Bethel García Vargas

Despiertas por la alarma de tu teléfono, ya es hora de levantarte o se te hará muy tarde para el trabajo, tienes los ojos abiertos, miras el techo pero tu cuerpo no se mueve, quieres hablar pero ni eso puedes hacer, así que solo piensas: «Ya levántate, solo mueve los pies fuera de la cama», pero parece que tu cuerpo no quiere, así que después de lo que crees que han sido solo un par de minutos tratando de levantarte te das cuenta que han pasado 15-20 minutos, haces todo a prisa, sabes que ya no vas a poder comer nada, pero no te preocupa porque igual no sientes hambre, llegas a tu trabajo y haces lo mismo que todos los días, continuas tu rutina y saliendo de ahí, solo quieres regresar a casa para llegar a dormir.

Has tenido problemas con gran parte de tu círculo cercano, piensan que no haces lo suficiente, te critican y cuando respondes les molesta tu reacción, y en algún punto crees que lo que te han dicho ha dejado de importar, pero no, sigue ahí en tu subconsciente, porque cuando escuchas ciertas cosas te hacen recordar las palabras hirientes y todo aquello que te han reclamado.

Tú solo crees que es porque es un día específico del mes en el que te encuentras más irritable, sensible y por supuesto le echas la culpa a tu cuerpo; tratas de convencerte de eso, pero haciendo memoria recuerdas que llevas más de dos años de la misma forma, que a lo mejor el encierro ha incrementado este punto en el que no te sientes bien con nada, pero no sabes cómo expresarlo, sonríes y ríes a carcajadas para no llorar por todo lo que pasa por tu cabeza, «Solo es una mala racha», te recuerdas mentalmente.

He leído y visto de cerca muchos casos de depresión, en el que las personas se ven «bien», parece que nada ha cambiado en ellos, que son los mismos que conocimos, pero de un tiempo a la fecha los notas distantes, sin ganas de salir, tal vez los ves más delgados, o que han aumentado peso, les notas grandes ojeras o los ojos rojos, pero en algún momento los ves sonreír y parecen disfrutar salir, y piensas que ya todo ha cambiado, que han vuelto a ser los mismos, pero ciertamente no es así.

Bien dicen que la depresión es una enfermedad silenciosa, mucho más que la hipertensión o la diabetes, porque aparentemente no muestras ningún síntoma, solo te sientes sin ganas, con mucho sueño o padeces insomnio, y creemos que solo es cansancio, que somos flojos y que nos hemos vuelto apáticos porque así es la vida de adulto, y no vamos con algún especialista a que nos chequen, «total, ya se me pasará», decimos intentando «echarle ganas» para salir de esa situación.

Todos creemos que no nos va a pasar, que no conocemos a alguien así, o si lo hacemos lo más fácil es juzgarlo, creyendo que solo finge, que no quiere hacer las cosas, que es flojo o que es una mala persona, que debería hacer algo de provecho una vez en su vida, y ciertamente eso es lo más fácil que se puede hacer, porque es muy difícil estar con una persona en sus momentos más oscuros, cuando parece que nadie le hace caso y se hunde más. Lo mejor es buscarle ayuda, empujarla a que vaya con un especialista y la trate, o al menos que reciba un diagnóstico, tal vez le hacen falta vitaminas o alguna sustancia que su cuerpo no está produciendo lo suficiente para ser la persona de hace unos años, las pérdidas, y no solo las físicas, sino las laborales, de amistad, cualquier cosa que considerara importante y que ahora no lo tiene hace que se cree un duelo sobre otro duelo y no se logre salir de ahí por completo.

Sabemos que todos tenemos días malos y los podemos superar, pero no todas las personas salen adelante de la misma forma.

Si sientes que estás en un mal momento en tu vida, que no sientes ganas de seguir, duermes mucho o duermes poco, tienes una percepción de ti demasiado mala; por favor acude con un profesional, ya sea médico o psicólogo para que te ayude a identificar el porque de esa situación, todos estamos pasando por cosas que no habíamos vivido antes, pero eso no significa que no tengan solución, date un tiempo para ti y sal de ese círculo vicioso, tú puedes salir de ahí. Si quieres compartir algo, abajo está mi correo. Hasta la próxima queridos lectores.

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