Bethel García Vargas

Estos dos años de pandemia no han sido fáciles para ningún sector de la población, pues el temor de enfermarse contra el temor de no tener nada que comer se volvió una carga bastante fuerte para todos, y aunque muchos que siguieron en sus lugares de trabajo salieron bien librados de contraer la enfermedad o encontrar una poca de estabilidad económica para su familia y las de sus trabajadores, hubo otros no tan afortunados que perdieron trabajo, familia o estabilidad emocional.

Todo el encierro siento que provocó que las personas llegaran a un punto máximo de estrés, de ansiedad, largas noches de insomnio por la preocupación de qué pasará y cuánto pasará todo esto. Se preguntarán a qué viene todo esto y como se los he mencionado en distintas columnas, la violencia y la desesperación han sido una constante en todos estos meses de encierro, que tal vez, personalmente ahora note más que al inicio de la pandemia.

Hace unos días escuchaba al chofer de una combi como hacía una llamada en la que le informaban que un amigo había fallecido, después recibió otra llamada en dónde le decían que uno de sus hijos estaba tan deprimido que decía que ya no quería vivir, y el más pequeño, que la noche anterior había tenido fiebre y se encontraba en el hospital, fue inevitable que aquel señor, padre de familia llorara y se quebrara en medio de su trabajo porque sentía que el mundo se le venía encima, se me hizo un nudo en la garganta porque decía que a esa hora él iba a dejar su trabajo para ir con sus hijos que lo necesitaban más, una decisión difícil pues con los gastos y la economía que ahora se vive no se puede dejar algo así, pero siento que fue la decisión correcta.

Hoy al leer las noticias, encuentro el caso de una mujer joven, quien fue apuñalada tres veces por su pareja y éste se dio a la fuga dejando que se desangrara; el único auxilio que la chica pudo pedir fue por redes sociales mostrando las heridas y esperando que alguien contestara sus publicaciones y la ayudara, afortunadamente llegó la ayuda pero una de las puñaladas perforó su pulmón, por lo que se encuentra grave; espero que esté caso no termine como muchos otros en los que desgraciadamente la mujer muere a manos de la persona que supuestamente las ama.

O la última nota relativa a que cuando me dirigía a tomar el transporte de regreso a casa vi a una mamá y a su hijo de unos 8 o9 años, donde el menor le pedía a su ella que ya se fueran, que no importaba si era en combi, y escuché como la señora enojada contestaba que no, que le había dicho taxi y que ahí donde estaban se iban a esperar, y el niño llorando le pedía perdón, pero que ya se fueran, desconozco el motivo del enojo de la mamá, pero aunque sabemos que nadie enseña cómo ser padres, si ves que tu hijo está llorando, suplicando que se vayan y pidiendo perdón de su decisión anterior, lo aceptas y haces lo posible para que tu hijo deje de sentir esa culpa.

Lo que nos está dejando este encierro, aparte del uso del gel, toma de temperatura y colocación correcta del cubrebocas, es una sociedad que se ha vuelto más irritable con nuestro círculo cercano, tratándolos mal, llegando a puntos en los que la molestia o frustración es tanta que se desata la violencia, desquitando sentimientos que tal vez están mal enfocados, o si trabajas todo el día, te quedas sin tiempo para convivir un poco con tu familia para evitar que no pasen hambre, llegando a dos puntos extremos en esta nueva sociedad que esperemos vayan recomponiendo el camino, cuando parece que el panorama va mejorando, pues estaremos dos semanas más en verde todo el país.

Esta vez no tengo un consejo como tal para mejorar, pues lo ideal sería que siempre las cosas que no nos parezcan se hablaran como seres racionales y empáticos, tratando de entender el punto de vista de la otra persona, si sabes que tal vez el problema no tiene solución, lo mejor es dejar las cosas por la paz y cada quien tomar un camino diferente, no agredas a los demás, respeta la vida, todas las vidas, y siempre hazle un espacio a tu familia para saber cómo están, cuídense y ¡Nos vamos a Qatar!, Hasta la próxima.

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