La libertad de expresión, se puede usar para lo que sea, menos para hacer daño a otro
John Stuart Mill

La libre expresión ha sido uno de los derechos -hoy reconocidos- más afectados por los poderes formales y fácticos a través de toda la historia. Sus ataques han ido desde la amenaza, la intimidación o la censura más simple hasta la tortura, muerte y desaparición de seres humanos, y; como dice Darío Ramírez (2010), es este derecho uno de los pilares también de la democracia contemporánea.

Pero la libertad de expresión no es únicamente una prerrogativa ética – jurídica e individual de expresar ideas u opiniones por cualquier medio, sino que tiene también una contraparte en la exigencia de que, al ser garantizada plenamente como derecho humano fundamental, asegura que la sociedad entera tenga “toda la información necesaria para ejercer otros derechos” (ONU México, 2010). “Si la información se oculta, manipula o distribuye de manera asimétrica, sólo unos cuantos terminan siendo capaces de actuar con conciencia”, señala el periodista Ricardo Raphael.

Si bien el artículo 9 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los relativos de constituciones de las naciones democráticas de tipo occidental son el punto de partida para el reconocimiento y la garantía del derecho a la libertad de expresión, en la actualidad este se ha ido extendiendo de manera análoga y complementaria hacia las libertades de prensa, de imprenta y a los derechos de las personas que ejercen una labor de comunicación de información pública para la sociedad, sea esta de valor noticioso o bien sea relacionada con la opinión o el análisis subjetivo de lo que acontece en el ámbito político, económico, social o cultural de un pueblo, cuestión que en determinado momento llega a ser muy incómoda para el interés del poder, cuando este es ejercido en la práctica de manera autoritaria o totalitaria y sin convicciones de carácter democrático.

Básicamente entonces, la libertad de expresión significa que todas las personas podemos decir lo que pensamos sobre cualquier cosa, sin que ninguna autoridad o particular nos pueda castigar o reprimir por ese motivo. Que si la libertad de expresión puede o no tener algunos límites o condiciones, eso es tema de otro debate más profundo; sin embargo dejaremos bien sentado que en el Estado democrático liberal todos tenemos el derecho de hablar, escribir o manifestar para externar nuestras ideas u opiniones, como tenemos un deber mínimo de ser respetuosos para no dañar a nadie.

La libertad de expresión es un derecho humano que nos protege de no ser reprendidos, cancelados o anulados de ninguna manera por nuestras opiniones o ideas y sus diferentes manifestaciones. Mas la libre expresión tiene algunos límites que no se contraponen a la naturaleza del Estado liberal, sino que buscan que la libre expresión no vulnere la esfera de otros derechos para otras personas.

Esto es a veces una línea muy delgada que nos hace recordar que cuando hablamos del derecho a la libertad de expresión, siempre es menester analizar, como sucede con casi todos los derechos humanos, cada caso en concreto, pero en este caso, siempre a la luz de los principios de este derecho, que son: la dignidad humana; la no discriminación por razón de opinión; la seguridad; y, la libertad de pensamiento y de conciencia. Conocer y no olvidar ninguno de estos principios puede ayudarnos a esclarecer -al menos un poco- cualquier polémica atinente a este fundamental derecho y sus posibles límites.