vacacional o emprender alguna otra actividad, sino de un grave problema porque se considera que el tiempo libre debe servir para algo, no para disfrutarlo, como lo señala Selin Malkoc, profesora asociada de la Universidad del Estatal de Ohio, en su trabajo I studied people who think leisure is a waste of time-here’s what I found (Estudié personas que piensan que el ocio es una pérdida de tiempo: esto es lo que encontré), publicado en The Conversation el 25 de agosto.

El trabajo pasa revista a los problemas encontrados en Estados Unidos y otros países con el confinamiento, específicamente con la salud física y mental, así como con el ocio en general. Las poblaciones que están orientadas al trabajo, como la estadounidense y la India no valoran la importancia del tiempo libre, consideran que el ocio es un desperdicio. En tiempos de la pandemia esta creencia no ha cambiado, lo que ha causado depresión y otros problemas de salud.

La clasificación del ocio

Los nada ociosos psicólogos han clasificado al ocio en terminal (su único fin es el placer, el disfrute) y el instrumental (que tiene otros propósitos, como mantenerse saludable, hacer amigos o no aburrirse, por ejemplo).
En el trabajo Viewing leisure as wasteful undermines enjoyment (Ver el ocio como un despilfarro socava el disfrute), realizado por Malkoc y otros investigadores, que se publicarán en el próximo mes noviembre en Journal of Experimental Social Psychology, se analizan los resultados de encuestas que hicieron sobre la concepción del ocio.
Las encuestas documentaron que quienes tienen una tendencia a considerar el ocio como un despilfarro disfrutan menos de su tiempo libre: “las personas con una tendencia general a encontrar el ocio como un despilfarro informan de un menor disfrute de las actividades de ocio en promedio, especialmente el ocio motivado terminalmente (realizado como un fin en sí mismo) en comparación con el ocio motivado instrumentalmente (realizado como un medio para un fin)”.

En otros estudios que no se refieren específicamente al ocio pero sí a los problemas causados por la pandemia, como Lifestyle and mental health disruptions during Covid-19 (Interrupciones en el estilo de vida y la salud mental durante Covid-19) de Osea Giuntella y colaboradores, publicado en PNAS (Anales de la Academia Nacional de Ciencias) el 2 de marzo pasado, refiere que las personas que pueden mantener su salud mental son aquella “más resistentes al estrés y menos propensas a la ansiedad”.

Podría decirse que son aquellas que consideran el ocio como un fin en sí y pueden modificar su estilo de vida. Pero no todas las personas consideran que el tiempo libre debe ser para su disfrute, porque también hay adictos al trabajo que la pandemia alteró.

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f/René Anaya Periodista Científico

Publicado en a Revista Siempre!