¿Cómo es que tenemos tanta información, pero sabemos tan poco?

Noam Chomsky

Horacio Shipp entraña en su obra Libros que han movido al mundo, cual ha sido el poder y la trascendencia de los libros y la palabra escrita en la historia humana. Empero, en una época de Internet y de inusitada rapidez en el flujo, acceso y exceso de información al alcance democrático de más personas, la fuerza que solían tener los buenos libros como fuente inagotable de la cultura ha perdido vigor y relevancia social y cultural, en el contexto de una nueva globalidad digital y un mundo de redes que privilegia mayoritariamente y entre muchas otras cosas la inmediatez y la baja calidad de la información y los contenidos.

El cristianismo es fundamentalmente la religión de un libro: La Biblia. Los hechos de Jesús, su evangelio y la historia de los primeros cristianos se convirtieron en la base de su culto. Pero no fue sino a partir de las primeras cincuenta copias en pergamino de la Biblia griega autorizada por Constantino, que la nueva religión judeocristiana inició la conquista del mundo, instaurando un nuevo paradigma para todo Occidente.

La Biblia transita así de los rollos de papiro a las hojas de pergamino -ya con forma de libro actual-, y casi mil años después a la imprenta de Gutemberg. No obstante, hace apenas unos siglos, los libros eran un privilegio y por diferentes razones poca gente podía leerlos. La Biblia, El Corán y tantos otros libros representan una guía para la vida humana. “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros, como os he amado. Nadie tiene mayor amor que éste, que ponga alguno su vida por sus amigos” (Palabras de Jesús en el Evangelio de Juan). “Se bondadoso con tus padres, y con los parientes y los huérfanos, y con el pobre y el vecino que te es allegado y con el vecino que te es extraño, y con el compañero desconocido y con el hijo de los caminos” (Sabiduría del Corán).

“Concédeme la belleza del alma, y que todos mis bienes externos estén en armonía con mi hombre interior. Que yo pueda considerar rico al hombre sabio, y que posea yo riquezas como las que puede tener o soportar únicamente el hombre que tiene dominio de sí mismo” (Plegaria de Sócrates; Plátón, La República).

La humanidad transita históricamente del paradigma de la magia al de los dioses y las religiones, para después dar paso sucesivamente a la filosofía y más tarde a la ciencia. En 1859 fue publicado un libro que logró producir una revolución total en el concepto de la humanidad acerca de los seres vivos; Charles Darwin lo tituló El origen de las especies por medio de la selección natural y dio fundamento a la teoría científica de la evolución.

“Debemos reconocer… que el hombre, con todas sus nobles cualidades, …todavía lleva en su estructura corporal la huella indeleble de su bajo origen” (Darwin, De la adaptación a los cambios).

Karl Marx reinterpreta la historia y todavía es estudiado a profundidad y revalorado en el siglo XXI, desde Europa y su Escuela de Frankfurt hasta Latinoamérica con su Epistemología del Sur y en la pluma y voz de filósofos vivos como el argentino mexicano Enrique Dussel. El Capital es un “libro de economía, pesado, voluminoso y semitécnico, resultado de años de estudio en la sala de lectura del Museo Británico (…) Es extraño, pero muy pocos… han leído este libro. Sin embargo, son marxistas declarados”.

El capital se publica con apoyo del mejor amigo y mecenas de Marx, el adinerado inglés Frederich Engels, en tres gruesos tomos publicados entre 1867 y 1887, los últimos dos editados personalmente por Engels cuando Marx ya había muerto.

“Únicamente interpretando el mundo de un modo nuevo podremos entenderlo y hallarnos en situación de dar el primer paso para cambiarlo” (Marx, El Capital).

Cuenta Juan Villoro la historia de El presumido y el sabio: “¿Y los has leído todos? Claro que no. Una biblioteca no es para leerse entera, sino para consultarse. Aquí los libros están por si acaso. He leído toda mi vida, pero hay muchas cosas de las que no sé nada. Lo importante no es tenerlo todo en la cabeza sino saber dónde encontrarlo. La diferencia entre un presumido y un sabio es que el presumido sólo aprecia lo que ya sabe y el sabio busca lo que aun no conoce”.

“Saber mucho no es lo mismo que ser inteligente. La inteligencia no es sólo información, sino también juicio, la manera en que se recoge y maneja la información” (Carl Sagan, Cosmos).

«Si un libro aburre, déjenlo. No lo lean porque es famoso. No lo lean porque es moderno. No lo lean porque es antiguo. Si un libro es tedioso para ustedes, déjenlo. Leer es buscar una felicidad personal” (Jorge Luis Borges, Entrevistas, citado por Pavel Kuczinsk).

“No leemos a otros: nos leemos en ellos. (…)…lo leído es tan nuestro como lo vivido”
(José Emilio Pacheco).