La invasión que se ha dado de parte de Rusia a la hermana república de Ucrania es sin menoscabo una verdadera calamidad al igual que un plan hegemónico eslavo que seguramente solo llevará al repudio de la ex unión soviética ante un mundo globalizado que conoce de primera mano, gracias a las tecnologías modernas, lo que está sucediendo a miles de kilómetros del hogar.

Queda tan lejos Ucrania y por tanto al mismo tiempo se convierte en un país del cual, al menos antes de este conflicto, no se conocía prácticamente en absoluto de sus costumbres y tradiciones ya no se diga de su historia.

Muy pocos mexicanos saben que gracias a un ucraniano la cultura maya logró un esplendor desorbitante ya que se descifraron sus usos y costumbres que estaban descritos en los códices prehispánicos y que muchos paleógrafos, historiadores, arqueólogos, lingüistas y un largo etcétera habían tratado de desenmarañar.

Ésta es la historia de un ucraniano que dio no solo a México sino al mundo entero una muestra de lo que un ciudadano de un país lejano pudo compartir con el mundo entero demostrando que las fronteras no son impedimento para dar a conocer una cultura que fascina y asombra de forma perenne.

“En mi corazón siempre seré mexicano” es la frase que decora el monumento al soldado ucraniano Yuri Valentinovich Knórozov en la ciudad de Mérida, Yucatán. Dicha frase se pronunció en 1994, cuando el ex soviético recibió la condecoración Orden del Águila Azteca, la presea más alta que otorga el gobierno mexicano a un extranjero.

Su gran hazaña consistió en descifrar por primera vez lo jeroglíficos mayas. Antes de él nadie lo había conseguido.

En abril 1945 el destino de Yuri Knórozov, tras la derrota de la Alemania Nazi, soldado de entonces de 21 años de edad rescató el texto de la Biblioteca Prusiana de Berlín. Eligió dos libros: La relación de las cosas de Yucatán y un facsimilar de los Códices mayas.

Yuri Valentinovich Knórozov nació en la extinta Unión Soviética (en la actual Ucrania) el 19 de noviembre de 1922. Procedente de una familia de intelectuales, ingresó a la Facultad de Historia de la Universidad Estatal de Lomovosov de Moscú. Amante de Sherlock Holmes, tocaba el violín y era autodidácta en los idiomas. Había aprendido a leer por sí mismo griego, árabe y chino.

En 1941 pospuso sus estudios para participar dentro de las fuerzas soviéticas. De 1943 a 1945 fungió como observador de artillería en la armada roja. Finalmente, en 1945 Knórozov entró junto con el Ejército Rojo a la ciudad de Berlín fue ahí cuando escogió los libros de un par de cajas.

Una vez de vuelta en la URSS, cambió de carrera por etnografía e inicio exploraciones arqueológicas en Asia Central. Durante sus trabajos de campo, se involucró en el sufismo o pensamiento místico musulmán. Cabe destacar que Yuri Knórozov había tenido una abuela actriz e hipnotizadora y que él mismo había hecho estudios en psicoterapia antes de estudiar historia. Su interés por el chamanismo, lo llevó a unirse a los musulmanes para practicar a espaldas del régimen comunista.

Poco a poco su interés por el pensamiento iniciático le exigió involucrarse en estudios de egiptología y jeroglíficos. Finalmente, el artículo El desciframiento de las escrituras mayas, ¿un problema insoluble? de Paul Schellhas marcó una nueva ruta en su vida.

Pese a la desconfianza de otros investigadores, Knórozov decía: “Cualquier sistema o código elaborado por un ser humano puede ser resuelto por cualquier otro ser humano“.

Gracias a ello, su profesor de universidad, Serguéi Tókarev, confió en su nuevo proyecto: descifrar los jeroglíficos mayas.

Inicialmente, Knórozov aprendió español y obtuvo facsímiles de los códices de Dresdén, París y Madrid. Debido a la Guerra Fría, no fue fácil para el investigador viajar a México. Así que toda su investigación se realizó desde Leningrado.

Lamentablemente, las investigaciones no fueron bien recibidas por la academia internacional ni por los estudios de los mayas más prominentes. Por el contrario, el estigma sobre el comunismo se dejó caer con todo su peso y fue descalificado en numerosas ocasiones por mayistas de la talla de Thompson. Sin embargo, en la URSS Knórozov causó un revuelo positivo en la academia, despertando el interés de miles de estudiantes y generando nuevas instituciones para los estudios latinoamericanos.

Será hasta 1991 cuando Knórozov visitó Guatemala y fue condecorado con la Orden del Quetzal. En esa oportunidad visitó Tikal y Uaxactún. Tres años más tarde visitó México y participó en el Tercer Congreso Internacional de Mayistas. Murió en San Petersburgo en 1999, víctima de un derrame cerebral. En el sureste mexicano, Yuri Knórozov es recordado con monumentos e instituciones que llevan su nombre.

Animo, solidaridad, paz y bienaventuranza para nuestros hermanos ucranianos ¿tú lo crees?… Sí yo también.